
Streaming/Cannes 2018: crítica de “Happy As Lazzaro/Lazzaro felice”, de Alice Rohrwacher (Netflix)
La tercera película de la directora italiana de “Las maravillas” combina neorrealismo y fábula para contar una querible, amable y finalmente conmovedora historia sobre los eternos marginados del sistema. Ganadora del premio al mejor guión en el Festival de Cannes, llega directamente vía Netflix.
Trayendo a la actualidad ciertos modos del neorrealismo como parecía que los cineastas italianos ya se habían olvidado cómo hacer, la tercera película de la directora de LAS MARAVILLAS cuenta una fábula popular en un tono que hace convivir la poesía, el mito y la dura situación social de los marginados en distintas épocas y ciudades italianas. Es una de las mejores y más nobles películas de la competencia internacional, una que no debería irse sin premios de aquí.
LAZZARO FELICE (HAPPY AS LAZZARO) se basa, aunque no lo parezca, en una historia real que sucedió en una zona cercana a Roma en los años ‘80, en la que una mujer de la nobleza mantenía a sus trabajadores del campo de la zona de Inviolata trabajando en condiciones propias de la esclavitud. La película, sin embargo, no hace eje en eso directamente (ni tampoco es tan clara la época en la que sucede) sino que prefiere centrarse en las relaciones entre ambos grupos y en las familias de los laburantes del lugar. De la gran cantidad de personas que trabajaban en el campo o en la casa de la Reina de los Cigarrillos, la Marquesa Alfonsino de Luna, la película ira centrándose en Lazzaro (Adriano Tardiolo), un adolescente un tanto simplón y muy colaborador a quien todos los demás usan para, básicamente, hacer los mandados.
Una de las personas que más traba una suerte de amistad con el buenazo de Lazzaro es Tancredi, el hijo de la Marquesa. Lazzaro no hace mucho más que escucharlo parlotear a este rubio vanidoso pero ambos se tienen quizás como única opción: nadie más parece prestarles atención. Lazzaro es callado, no dice casi nada y tiene una cara luminosa y una sonrisa amable, de esas que lo transforman claramente en una suerte de santo, al menos para todos los que vimos películas clásicas italianas.
La pelicula funcionará en modo registro de las actividades de ellos dos y de otros “contadini” a lo largo de más de una hora que podría ser un poco más breve. De todos modos, uno sospecha que algo raro sucederá porque el citado aspecto angelical de Lazzaro nos lo dice casi directamente. Y eso finalmente sucede aunque tal vez lo mejor sea no adelantarlo acá. En principio digamos que la historia hace un giro propio de una fábula y como si esto fuera ALICIA EN EL PAIS DE LS MARAVILLAS pasamos a otro tiempo y a otro lugar con algunos de los mismos personajes pero en circunstancias muy distintas, al menos en lo aparente.
En ambas instancias, sin embargo Rohrwacher mostrará su maestría para el retrato de estas comunidades/familias ensambladas, grupos de bajos recursos económicos y costumbres bastante peculiares, muchas de ellas también muy graciosas. A ese neorrealismo de pura cepa le incluye un costado fantástico que la acerca a películas como MILAGRO EN MILÁN, pero sin un componente religioso directo, sino más bien utilizado en segundo plano.
Lazzaro y la película toda funcionan como testigos humanos de décadas de abusos económicos con los pobres, pero sin volverse demasiado sentimental ni romántica. La directora prefiere apostar por cierto humor absurdo para retratar a algunos de los miembros de esta comunidad en sus dos muy diferentes momentos, poniéndose de su lado pero sin subrayar el costado moral del cuento. Para eso la presencia de Lazzaro como testigo —una versión neorrealista de Forrest Gump, quizás— es más que suficiente. Su cuerpo sin peso, su mirada tierna y su sonrisa leve son todo lo que uno necesita para entender lo que pasa y lo que falta en los treinta años de historia italiana que la película retrata: compasión, inocencia, amor por el prójimo. A su manera Lazzaro funciona como un Cristo contemporáneo y la película como un cuento bíblico para estos tiempos terriblemente injustos.
Diego, sólo espero que no sea Jesús de Montreal, que está en mi lista negra, je.
En la peli se nota una terrible nostalgia por la vida campestre de la Italia rural de fines de siglo 19 y principios del 20. Es una crítica a la sociedad moderna (representada como un lobo feroz) con sus comodidades que fomentan el individualismo y la desconfianza. La felicidad de Lázaro es justamente aquella felicidad simple, inocente y sin ambiciones de los campesinos que una vez fueron el motor de Italia y que hoy ya no existen. La pelicula parece decir: «Hemos perdido ese bello, colorido y pueril mundo, ¿para obtener qué? Sólo para convertirnos en seres apáticos y prosaicos faltos de toda inocencia y belleza».
Sin ánimos de polemizar, para nada de acuerdo con tu análisis. Italia tiene muchísimos lugares que aún conservan esas virtudes de la gente de antaño. Toda Sicilia es prueba de eso. La gente allí es muy cálida y aún trabaja la tierra. Es cierto que todo se ha ido modernizando y se han abierto industrias diferentes, pero basta conocer el sur de Italia para ver una mezcla entre modernismo y la europa rural del 1900. Tampoco concuerdo con lo del lobo, no representa la sociedad moderna, justamente es el lobo quien resucita a Lázaro y luego le quita la vida en la escena final. En fin, es demasiado largo para explorarlo en un sólo comentario, pero bienvenidas las películas que hacen pensar y debatir.
La película me pareció toda con un tinte religioso,muy italiano, adorable en la manera de presentar a sus personajes.
Seas o no católico la dulzura del mensaje te atrapa
Saludos, me encantó la película, por qué no envejece Lázaro ? ( Me parece. Domingo Savio).
Hola, Javier. Durante toda la película se notan elementos similares al «realismo mágico» de García Márquez (como el soplido del niño que le vuela los pelos a Tancredi, o el perro increiblemente longevo de Tancredi). El hecho de que Lazzaro no envejezca parece ser uno de esos elementos.
Otra interpretación posible es que Lazzaro murió al caerse del cerro y el que volvió fue su espíritu, con el objetivo de que sus ex-vecinos encontraran la felicidad en ocupar la antigua villa.
Hola, tenés razón, que parecido el rostro de Lazzaro al de Domingo Savio. Es un rostro hermoso que emana bondad, dulzura y amor, tiene esa luz de santo. Yo también pienso que Lazzaro murio al caerse, era lógico después de caer tan profundo. Los lobos representan a la gente, que algunas veces nos ayudan ( cuando revivió) y otras nos hunden hasta matarnos sin razón alguna ? (la gente en el Banco) Apenas la ví ayer por Netflix. Saludos desde ??
Bellísimo relato cinematográfico