
Columna: mis problemas con las series
¿Las series están en crisis o el que está en crisis con las series soy yo? Una pregunta abierta a los lectores y un ejercicio de pensar en qué se ha convertido un formato que prometía revolucionar el consumo audiovisual en el siglo XXI y que hoy parece repetirse en fórmulas ya probadas.
No sé muy bien por qué les cuento esto, pero supongo que en alguna medida (me) intento explicar los motivos y circunstancias que me llevaron a entrar en crisis con el consumo de series. Hay dos o tres hechos coincidentes y personales. Por un lado, tras la eterna tarea de trabajar en la programación de la sección de un festival de cine sentí que necesitaba descanso de cierto tipo de películas, llamémosla, «difíciles». Me refiero a buena parte del cine de autor que se presenta en ese tipo de festivales. Más allá de la mejor o peor calidad de cada una de esas películas, después de ver alrededor de 200 ejemplares uno necesita una suerte de vacaciones de esa suerte de subgénero.
Este año fue más fuerte que otros para mi por la cantidad de películas vistas y el )poco) tiempo empleado en hacerlo. Por eso es que me tomé 15 días de vacaciones en los que no vi más que un par de películas de superhéroes en viajes de avión (AQUAMAN y CAPITANA MARVEL) y tampoco las pude disfrutar demasiado. Ver algún que otro título comercial de estreno reciente (TOY STORY 4, la nueva de SPIDER-MAN) me dejó en claro que todavía no estaba preparado para regresar al cine. Son películas que a todos gustaron más que a mí. Yo las atravesé como quien mira una publicidad que vio mil veces: eran imágenes que pasaban delante de mis ojos pero mi cabeza estaba en otro lado.

La opción clásica de «descanso» post-festivalera –además de la música, la lectura o, bueno, la abstinencia de consumir productos audiovisuales– suelen ser las series. Demandan una atención menor, son accesibles, se consumen rápido y, si son buenas, se disfrutan bastante. Así lo hice pero, a diferencia de otros años, no funcionó. Empecé por ASI NOS VEN, de Ava DuVernay: no llegué a terminar el segundo episodio. Luego arranqué con BETTER THINGS, una serie que me gusta bastante y que anda por la tercera temporada: la dejé de ver, bastante irritado, al cuarto episodio. Iba a intentarlo con STRANGER THINGS o BIG LITTLE LIES, pero ya preveía que me iba a suceder algo parecido. Al día de hoy solo vi el primer episodio de la segunda y no me tentó para nada continuar. Y ni me acerqué a la tercera temporada de THE HANDMAID’S TALE.
Pero lo peor sucedió con YEARS AND YEARS. Venía leyendo muchas recomendaciones sobre la serie y me pareció que era un opción posible para estas semanas en las que uno busca un entretenimiento accesible y, si se quiere, una narrativa clásica y eficiente. El primer episodio me interesó, el segundo un poco menos y promediando el tercero sentí que estaba desbarrancando hacia ninguna parte. Por inercia la seguí viendo hasta el final y no hizo más que empeorar, al punto de terminar de verla no solo con un poco de vergüenza ajena sino hasta con desconfianza acerca de las recomendaciones que circulan por los medios norteamericanos y las redes sociales. Podría hasta decir que YEARS AND YEARS me hizo entrar en crisis con el consumo de series. No vi nada desde entonces. No sé si estoy preparado para retomar el consumo. Siento que algo se rompió ahí entre ellas y yo.

El «problema de las series», creo, excede mi experiencia y me imagino que es algo que tarde o temprano empezará a ser tema de conversación general: ¿Estamos ante una saturación de series? ¿Se hacen segundas y terceras temporadas de miniseries que funcionaron solo para aprovechar el envión sin ninguna idea por detrás? ¿Hay ideas visuales e historias más o menos originales que justifiquen la existencia de más de 500 series anuales? Creo que no las hay. Que el formato entró en la etapa «cancha de paddle/parripollo» como se conoce en Argentina a las modas que empiezan a extenderse tanto que finalmente cansan. Hace cinco, diez años cada nueva serie parecía ofrecer una posibilidad de descubrimiento, de encontrar algo interesante en términos narrativos (más en lo que respecta a personajes que a audacias formales) en una época en la que gran parte del consumo cinematográfico comercial se limita a los superhéroes, la animación, el terror o cierto vetusto y lustroso cine europeo que llega aquí a las salas. Pero siento que hoy eso va camino a desaparecer. O, al menos, atraviesa una severa crisis.
