No-estrenos: crítica de “I Love You, Daddy”, de Louis CK

No-estrenos: crítica de “I Love You, Daddy”, de Louis CK

por - cine, Críticas, Streaming
11 Dic, 2017 09:09 | comentarios

Con su estreno cancelado en todo el mundo debido a las acusaciones de acoso sexual admitidas por el realizador, la tercera película del creador de «Louie» puede ser vista como una historia, en clave autobiográfica y terapéutica, acerca de las complicadas vidas sexuales y románticas de sus protagonistas. Este filme que homenajea al cine de Woody Allen, tanto en lo estético como en lo temático, pone en juego de forma descarnada temas que hoy están en las primeras planas.

El caso de I LOVE YOU, DADDY es uno de esos momentos fuertes en la historia de la crítica que seguramente tendrá repercusiones durante mucho tiempo. Como sabrán, su director, guionista y protagonista, Louis CK, fue acusado por varias mujeres de agresiones y abusos sexuales en una nota que se publicó muy poco antes del estreno comercial del filme en Estados Unidos lo que llevó a la distribuidora a cancelar el estreno y, al comediante, a ser echado de todos sus trabajos para compañías como Fox, Netflix o HBO, desde las series que producía a sus especiales de comedia. Lo curioso respecto al filme es que sus primeras críticas datan del Festival de Toronto, en septiembre, cuando estas acusaciones que él mismo reconoció como ciertas eran sólo rumores. Y fueron en su mayoría buenas o muy buenas. En cambio, las que se publicaron cuando todo estalló, en muchos casos escritas por las mismas personas, pasaron a ser pésimas.

Es cierto que puede resultar dificil separar al artista de su creación —especialmente en un filme que pide ser leído en clave relativamente autobiográfica, como lo es casi toda su obra—, pero resulta un poco hipócrita de parte de ciertos críticos cambiar radicalmente de opinión sobre un mismo producto artístico. Claro que la película (cuyos ejes incluyen temas de política sexual, abusos, acosos) deja de ser leída como producto y pasa a ser analizada casi terapéuticamente, pero al fin y al cabo sigue siendo la misma. Y cambiar de opinión para acomodarse a las noticias del momento es un poco demagógico de parte de críticos que no quieren “quedar pegados” en la defensa de la obra de un confeso acosador.

I LOVE YOU, DADDY sigue siendo un producto puramente “Louie”. Tiene todos los temas y características que definen su obra, en especial su programa de TV que lo hizo famoso. La diferencia es su cinéfilo blanco y negro, su 35mm, y su estilo reminiscente de clásicos de Hollywood pero con personajes que parecen sacados de una película de los años ‘70. El modelo más evidente que elige CK es Woody Allen, un artista que él siempre ha admirado y que atraviesa problemas relativamente similares a los suyos en la vida real. La película remite a MANHATTAN y a STARDUST MEMORIES (RECUERDOS se llamó aquí) y lidia con los problemas que enfrenta Glen, un famoso guionista y productor televisivo (CK) cuando su un tanto caprichosa y consentida hija de 17 años (Chloë Grace Moretz) empieza una relación afectiva/amistosa con Lesley Graham, un veterano y respetado cineasta al que su padre admira (John Malkovich), y de quien se rumorea que tiene un caso de abuso y al que le gustan las chicas menores de edad.

Glen tiene además inconvenientes laborales ya que se comprometió a tener lista una serie en pocos meses pero no sólo no ha escrito nada sino que cuando conoce a una bella actriz que lo busca y admira (Rose Byrne), inicia un affaire con ella y decide cambiar toda la trama y echar a la contratada protagonista para la desesperación de su atribulada asistente (Edie Falco). Otros personajes menores los encarnan Helen Hunt como la ex esposa y madre de la niña y Pamela Adlon como otra ex que sigue siendo amiga de Glen y de su hija.

La película en sí es casi de tesis. Y una tesis que, en este momento en el que el tema del abuso sexual está en boca de todos, es casi peligroso, ya que echa grises y siembra dudas acerca de las relaciones sexuales o románticas entre mayores y menores de edad. El está espantado con la idea de que su hija de 17 esté con este supuesto depredador de 68 pero a su alrededor muchos no creen que sea tan problemático ya que, le dicen, no hay grandes cambios entre tener 17 y los 18 que la chica cumplirá en unos meses, y que es normal que los jóvenes experimenten. Y, además, le aseguran, las acusaciones son “sólo rumores”, algo que hace un evidente ruido tomando en cuenta que esa siempre fue la defensa de Allen y CK.

El problema de la lectura a posteriori del filme es que pone todo su centro en eso cuando en realidad, tal como pasaba con la serie LOUIE, el principal tema parece ser el de la paternidad. Glen no puede ponerle límites a su manipuladora hija y si bien sabe que su relación con Lesley es inaceptable, termina dejándose manejar por su hija. Glen es más que nada víctima de su propia inoperancia y falta de carácter, aunque también se lo muestra como alguien fácilmente manipulable por las mujeres, además de estar en crisis con su trabajo y su vida.

La película tiene algunos serios problemas de ritmo (digamos que no “empieza” hasta la media hora) y algunas decisiones formales son un tanto discutibles o de pobre resolución. Es como si un cineasta no del todo ducho en el sistema visual y narrativo clásico de Hollywood decidiera hacer una película “a la antigua”. Pero en realidad, y como pasaba en HORACE & PETE, el realizador parece beber más de cierto teatro realista/psicologista norteamericano que del cine clásico. Hasta en eso la película imita los modos del Allen de fines de los ‘70.

Pero lo más fuerte del filme es el hecho de que trabaja de manera siempre al borde de lo políticamente incorrecto temas que hoy se han vuelto muy sensibles. Proponer o mostrar los deseos y perversiones sexuales de los adolescentes, poner en debate si la relación entre un adulto y una menor constituye o no violación (el personaje de CK cree que sí), dar a entender que una relación entre un productor y una actriz la manipulación puede ser mutua es entrar en zonas a esta altura casi peligrosas. Y si se toma en cuenta lo que se supo después funciona como una suerte de terapia en vivo de un hombre seguramente conflictuado y torturado que sabe que cometió actos inapropiados y que no tiene idea de cómo lidiar con ellos.

Algunos lo verán como un alegato, un pedido de defensa, una justificación basada en la idea de que “la gente es complicada”. Otros, casi como un pedido de auxilio. Lo cierto es que las circunstancias llevaron a que I LOVE YOU, DADDY deje de ser una comedia dramática para pasar a ser un drama hecho y derecho, casi confesional, uno al que por circunstancias ajenas a la trama en este caso sí puede considerarse una “tragicomedia”, subgénero tantas veces mal utilizado por la crítica. Es difícil reírse en ciertas escenas o diálogos sabiendo lo que poco después iba a pasar en la vida de quien escribió y dirigió ese guion. Pero la película sigue planteando ideas y temas inquietantes. Y es deseable que dentro de cierto tiempo puedan analizarse desde perspectivas no tan invadidas por las noticias del día. De haberse leído así las películas en los ‘70, Woody Allen no tendría una carrera.