Festival de Morelia: «Nocturnal Animals», de Tom Ford
La segunda película del célebre diseñador de modas, quien ya había debutado como realizador en 2009 con «A Single Man» son dos historias en una: la de la deprimida dueña de una galería de arte y la de la violenta novela policial que ella lee, enviada por su ex marido a quien no ve hace 20 años. Amy Adams, Jake Gyllenhaal y Michael Shannon son los protagonistas de esta despareja pero intrigante película.
Muchos nos sorprendimos gratamente cuando, en 2009, el famoso diseñador de modas Tom Ford debutó en cine con A SINGLE MAN, una película que si bien mostraba demasiado evidentemente sus influencias (un combo entre Wong Kar-wai, Michelangelo Antonioni y MAD MEN) lograba crear un clima sugerente para contar la historia de un reprimido hombre gay en la California de principios de los ’60. Hubo quienes, conociendo de donde viene, criticaron su excesivamente cuidado estilo y que tanto los actores como la escenografía parecían puestos para un elegante desfile o exhibición de arte. Es cierto que algo de eso hay en ese filme, pero estoy seguro que si el público no supiera quién era y qué hacía Ford jamás se le habría dado tanta importancia a ese tema.
Y ahora llega NOCTURNAL ANIMALS, una película dividida en dos partes casi radicalmente opuestas. Una, potencialmente equiparable al mundo de la primera película. La otra, casi su inverso. Son dos películas que casi ni se unen –ya verán porqué– y, curiosamente, la mejor y más interesante de las dos es la que nada tiene que ver con el mundo de los ricos, famosos y elegantes que uno supone verá retratado por Ford.
Tras unos créditos de apertura que sorprenderán a muchos (de los más fuertes y potentes, estéticamente, del cine de Hollywood en mucho tiempo), la película se centra en una dueña de una galería de arte que está inaugurando una exposición un tanto peculiar dedicada a mujeres obesas. Susan (Amy Adams) no está contenta ni con el resultado ni con el hecho de que su marido (Armie Hammer, el más «tomfordiano» de los personajes del filme) no la haya acompañado en el evento. Un empresario con más deudas y secretos de los que aparenta, el hombre y Susan tiene una relación que está yendo de fría a congelada, especialmente cuando ella descubre casualmente que él la engaña.
Al mismo tiempo la deprimida Susan recibe un libro. Se trata del borrador de una novela a punto de ser publicada por Edward (Jake Gyllenhaal), su ex marido, un hombre con el que estuvo brevemente casada de muy joven, al que dejó y hace casi veinte años que no ve ni sabe nada de él. Susan comienza a leer el libro y la película que estamos viendo desaparece y comienza la otra, la de la novela tal como ella la visualiza.
Y se trata de un universo diametralmente opuesto al suyo. Es un thriller pueblerino que sucede en las rutas del Oeste de Texas cuya atmósfera y personajes tienen más que ver con los de Jim Thompson, Cormac McCarthy y hasta cierto cine de terror «hillbilly» a la MASACRE EN TEXAS que con la buena vida y casas lujosas de los millonarios en California. Pero ella se apasiona en la lectura y ahí empieza esa otra película en la que el protagonista se llama Tom (que lo interpreta el propio Gyllenhaal), quien con su mujer e hija adolescente emprenden un viaje de fin de semana yendo por la ruta a la noche. En el medio de la nada son atacados por dos autos que los encierran y comienzan a molestarlos. La larga secuencia es de una tensión insoportable (es la mejor del filme) y en ella la provocación va creciendo y, ya se sabe, no puede terminar del todo bien: las mujeres desaparecen, secuestradas, y Tom termina tirado en medio del desierto. Logra escapar, pero no se ha arriesgado por su familia y se culpa por ello.
Cada tanto Ford nos muestra a Susan leyendo, visiblemente afectada e impresionada, pero rápidamente volvemos a la acción, que continúa con Tom empezando a trabajar en la búsqueda de su familia y de los atacantes con la ayuda de un policía de Texas (el gran Michael Shannon). La tarea no es sencilla y requiere que Tom saque recursos y coraje que no parece tener a su disposición tan fácilmente.
Ahí es donde Ford incluye un tercer hilo narrativo: el pasado de Susan y Edward. Vemos cómo empezaron a salir, como la madre de ella (Laura Linney) no lo quería como esposo de su hija porque lo consideraba «débil» y con poca ambición y lo que sucedió después. Volviendo a Susan en el presente es evidente que la novela no solo la ha atrapado sino que se siente involucrada en ella y, tomando en cuenta la crítica situación que vive con su marido, intenta reconectar con su ex.
La película suena confusa pero no lo es, ya que está editada de manera muy clara y jamás se mezclan los tiempos del mundo real ni la novela que lee Susan con su propia vida, además porque los universos estéticos son radicalmente diferentes. El problema de NOCTURNAL ANIMALS es que la intensidad de este western/policial moderno se fagocita al resto de las subtramas y debilita las otras partes del relato. Y el otro es que, a la hora de combinar o llegar a un cierre entre un mundo y otro, la película no logra dar con una convincente conexión y se siente como truncada.
Pero más allá de esos defectos de guión que debilitan la potencia de la historia, queda claro viendo NOCTURNAL ANIMALS que Ford es un cineasta que merece ser tomado en cuenta y analizado por su trabajo como tal, dejando de lado sus conexión con Gucci o con Yves Saint-Laurent. Sí, es probable que hasta los villanos del policial negro sean más carilindos y estilizados que los mugrosos white trash del 90% de los filmes que exploran similares universos, pero las muy buenas actuaciones de la dupla protagónica, de Shannon, de Aaron Taylor-Johnson como uno de los villanos y hasta de los muy buenos actores que hacen muy breves papeles (seguramente pagados con algún buen canje de ropa) son claras y evidentes demostraciones del talento de Ford para cosas más complejas que una estilizada y elegante puesta de cámara y diseño de producción. La película no es redonda ni mucho menos, es cierto, pero confirma que, como director, Tom Ford puede salir del universo que uno imagina previsible para alguien como él y sigue teniendo bastante en claro lo que tiene que hacer.