Estrenos: «La obra del siglo», de Carlos M. Quintela
Como una versión un poco más mainstream de la película brasileña BRANCO SAI, PRETO FICA, este filme cubano se centra en la suerte de tres personajes en una ciudad semi-abandonada. Se trata del llamado CEN, Ciudad Electro-Nuclear, que se construyó en Cuba alrededor de las obras de instalación de un reactor nuclear en Juraguá, provincia de […]
Como una versión un poco más mainstream de la película brasileña BRANCO SAI, PRETO FICA, este filme cubano se centra en la suerte de tres personajes en una ciudad semi-abandonada. Se trata del llamado CEN, Ciudad Electro-Nuclear, que se construyó en Cuba alrededor de las obras de instalación de un reactor nuclear en Juraguá, provincia de Cienfuegos, en Cuba, en los años ’80. El ambicioso proyecto sostenido por la Unión Soviética fue cayendo por los motivos imaginables: Chernobyl, perestroika, caída del Muro de Berlín, fin del bloque soviético, etc. Y ahí quedó la sede nuclear, abandonada e imposible de tirar abajo –por lo costoso– y los pocos habitantes que siguen viviendo en sus alrededores, con privilegiada vista a un domo que es como una suerte de cementerio de los sueños comunistas de entonces.
La película transcurre en 2012, durante los Juegos Olímpicos de Londres, y tiene como protagonistas a tres generaciones de una familia: nieto veinteañero que vuelve al CEN tras un fracaso amoroso, su padre que trabajó en la construcción de la llamada “obra del siglo” y su abuelo, un cascarrabias bastante violento con el que no logran llevarse nunca todos bien. Quintela va y viene de la actualidad que pasa de morosa a tensa entre los deprimidos miembros de la familia al fascinante material de archivo de imágenes que muestran la construcción de la central nuclear en sí, ejemplos contundentes de la propaganda política de la época, que la película integra con cierto humor, consciente de su tono algo decadente, un poco como todo el material oficial que muchas veces el cine rescata del “pasado glorioso” de los países del bloque comunista.
Es cierto que el drama de los personajes nunca alcanza el interés que tiene el material de archivo (por momentos es un melodrama doméstico un tanto irritante), pero evidencia claramente las frustraciones de las generaciones que crecieron a la sombra de esta ilusión nuclear que es clara metáfora de un país soñado que hoy se encuentra en una situación por lo menos complicada. Un cover de Guns N’ Roses en los créditos de cierre le agrega un toque humorístico (ya verán los motivos) a esta historia de ilusiones perdidas.
(Se estrena en la Sala Leopoldo Lugones en el Cultural San Martín –Sarmiento 1551–, los martes y miércoles de agosto a las 17 y a las 21. Esos mismos días, a las 19, se exhibe LA PISCINA, de 2011, también de Quintela)