Cannes 2018: crítica de «Ash Is Purest White», de Jia Zhangke (Competencia)
La nueva película del realizador chino es una suerte de recorrido por su propia obra y por los cambios que tuvieron lugar en su país en este siglo, con una resistente mujer –encarnada por la musa del director, Zhao Tao– como protagonista de una historia violenta de amor y desencuentros.
La nueva película del realizador chino lo encuentra en un modo «balance» haciendo de alguna manera un repaso de sus temáticas preferidas en un filme que parece compilar ideas y recursos formales de muchas de sus otras películas. Un filme acerca de los cambios económicos en la China del siglo XXI, ASH IS THE PUREST WHITE tiene a Zhao Tao –la protagonista de muchas de sus previas películas– en el rol de Qiao, una mujer de armas tomar (en este caso, y como deja en claro la foto que abre esta nota, es literalmente) que debe enfrentar una serie de cambios, viajes y dificultades en el curso de quince años.
Qiao está en pareja con Guo Bin (Liao Fan), un miembro del jianghu, el bajo mundo de Datong, una ciudad de Shanxi, provincia de la que es oriundo el realizador y en la que filmó la mayor parte de su obra. Junto a él manejan un lugar de juego y apuestas, y parecen tener bajo control a un pequeño y un tanto patético grupo de malandras de barrio. Hasta que una serie de violentos ataques contra varios de ellos de parte de rivales más jóvenes empieza a traer peligro real a sus vidas. La primera de las tres partes del filme concluye con una densa y peligrosa situación que Qiao resuelve pistola en mano pero que deja graves consecuencias en su vida, la de Bin y en las de todos los que los rodean.
Las otras partes suceden varios años después, un poco como en el caso de MOUNTAINS MAY DEPART, y en ellas se continúa la historia de Qiao, que corre en paralelo con las alteraciones socioeconómicas del país. China se va volviendo más y más moderna con el correr de los años provocando todo tipo de desequilibrios sociales, económicos y culturales, y Qiao tiene que arreglárselas para sobrevivir como sea, usando su inteligencia y sagacidad, y muchas veces burlando al sistema.
En cierto sentido los tiempos y los modos del filme están dictados por los de la carrera del realizador, como si el de ASH IS THE PUREST WHITE fuera un recorrido por personajes paralelos que quedaron fuera de campo en sus películas anteriores. La primera parte tiene más relación con películas como XIAO WU, PLATFORM y UNKNOWN PLEASURES (el personaje de Zhao Tao ahí se llamaba también Qiao); la segunda con las locaciones y escenarios de STILL LIFE y DONG (y transcurre en el mismo año que se filmaron esas películas) y la última con el cine más reciente del realizador, como A TOUCH OF SIN y MOUNTAINS MAY DEPART.
Con 140 minutos, a la película puede sobrarle acaso algunos en el final, pero más allá de eso es una compleja mirada a un fenómeno tan inabordable como es el de los cambios en la China de este siglo, desde la llegada de la música pop en inglés y los «bailes de salón» («YMCA» cumple aquí el rol que cumplía «Go West» en la película anterior de Jia) a los trenes ultraveloces y las grandes obras de ingeniería y arquitectura que cambiaron para siempre la cara de ese país dejando a la vez muchas víctimas en el camino. Qiao es una sobreviviente. Como muchos de los habitantes de ese país, es alguien que, con resiliencia y coraje, trata de sobreponerse a un universo que se vuelve irreconocible a su alrededor.