Se huelen las fórmulas, se repiten los esquemas, se extiende la vida útil de historias que no dan para más y, salvo pocas excepciones (TWIN PEAKS es el ejemplo más claro) no hay ningún tipo de innovación formal en ellas. Son pocas las nuevas series que apasionan –algunas son pasables y simpáticas pero raramente más que eso– y muy pocas las «veteranas» que mantienen su nivel después de varias temporadas. Y hasta las miniseries, como la citada YEARS AND YEARS, atraviesan similares problemas: demandan menos compromiso horario, es cierto, pero muy pocas veces cumplen con lo que prometen. Y lo más curioso es que la industria serial se ha vuelto tan poderosa que ya no hay muchas voces «autorizadas» que se levanten a criticarlas. El poder de la industria es tal que hoy ya tiene un importante grupo de periodistas/influencers/groupies que se dedican a promocionarlas a cambio de viajes, entrevistas y selfies con famosos. Y uno no puede confiar en nadie.

En cine, pese a todo, sigue habiendo un rigor y una virulencia crítica con los productos que se consideran malos (ver si no el pésimo recibimiento que tuvo en Estados Unidos EL REY LEON cuando se conocieron las críticas reales, unas horas después de publicarse los elogios de los influencers que habían ido a ver la premiere mundial), pero no encuentro ese rigor en la crítica de series. No digo acá en la Argentina, que es prácticamente inexistente, sino en los Estados Unidos. Sea por el motivo que fuere (la necesidad de contar con publicidad en una economía mediática complicada o la de la propia prensa televisiva para conservar la credibilidad de un formato de moda y asegurarse así sus propios trabajos), lo cierto es que no siento que haya verdad en el análisis televisivo. Hay fanatismo, de mayor o menor grado. O «kioscos».
El descanso entonces se volvió una búsqueda de explicaciones y finalmente una especie de crisis: si el cine comercial no me provoca nada y las series cada vez menos, ¿sobre qué escribir? ¿para qué mantener este sitio? Todavía no tengo respuestas. Supongo que con el tiempo y el descanso volveré a retomar mi pasión por el cine más independiente, de arte y de autor (que, digámoslo todo, es otro mundillo plagado de fórmulas con el que también estoy teniendo mis problemas). Y volverán a aparecer buenas películas comerciales. Y algunas series valdrán la pena. Pero ahora todo me parece oscuro, deprimente, triste. La sensación de que las fórmulas se llevan puesto todo y que ninguna «industria» puede escapar a ese reciclamiento de lo probado.
Por ahora mi descanso está en ver deporte (que tiene sus propios problemas, fíjense si no en la Copa América) y en el stand up, un mundo que conozco relativamente poco pero me resulta apasionante. Estoy seguro que cuando me ponga al día y vea decenas de especiales nuevos de cada año me sucederá lo mismo: veré la fórmula, la repetición, el sistema, el menos de lo mismo. Pero por ahora lo investigo como quien busca descifrar bien cómo funciona ese tan fascinante sistema humorístico/confesional. Para salir de la crisis de consumo hogareño me están resultando una buena opción. Si les gusta el género y están, al igual que yo, un tanto hartos de invertir decenas de horas en series o miniseries que terminan decepcionándolos, les recomiendo algunos clásicos del género que están en Netflix.

