Estrenos: críticas de «Raídos», de Diego Marcone y «Los ganadores», de Néstor Frenkel

Estrenos: críticas de «Raídos», de Diego Marcone y «Los ganadores», de Néstor Frenkel

por - cine, Críticas
05 May, 2017 02:44 | Sin comentarios

Dos documentales muy diferentes entre sí llegan a las salas en mayo. El filme de Marcone se centra en el trabajo y la lucha cotidiana de un grupo de tareferos (cosechadores de yerba mate) mientras que lo nuevo de Frenkel se mete, con su habitual tono humorístico, en el submundo de las más curiosas entregas de premios.

RAIDOS, de Diego Marcone

raidosEjemplar –y a esta altura ya clásico en su formato– documental de observación sobre un grupo de jóvenes “tareferos” de Misiones que se dedican a la cosecha de la yerba mate en un pequeño pueblo llamado, curiosamente, Montecarlo. Nada má alejado del glamour de la Costa Azul que esto. Aquí, entre las jornadas extensas de trabajo y la explotación comercial a la que son sometidos, se cuelan los sueños (irse a trabajar a otro lado, a estudiar), las amarguras, las luchas y quejas, y el alcohol que funciona muchas veces como descarga para este grupo de jóvenes laboriosos pero también frustrados que trabajan en un sistema bastante perverso.

El filme captura las imágenes del lugar, la intimidad del día a día del trabajo y las noches de alcohol en una sumatoria sensorial que deja muy en claro en qué consiste la experiencia de trabajar en la cosecha de yerba. Salvo algunas elecciones musicales un tanto subrayadas, la película es irreprochable tanto en sus construcción como en sus personajes, a los que retrata desde la cercanía, como si la cámara fuera un personaje más, trabajando, peleándola, cantando y llorando las penas en alcohol en las noches en las que nada parece tener mucho sentido…

(Estreno en simultáneo en Qubit.tv)

 

LOS GANADORES,  de Néstor Frenkel

los-ganadoresA esta altura de la carrera de Frenkel debo admitir que o bien no entiendo su sentido del humor o hay algo que se me escapa en sus películas. Me pasó varias veces y me vuelve a suceder en este documental centrado en una serie de personas de distintos puntos del interior del país que tienen desconocidos programas de radio y de televisión por cable y que, según parece, tienen la costumbre de organizar ceremonias de premios y dárselos los unos a los otros. Se trata de premios de un valor nominal y sin ningún sentido real, pero los conductores de estos programas se vanaglorian de ellos y los exhiben y cuentan por decenas.

La película no investiga mucho en cómo funciona el sistema pero queda claro que son casi arreglos comerciales entre todos estos programas: uno de ellos organiza un evento con comida y números musicales, los demás viajan allí y pagan una entrada, el organizador cubre gastos (y tal vez se haga algún dinerillo) y todos se aseguran un premio en la ceremonia. Y luego se hará lo mismo en otro lugar. Y todos contentos. La película se toma en broma o de manera condescendiente a estos personajes que, si bien pueden no ser la salvación de la radiofonía o la televisión argentina (queda claro que no aparentan ser grandes programas los que hacen), no le hacen daño a nadie y se ocupan de lo suyo de la mejor manera que saben o pueden hacerlo. Sí, se entregan mutuamente sus premios y eso los alegra o les sirve de raro y autogenerado estímulo. Y punto. Tampoco el filme los acusa de estafar a ninguna entidad pública: es un juego al que todos juegan y en el que todos saben las reglas. Nadie engaña a nadie o al menos eso parece.

No me queda claro si la mirada de Frenkel es de simpatía, de condescendencia, de parodia o directamente si se burla de ellos. Preferiría entenderla de la primer manera (como es el caso del cine de Christopher Guest) pero por algún motivo en la manera en la que estos personajes están filmados y las respuestas que dan a las preguntas que se les hacen tengo la impresión que la película se burla un poco de ellos. Tal vez no sea eso lo que busca Frenkel, pero me resulta imposible no verlo ahí, en cada plano. O, tal vez, es un tipo de humor que a mí no me terminará nunca de cerrar.

(Malba, sábados a las 22)