Cannes 2018: crítica de «Carmen y Lola», de Arantxa Echevarría (Quincena de Realizadores)
Esta opera prima española cuenta la historia de dos chicas adolescentes de la comunidad gitana de Madrid que inician una complicada historia de amor en medio de una cultura tradicionalista y conservadora que tiene otro tipo de rol en mente –matrimonio, hijos, cuidado del hogar, etc– para las mujeres.
La opera prima española CARMEN Y LOLA combina cierto realismo en su puesta en escena con una narración más cercana al cuento de hadas clásico a la hora de contar la historia de una chica adolescente lesbiana en una comunidad gitana muy tradicional y especialmente represiva con ese tipo de cosas. Lola, la protagonista, tiene 16 años y si bien cumple con los requisitos formales de sus obligaciones familiares (trabaja en el mercado con ellos, cumple con algunos de los mandatos paternos) se distingue porque estudia en una escuela con «payos» (no gitanos) y es la única gitana allí ya que a las adolescentes en su comunidad se las prepara más para el matrimonio que para otra cosa. Y, secretamente, porque le gustan las chicas, algo prohibidisimo en ese mundo que no parece haberse enterado de la existencia de ningún movimiento de liberación de la mujer.
Por otro lado está Carmen, una chica más convencional. Tiene solo un año más que Lola pero no solo parece mucho mayor sino que ya se está preparando para ser «pedida» en matrimonio, formal y tradicional ceremonia de «entrega» de la niña para la casi arreglada boda. Parece feliz con su lugar más clásico en este mundo: quiere casarse, trabajar una peluquería, tener hijos y dedicarse a ellos y a su marido de por vida. Pero Lola y Carmen se conocen en el mercado. Y empiezan una amistad que se complica cuando Lola, con Carmen ya «pedida», le deja en claro su interés por ella, lo que llevará a una serie de complicaciones, amoríos, problemas y conflictos de todo tipo: personales, entre las dos y, potencialmente, con el resto de la comunidad.
CARMEN Y LOLA será, seguramente, uno de los crowdpleasers de esta edición de la Quincena. Es ese tipo de película que logra el apoyo popular aunque despierte dudas en cierta parte de la crítica, como sucedió con MUSTANG años atrás. Es una película efectiva y también efectista que se sostiene en base a una situación que si bien existe y es muy dramática está contada aquí de un modo excesivamente convencional. Las oposiciones y enfrentamientos son bastante previsibles en un película que casi nunca va a fondo con su tema sino que se contenta con mostrar la parte más colorida y accesible del problema, tanto desde lo sexual (es una película tímida en ese sentido y a la vez coquetea con cierto lesbian chic) como desde lo familiar.
Si bien es cierto que ese tono medio inocente de CARMEN Y LOLA (parece una película de la sección Generation de la Berlinale) hace que no caiga en excesos de crueldad, a la vez le impide llegar a verdades más profundas y personales. Las actrices en su mayoría no profesionales (en especial las dos protagonistas, además de una amiga de Lola y su madre) están muy bien pero la verdad emocional que desprenden no llega a sentirse a fondo por un guion que prefiere manejarse casi siempre al borde del estereotipo (Lola pinta, hace graffitis con palomas y… nunca vio el mar) y que raramente escapa a esa clara marcación narrativa. Es una pena que la realizadora no haya tratado de ir más a fondo en su búsqueda porque el tema es fuerte, complicado y actual, pero la película va por el trazo grueso y no lo logra mostrar en toda su complejidad.