RICHARD PRYOR: LIVE IN CONCERT (1979) es considerado por muchos el mejor show de stand up de la historia: es una maravilla de humor social, político, racial y hasta performático, con un intensísimo y transpirado Pryor imitando los sonidos y «el habla» de animales, objetos y lo que se los ocurra con un ingenio infinito. Igual o más profano –un tanto más torpe y políticamente incorrecto de una manera que hoy no se permitiría, pero con una potencia y energía propias de un predicador desquiciado– está otro clásico: DELIRIOUS, del entonces jovencisimo (tenia 22 años; el show es de 1983) Eddie Murphy. Sus imitaciones son increíbles aunque el show no es apto para «espíritus sensibles». Y, para cerrar, otro clásico que sí funciona con todo tipo de público: Jerry Seinfeld. En 1997, luego de terminar su serie hizo unos shows para «retirar» su repertorio de muchos años. I’M TELLING YOU FOR THE LAST TIME es el título de la despedida que Jerry le da a esas observaciones, algunas de las cuales seguramente ya escucharon los que vieron SEINFELD. Es puro disfrute, en la época de oro de un comediante que hoy siempre parece estar al borde de convertirse en una parodia de sí mismo.
Me queda como curiosidad preguntarles a ustedes si les sucede algo parecido, si se empezaron a cansar de las series, a notar sus repetitivas fórmulas, su falta de ideas nuevas, su rechazo a romper moldes formales y si están siendo más selectivos que antes con el género. ¿O soy simplemente yo? Imagino que no, que más allá de mi agotamiento personal, hay algo que no está funcionando demasiado bien en el negocio y es hora de revisarlo. Mientras eso no suceda, me/nos quedará las risas que –en una hora y sin más compromiso de tiempo que ése– nos puede generar el mejor stand up. Se los recomiendo. No cura nada, pero como decían en una vieja revista que compraban mis padres, son un remedio infalible.
Me sucede igual.
En el mejor de los casos terminó el capitulo 1. Ya en el 2 muestran la hilacha: abren puntas que cierran y vuelven a abrir y así indefinidamente.
Creo que lo que te sucede se debe a todas las causas que mencionás: saturación de cine, sobreproducción de series de baja calidad, etc. Dejar de ver te va a hacer bien, te diría que leas más y no novedades, leé clásicos que no hayas leído, por decir Mansilla, Dostoyevski, Roth, Faulkner, cualquiera. También podrías rever clásicos del cine o películas que te hayan gustado mucho de otras décadas, entendiendo que viste prácticamente todo lo bueno. Personalmente el stand up me parece aborrecible, es realmente un formato siempre igual y entiendo que te vas a hartar más temprano que tarde si lo consumís mucho.
De cualquier forma es imposible que se produzcan tantas películas y series de muy buena calidad. No se puede pretender ver todas las semanas una nueva y gran serie o película. En parte porque es el arte que más necesita plata para hacerse, y la cuestión financiera hace que se estandarice mucho, por lo tanto se pierde mucho el valor del autor. Las series que me gustan tienen atrás un autor muy serio como Simon o Wiener que piensan y desarrollan con mucho trabajo sus productos. En fin, cuántos buenos cuadros se pintaron por decir en 1956? Cuántos libros que leerías hoy con placer se escribieron en 1962? Ni idea, pero no deben ser más de 20. Bueno, si en esos años sólo querías consumir novedades no te iba a alcanzar. Con las series y películas pasa lo mismo, hay que bajar el ritmo de consumo, ver un capítulo por día es algo muy placentero, y volver a ver los clásicos o aquello que nos parece extraordinario, para poner en perspectiva lo que vemos actualmente y para disfrutarlo de vuelta. Esto, claro, debe afectar tu laburo, pero el consumismo desenfrenado lleva a que todo sepa igual, a perder el valor de las cosas, medio anhedonia. O por lo menos así lo veo yo.
Mi proceso con las «recomendaciones» fue claro: a cada amigo que recomienda una película o serie, lo hago responsable. Si el resultado es malo (y no lo puede «defender» desde algún punto de vista), no le acepto más recomendaciones. Luego me di cuenta de que pasaba lo mismo con sitios de cine. «Ya es una de las series del año» y frases por el estilo engañan una vez. Si te dejás guiar por eso, terminás viendo algo que esperás que llegue con algún tipo de redención final, pero es inútil.
