Estrenos: crítica de «Primero, enero», de Darío Mascambroni
La película, premiada en la competencia argentina del pasado BAFICI y recientemente exhibida en la Berlinale, se centra en la compleja relación entre un padre y su hijo que pasan unos días en una casa de campo familiar. Un muy buen ejemplar –emotivo, noble, genuino– del llamado Nuevo Cine Cordobés.
Este breve y pequeña película cordobesa es uno de los mejores títulos nacionales vistos hasta ahora en el BAFICI. Con un tono y atmósfera que recuerda, en parte, al filme de Marc Recha que se presenta en otra sección del festival, la película de Mascambroni se centra en el viaje que un padre y su pequeño hijo (que también parecerían serlo en la vida real) hacen a una casa que tienen en las sierras. Es una tradición familiar en la que ciertos rituales masculinos y conexiones generacionales parecen tener lugar históricamente allí, pero en esta ocasión hay una diferencia: los padres de Valentino acaban de divorciarse y la casa será puesta en venta por lo que no solo es un último viaje al lugar sino uno diferente, más amargo, triste.
Esos rituales masculinos (que incluyen pescar, matar un animal y asarlo, etc) no parecen funcionar del todo bien con Valentino. Si bien la relación entre ambos parece buena, se nota que el pequeño está angustiado con el divorcio de sus padres, extraña a la madre y se incomoda con varios de esos rituales como el de matar al animal, por ejemplo. Solo la presencia de una niña en una zona cercana parece sacarlo de esa tristeza que se manifiesta tímida, discretamente y sin escándalos.
En ese tono bajo, que no llega a ser contemplativo pero sí calmo y reflexivo, el padre trata de que el pequeño se distraiga, se entretenga y a la vez poder conectar con él en esta situación difícil, algo que el chico se esfuerza por hacer porque, dice, sabe que es “importante para vos”. Pero da la sensación que preferiría estar en otro lado, vivir otra situación. Sin grandes saltos dramáticos y con excelentes actuaciones, las idas y vueltas, las tensiones de esa relación se irán explorando en una película que también habla del crecimiento, de las conexiones generacionales y de los desprendimientos, dolores y potenciales alegrías que implican dejar una etapa de la vida para comenzar otra. Una hermosa opera prima que se suma a las ya varias surgidas del llamado Nuevo Cine Cordobés.
(Crítica publicada durante el BAFICI 2016. La película también participó de la Berlinale 2017)