Cannes 2016: «Graduation», de Cristian Mungiu
En muchos sentidos, GRADUATION, del rumano Cristian Mungiu, es muy similar a THE UNKNOWN GIRL, de los hermanos Dardenne. Las dos películas se juegan por un naturalismo cotidiano que les ha resultado muy efectivo a los directores en filmes pasados, estilo que en ambos casos nos permiten meternos en sus respectivas películas como si tranquilamente […]
En muchos sentidos, GRADUATION, del rumano Cristian Mungiu, es muy similar a THE UNKNOWN GIRL, de los hermanos Dardenne. Las dos películas se juegan por un naturalismo cotidiano que les ha resultado muy efectivo a los directores en filmes pasados, estilo que en ambos casos nos permiten meternos en sus respectivas películas como si tranquilamente podrían suceder en la realidad. Como todos los directores que han derivado sus estéticas del neorrealismo, una de sus principales ambiciones es que esa sensación de «vida real» se traspase de la pantalla al espectador y lo meta en las situaciones que se atraviesan sin pensar demasiado en las mediaciones estéticas o narrativas.
Pero en ambos casos esa sensación está puesta severamente en juicio en sus últimas películas por algo que podríamos definir como «exceso de guión». GRADUATION, como el filme belga, se siente demasiado armado, «escrito», se observa la mano de alguien que fuerza los acontecimientos para que se den de una manera en la que la famosa «suspensión de la incredulidad» propia del cine no se termina de producir. Y, en ambos casos, es una lástima, ya que casi todos los demás elementos (temáticos, de puesta en escena, apuntes sociales, etc) son lo suficientemente ambiguos e intrigantes como para capturar nuestra atención. Que pese a todo lo hagan es una muestra que sus talentos como cineastas sobreviven a guiones pasados de cocción.
Al Doctor Romeo le suceden todas las cosas horribles que pueden sucederle a alguien en menos de 24 horas. Alguien le tira una piedra que rompe la ventana de su casa, tras dejar a su hija Eliza en la escuela la chica resulta golpeada en un intento de violación, cuando regresan a su casa pisan a un animal con su auto y poco después su amante le dice que puede estar embarazada. Bienvenidos al mundo de los Problemas de Romeo. El tipo está obsesionado con que su hija salga de Rumania y la ha preparado toda su vida para estudiar en el exterior. Y todo esto, claro, sucede el día previo al examen que le dará por aprobada la secundaria. Y si no aprueba ese examen, no hay universidad británica. Ergo no hay salvación, no hay futuro, no hay nada.
Esta serie de problemas (que recién empiezan) lo hacen entrar a Romeo en una espiral de corrupción a la que, asegura, nunca había entrado antes. A su hija no le va bien en el primero de los tres exámenes por culpa del trauma del intento de violación, por lo que necesita dos 10 en los otros tests. Pero para asegurarse eso hay que mover algunas piezas, «engrasar algunos ejes». Y ahí va Romeo: un policía por aquí que conoce a otro tipo por allá que a cambio de facilitar un transplante hablará con otro tipo más allá que podría hacerla pasar a la chica sin problemas. Pero no queda claro que Eliza esté del todo interesada con irse y, de novia con un motociclista rumano, uno empieza a sospechar que tal vez preferiría quedarse. ¿Y qué sucede con los piedrazos en la casa seguido de otros atentados?
Romeo suda y suda. Además de Eliza tiene que pensar en su madre enferma, en su amante con retraso menstrual y en el hijo con problemas de ella, en el sospechoso novio de la nena que tal vez esté implicado en algo, en su esposa que parece sufrir alguna enfermedad también y con la que parecen estar esperando que la hija se vaya para concretar una separación que es obvia… y así. Lo cierto es que pese a esa serie infinita de problemas que normalmente se dan a lo largo de meses o años y acá suceden en unos pocos días como producto de una conspiración (de guionistas), uno se va metiendo con el protagonista en esa espiral (a)moral que lo lleva a hacer cosas que no debería, a ser malentendido o mal interpretado por otros, juzgado por su familia, criticado por su madre y así. Que en medio de todo eso siga atendiendo pacientes es un milagro que existe solo en el cine.
El talento para la narración firme del director de 4 MESES, 3 SEMANAS, 2 DIAS hace que uno siga igualmente con nervios e interés el desarrollo de la historia, logrando disimular lo suficiente la manipulación dramática como para sostener nuestra atención. Es que el universo que rodea al doctor, su hija y su familia (todos excelentes actores, además) está tan bien descripto, tan cerca de las experiencias que se suelen vivir en países donde la corrupción es moneda corriente, que uno no puede más que implicarse en lo que pasa, aún notándole las costuras por todos lados. Lo cierto es que, de reducir el guión a un nivel más básico y realista, GRADUATION podría funcionar mucho mejor, y hasta acaso ser la mejor película de Mungiu. Así como está, se queda a mitad de camino.