Cannes 2018: crítica de «Petra», de Jaime Rosales (Quincena de Realizadores)
La película del director español es una mezcla arriesgada pero por lo general bastante efectiva entre una trama de tragedia griega y una puesta en escena más moderna y naturalista. Brilla Bárbara Lennie en un drama de densos secretos y mentiras familiares.
La nueva película de Jaime Rosales combina un tipo de historia y un modo formal de contarla bastante distintos entre sí. Por un lado, PETRA es una tragedia griega hecha y derecha, con casi todos los requisitos que ello implica. Pero, por otro, el realizador español cuenta esa potente y compleja trama utilizando recursos más modernos, ya típicos de su cine, de naturalistas actuaciones y largos planos en los que la cámara circula con una libertad alejada de cualquier registro más tipo teatral en el que este tipo de trama acostumbra encontrarse cómoda.
Ese choque fascina y desconcierta a la vez ya que enfrenta modelos casi opuestos: la fuerte manipulación dramática de los contenidos frente a la apariencia casi documental de la puesta. Aquí funciona muy bien, especialmente durante su primera hora, ya que en la segunda el peso trágico se siente manipulativo en exceso, bordeando en lo narrativo el culebrón.
Bárbara Lennie encarna a la Petra en cuestión, una mujer que viaja a la zona de Girona a hacer una residencia artística con Jaume, un famoso y veterano escultor. A lo largo de su estadía allí conoce a Lucas (Alex Brendemuhl), el hijo de Jaume, que tiene con su padre una difícil relación. El artista en cuestión, dicen todos, no es un hombre sencillo y cuando finalmente aparece nos damos cuenta que es aún peor de lo que decían.
La película irá explorando ese juego de relaciones en el que hay que incluir también a la esposa de Jaume (Marisa Paredes), a la cuidadora del caserón en el que viven y a la familia de ella, víctima de uno de los actos un tanto perversos del patrón. Rosales divide el filme en capítulos no necesariamente cronológicos por lo que iremos conociendo situaciones y motivaciones del pasado de a poco, motivaciones que explican algunas de las extrañas decisiones de los personajes.
La evolución dramática del filme irá en subida en esa primera hora que mezcla intrigas familiares con una puesta en cuadro naturalista. Después de ciertas revelaciones la película entrará sin embargo en una zona un tanto inexplorada que funciona de manera más tentativa.
Sin revelar demasiado la compleja trama de secretos y mentiras familiares del filme lo cierto es que Rosales plantea esta saga como una suerte de exploración sobre la idea del mal, la humillación y la traición, dejando para el final una posible luz al final del pasillo, la esperanza de que nuevas generaciones logren evitar esa cadena de horrores del pasado que se sigue sintiendo hasta el presente y se seguirá sintiendo en el futuro si nadie logra cortar ese perverso ciclo.