Después noté que el estandar está bajo para todo: te llega un video al wpp y te dicen «es buenísimo» o «me reí dos días seguidos» y te encontrás con bodrios. Está primero el afán por reenviar que compartir algo que valga la pena.
Como todo lo que funciona en pequeños sectores, la industria se encarga de reproducirlo en masa, hacerlo de menor calidad para que dure menos y hacerte sentir que lo necesitás para ser feliz.
Es cierto que según el momento de cada uno, hay temporadas para distintas cosas: a veces son series, después películas, metés random al reproductor o escuchás mucho el mismo disco. El «hallazgo» de las series en el último tiempo es que inocularon esa suerte de urgencia, de «lo tenés que ver para estar adentro». Y eso no pasa con nada, en realidad. El arte te llega en un momento, ni antes ni después.
Una cantidad te cura, una cantidad te mata.
Comparto el sentimiento, la edad dorada de las series quedó atrás, aunque siempre va a haber series buenas. Algunas recomendaciones, si alguien no las ha visto todavía, para volver a enamorarse del formato: Fleabag, Killing Eve, High Maintenance, State of the Union The Act, The Virtues.
solo Fleabag
anda al psicologo !
Coincido con al análisis de Ima. Es un poco y un poco. Estas agotado , saturado, como cualquier mortal que intente abarcar, analizar, escribir e intentar disfrutar de un volumen descomunal de contenidos en las diversas plataformas, países, géneros. Un volumen inconcebible hace… 7 años ponele, Imaginemos un crítico gastronómico, que disfrutaba su trabajo, podía darse el tiempo para analizar y comparar las diversas propuestas que surgían en la ciudad y encaraba con tiempo y entusiasmo cada restó. Pero que ahora que tiene ir a degustar, apreciar y escribir, almuerzos y cenas, todos los días sin descanso.. Termina siendo todo igual, poco lugar para la sorpresa ya, y finalmente un trabajo detestable. Por eso Lerer, mi crítico 1 de referencia, tomate por favor un descanso, bajá un cambio, reconectate un poco con el placer, en la medida que el trabajo te lo permita.
Dicho esto con total descaro, el análisis sobre el panorama de las series,….no me siento en condiciones de hacerlo, justamente por no poder abarcar ni una mínima parte del enorme espectro de series que estrenan a diario para poder hacer un balance. Pero la lógica de estos medios funciona justamente así, miden lo que la gente busca y consume, y generan contenidos para estos segmentos, más enfocados en el entretenimiento y las tramas potentes, que en el riesgo artístico. Seguramente hay propuestas estimulantes, que intentan proponer algo superador. Siempre están. Lo difícil es encontrarlas.
Sí, me pasa lo mismo. Creía que yo estaba como la remanida frase «no sos vos, soy yo». Pero por lo que veo somos muchos.
tanto es así que estoy viendo viejas peliculas turcas
El formato convencional de series lleva aparejado un pecado original, y es esa condición del creador-autor separada de la realización, y que generalmente depara un producto audiovisual mediocre. Circunstancias personales ajenas a mi voluntad me llevaron a ver series durante un tiempo, con unos pocos hallazgos (Twin Peaks, aunque ésta sí disfruta de la unidad entre creador y realizador, o Mad Men) y bastante ponzoña. Una de las peores fue The Newsroom, que más allá del tono y los discursos estomagantes, parece que la ha dirigido un mono, con una exhibición de planos aleatorios sin lógica interna, sin ideas visuales, puro residuo estético. Y me pregunto cómo un crítico de cine puede pasar estas cosas por alto, hacer abstracción total de la puesta en escena, que es la herramienta artística esencial del medio. ¿Dónde está el nivel de exigencia? ¿Nos damos cuenta ahora de que estamos viendo basura de seguido?
