Festival de Morelia: «Las tinieblas», de Daniel Castro Zimbrón
La segunda película del realizador mexicano de «Táu» vuelve a tener a Brontis Jodorowsky como protagonista. Esta vez encarna a un perturbado padre de familia que encierra a sus tres hijos en una cabaña en medio de un bosque acechado por bestias salvajes tras algún tipo de cataclismo. La película fue la ganadora del Premio del Público del festival.
Ganadora del Premio del Público en el Festival de Morelia, la segunda película de Daniel Castro Zimbron (TAU), vuelve a tener como protagonista a Brontis Jodorowsky esta vez en el rol de un padre de una familia de tres hijos (dos varones y una niña) que viven en una cabaña en medio de un bosque y duermen por la noche, encerrados bajo llave, en el sótano.
La acción de LAS TINIEBLAS se precipita antes aún de los créditos cuando empiezan a escucharse en el exterior fuertes sonidos que parecen provenir de algún tipo de bestia salvaje y pronto Gustavo, el padre, anuncia que a Marcos, el hijo mayor, la criatura «se lo llevó». A juzgar por una previa mirada suspicaz entre Gustavo y Marcos –y una conversación interrumpida entre los hermanos varones– todo parece indicar que aquí está sucediendo algo más (o menos) de lo que parece. ¿Pero qué, exactamente?
El padre sale a buscar a Marcos con una máscara de gas puesta, lo que da a entender que algún tipo de cataclismo ha tenido lugar en el pasado y ellos están entre los sobrevivientes. Pero el que verdaderamente parece más consternado e incómodo con la situación es Argel, el hijo del medio, que quiere salir a buscar a su hermano mayor (algo que el padre en principio le prohíbe hacer) y que también empieza a sospechar que su papá no le está contando toda la verdad de lo que pasa.
De a poco iremos descubriendo cuánto hay de cierto y cuánto no en la situación que el padre le presenta a sus hijos. Castro Zimbrón no se apresura a revelar nada y prefiere ir de a poco sumando pistas al misterio, siempre con el punto de vista de Argel como centro, quien –como corresponde a su edad, al fin y al cabo esta es una historia de «coming of age»– empieza primero a dudar, luego a cuestionar y, a partir de una serie de circunstancias, a desafiar el encierro y las prohibiciones impuestas por su padre.
LAS TINIEBLAS es una historia de terror psicológico, elegantemente filmada (la fotografía es del mexicano Diego García, el mismo de CEMETERY OF SPLENDOR, de Apichatpong Weerasethakul y la brasileña BOI NEON, de Gabriel Mascaro) y que, con pocos recursos, nos da a entender que estamos en una situación post apocalíptica o algo similar, a la manera de THE ROAD, la novela de Cormac McCarthy. Los niños desconocen todo del mundo exterior y viven aterrados tanto por lo que allí supuestamente sucede como por la dureza y agresividad que, en aparente plan de protegerlos, los trata su padre, generando una amenaza que puede venir tanto de afuera como de adentro.
Clásica y pausadamente narrada, con un perturbador clima y alejada de cualquier exceso melodramático, LAS TINIEBLAS por momentos recuerda a ciertas películas del bloque soviético de los años ’60 y ’70, acaso con el cine de Andrei Tarkovski como modelo a seguir. Pero la película es, más que cualquier otra cosa, un drama familiar disfrazado de filme de suspenso y terror. Es la historia de un padre perturbado y sus dos temerosos hijos en la que el mundo exterior no es más que un reflejo audiovisual de esa tensa relación. ¿Quién es la verdadera bestia de la historia? ¿Qué lo lleva realmente a encerrar a sus hijos y tratarlos de manera severa, violenta y con una disciplina casi militar?
El realizador revelará algunos secretos con el correr de los minutos pero saber lo que realmente está sucediendo fuera de la cabaña es secundario. Como toda historia de crecimiento, de pérdida de los inocencia, lo que importa el proceso de cambio y de transformación que Argel intenta hacer. Probablemente el mundo exterior sea un lugar lleno de peligros y potenciales situaciones terribles –la película, especialmente en un par de escenas, bien puede ser leída como una metáfora de la violencia y el miedo reinante en México actual–, pero es parte del crecimiento en algún momento salir y hacerles frente a esos monstruos. Es esa la única manera de combatir a las criaturas salvajes, aunque no siempre sea del todo sencillo aniquilarlas…