Estrenos/Cannes 2018: crítica de «Fahrenheit 451», de Ramin Bahrani (HBO)

Estrenos/Cannes 2018: crítica de «Fahrenheit 451», de Ramin Bahrani (HBO)

por - cine, Críticas, Estrenos
27 May, 2018 02:20 | Sin comentarios

Flojíisima adaptación de la clásica novela de ciencia ficción de Ray Bradbury, protagonizada por Michael B. Jordan («Pantera negra») y Michael Shannon («La forma del agua») que licúa en una banal cadena de slogans y consignas la inquietante temática del texto original.

El problema de la adaptación cinematográfica (bah, televisiva, ya que sale por HBO, pero es una producción costosa y hecha para ser vista en pantalla grande) de FAHRENHEIT 451 es el que están teniendo, o tendrán, casi todas las adaptaciones literarias de distopias futuristas en los próximos años. Están tan teñidas de una necesidad de ser actuales, de «bajar línea» si se quiere, que poco y nada de lo que han convertido a estas piezas en grandes obras de la ciencia ficción tiende a salvarse.

Hay diferencias, claro. El caso de THE HANDMAID’S TALE, sin ir más lejos, también está en exceso atravesado por el contexto y la necesidad de subrayar cualquier tipo de metáfora acerca de cómo lo que transcurre en la ficción se conecta con la situación política actual en el mundo y, especialmente, en los Estados Unidos. Pero allí han logrado sostener una estructura dramática importante y unos personajes fuertes que logran que la serie no sea solo una procesión infinita de slogans.

En FAHRENHEIT 451 nada de eso sucede. Desde el guion a la puesta en escena, de las actuaciones a las secuencias de acción, de las frases –parlamentos, monólogos– que los distintos personajes dicen a los situaciones que atraviesan, todo está tan pero tan marcado por la necesidad de «decir algo sobre los Estados Unidos hoy» que no solo no existe una sola situación creíble que sostenga ese discurso sino que el propio discurso por momentos se vuelve absurdo, al borde de la verguenza ajena o de la risa burlona del espectador. Hay momentos del guion escrito por un cineasta habitualmente sutil e inteligente para tratar temáticas de este tipo como Ramin Bahrani (el director de MAN PUSH CART y 99 HOMES aquí, con la colaboración del veterano Amir Naderi) que son difíciles de creer en una producción de estas características. Hay diálogos, sin ir más lejos, que serían tachados por un profesor de guion de primer año.

Más allá de las diferencias que pueda tener con la novela de Ray Bradbury de 1953 –que son varias pero no necesariamente el problema principal–, lo que deja entrever esta película de HBO es una falta de trabajo serio en el guion, un total desinterés por generar algo más que un material que proponga alguna discusión pública sobre la censura o la falta de libertad de prensa. Pero cuando el material es tan mediocre esa discusión jamás puede materializarse y lo único apreciable de la película –que es su parte técnica/visual– desaparece bajo el sentencioso peso de las escenas que, una tras otra, no hacen más que acentuar la mediocridad del producto final.

La situación planteada, por cierto, parece mucho más realista que cuando Bradbury la escribió. Un mundo dominado por corporaciones, donde todo llega a través de pantallas y voces tipo Siri que nos dicen casi todo. A la vez esas corporaciones tecnológicas han alterado la historia de una manera tal que no hay forma de tener otra versión del pasado que la oficial, especialmente porque el poder se ha ocupado literalmente de quemar todos los libros que podrían generar alternativas a ese discurso único. Salvo, claro, que uno se salga del sistema y pase a formar parte de la rebelión.

Los protagonistas aquí son el Capitán Beatty (Michael Shannon, haciendo su rol de villano de memoria) y su compañero Guy Montag (Michael B. Jordan, muy lejos de sus mejores actuaciones), quienes se dedican a encontrar y quemar libros en un show televisivo/online seguido con fervor fascista en redes sociales por millones de espectadores que celebran cuando incendian literatura y también a sus dueños. Los rebeldes se dedican a subir libros electrónicos a una internet paralela (la oficial, llamada 9, está controlada) pero también están los que preservan, como pueden, los buenos y viejos libros en papel, todos títulos del canon norteamericano universitario más predecible.

Hay espías, y contraespías, gente que vende y trafica información y quienes delatan a los suyos. Pero el principal eje será el giro –abruptísimo– de Montag de perseguidor a perseguido, de censor a censurado, de ciego seguidor de las reglas y normas a una suerte de mesías del «freedom of speech», algo que rápidamente sucede apenas empieza a leer y las ideas fluyen de su cabeza de un momento a otro. De no leer nunca nada en su vida a una profunda comprensión de Dostoievsky y similares, como por arte de magia, Montag es otra persona.

Los ejes y motivos son similares a los de Bradbury pero, escena tras escena, la película de Bahrani va volviéndose más burda y torpe, con personajes recitando frases clásicas de libros en voz alta, con pronunciamientos propios de una pieza teatral escolar y una sensación casi de sermón religioso a la hora de reiterar una y otra vez, y cada vez en un tono más alto, los mismos conceptos. Nobles, genuinos y preocupantes, de eso no hay duda, pero que ameritan producciones a la altura de la fama del material original.

(Por distintos canales de HBO: lunes 28/5, miércoles 30/5, domingo 3/6, lunes 4/6 y miércoles 5/6, ver horarios en www.hbomax.tv)