La solución por supuesto no está en la stand-up (es peor el remedio que la enfermedad). Hay más de un siglo de historia del cine lleno de joyas por descubrir. Y quien piense que ya ha visto todo lo bueno, es que no ha visto nada.
No digo que el stand up sea la solución. Yo me refería a buscar un entretenimiento liviano en medio de las exigencias de ver películas para festivales todo el tiempo. Obvio que también puedo ver muchas de las películas que me faltan ver de la historia del cine (que son bastantes), pero en ese momento precisaba algo más liviano. Quizás tengas razón: lo más liviano que puedo encontrar son algunos clásicos. De hecho, hasta podría volver a ver cosas que vi hace mucho tiempo y no recuerdo bien.
saludos
d
Creo que hay un cambio en estos tiempos que todavía no podemos digerir del todo. El streaming. De esperar los capítulos por semana a poder ver la serie entera en un solo día hay una diferencia enorme. De tener esas series semanales, llamémosla ahora tradicionales en los canales de cable, a pasar a todo un universo de streaming donde estrenan series TODOS LOS MESES y las recomendaciones se multiplican por miles y donde para estar AL DIA tenes que verla toda de una vez, te termina provocando una saturación que no te deja ver lo bueno de lo malo.
Siempre va a haber buenas series o miniseries que realmente valgan la pena, pero ante la sobreexposición se termina cayendo todo en la misma bolsa. El streaming cambio la forma de ver las series para siempre, además cada vez hay mas plataformas que se crean para competirle a Netflix, lo cual hace que todo se siga multiplicando casi hasta el infinito. Eso hace que algunas pasen al olvido ràpidamente sin tener una segunda temporada que valdría la pena haber visto.
En los primeros tiempos del streaming no importaba el rating y las series tenían una continuidad y el final que se merecían, ahora hasta ese formato ha logrado de alguna manera reemplazar lo que era el rating tradicional por otra medición que determina si una serie siga o no o si una miniserie de pronto se transforma en serie.
Habrá que convivir con esta nueva forma y tratar de separar la paja del trigo. Algo que cada vez se hace más difícil.
Bueno, pensè que era un outsiders pero leo que no es asì. Las series estàn en franca decadencia y no es reciente. Personalmente creo que el mejor creador de series es David Simon. Sus producciones tienen un promedio de calidad superior. Ninguna baja de 8 puntos.
¿ Y si hablamos de rever cine porquè no tambièn series ? Ballinger de Chicago con un excepcional Lee Marvin o la Ciudad Desnuda estàn muy, pero muy por encima de la mayorìa de seriales policiales actuales que intentan promover como excepcionales. Y fueron creadas hace màs de 60 años.
Refugiarse en el stan-up filmado es profundizar la desazòn. Coincido que ante el panorama desolador en que està inmerso el cine actual solo vale refugiarse en pelìculas anteriores al siglo 21 que es cuando, a mi entender, comienza la decadencia del cine, y muy especialmente el norteamericano. Si bien en los ùltimos años ha surgido un cine menos conservador por parte de autores chinos, coreanos, rumanos, turcos que han dejado en evidencia la actual mediocridad del francès, alemàn, italiano, etc aùn asì la calidad està lejos de igualar el cine de los grandes maestros y se hace màs visible cuanto mayor cantidad de films se ven. Los ùltimos años del Bafici confirman mi forma de ver el actual estado de las cosas.
Me pasa lo mismo, y encima las vi indiscriminadamente, cosa que no hago con las películas. Retomé Better call Saul que creo que es una gran serie y veo un capítulo cada 10 días, porque me pasó con la 2da. temporada de Tha handmaid’s tale que me ví 5 al hilo se me tornaron muy previsibles los giros y recursos que usaban. Veré Seinfeld que fue mi primer gran amor seriefilo, y aunque el stand up no me vuelve loca, Jerry es un clásico. Capaz es momento de desconectar un poco de los diversos chupetes electrónicos que nos evaden de la realidad y volver a leer un libro o salir un poco al aire libre. Suerte!!
Las series nunca fueron de mi preferencia. Siento que ésta saturación absoluta, en la que hay cientos de series simultáneas, es agotadora. Pienso que es demasiado el compromiso en horas y atención que exigen, para tanta pereza, alargues de historias hasta el infinito, etc.
Más que algo bueno o novedoso, las series no dejan de ser mejor o peor televisión, como entendíamos antes este concepto.
Una buena cura es ir a los clásicos. O ver grandes películas que siempre por algún motivo u otro hemos salteado. Quizás sea reaccionario… pero es una excelente desintoxicación audiovisual.
Hace poco publicaron un artículo sobre el tema: https://www.clarin.com/sociedad/angustia-streaming-elegir-serie-disco-puede-causar-frustracion_0_ha0DDTtqu.html. Según un estudio de la consultora estadounidense Deloitte’s, el 49% de los usuarios de servicios de streaming dijeron que la cantidad de contenido disponible en las plataformas a las que se suscriben les dificulta tomar una decisión y puede hacerlos sentir «angustia o ansiedad». Igual proporción, en una investigación de la misma consultora que indagó a 2.003 personas entre diciembre de 2018 y febrero de 2019, sostuvo que llega a abandonar la búsqueda de algún contenido de entretenimiento ante la frustración de no poder decidir en medio de tantas opciones. Y citan a la psicóloga Laura Jurkowski: «tener un menú con tantas opciones puede implicar que el entretenimiento pase a centrarse más en la elección del contenido que en la posibilidad de disfrutar de lo que se elige para mirar o para escuchar: eso puede hacer perder el foco de que se está buscando ese disfrute, y la búsqueda se va transformando más en el fin que en el medio». La especialista, directora de Reconectarse -un centro especializado en adicciones a las nuevas tecnologías-, subraya: «En esa búsqueda puede perderse el entusiasmo».
Posdata: siempre recomiendo la serie española El ministerio del tiempo. Son tres temporadas (34 capítulos en total) disponibles en Netflix. En 2020 llega la cuarta…Hay viajes por el tiempo, empatía con los personajes, múltiples referencias y humor. Es interesante analizar, también, las formas de consumo que propuso durante su emisión: https://www.youtube.com/watch?v=zfg-JWPDmfk.
Mi situación personal es no resignar horas de lectura si la serie no se transforma en una droga. Si es así, la cuido, la consumo cuidadosamente entendiendo que será difícil cuando ingrese en abstinencia. Fui tan fanático de Succession, como de Crashing, como de Afterlife, como de Un gallo para Esculapio, como de Big little lies, como de Historia de un Clan, como de The night of. Pero cuando estoy pipón paro, no voy por una segunda temporada -si aparece como BLL o UGpE-. Espero ansioso Succession, que es mi nueva Soprano.
En síntesis: ante tanta oferta, trato de mantener la exigencia. Para boludear está el zapping entre deportes, noticias o enganchar alguna escena de alguna peli o sitcom ya vista.
Me pasa lo mismo. Hace unos días terminé la segunda temporada de the deuce y me pareció de lo mejor que vi este año (si bien es de 2018). La otra que me impacto fuerte fue la segunda temporada de OA. Por último, empecé a ver medio en joda Cobra Kai y me terminó convenciendo, sobre tdo la segunda temporada. Pero bueno, esta última serie si con burn out head no la vean.
La verdá que tá buenazo y si consumiera series seguro, volverían a expresarme muchos de tus comentarios pero al vivir en el único lugar de Uruguay sin fibra óptica, las opciones siguen siendo mirar pelis en DVD. Aguante ANTEL rural, se lo respeta y lee siempre, el gurí descalzo.
Qué buena catarsis!! Buena manera de abrir un cuestionamiento válido al negocio desde algún margen y no desde afuera. Buena manera de recomendar algún que otro stand up (sin culpa!). Y en cuanto a las series, acuerdo: mercancía mata placer.
Estuve mucho tiempo en la búsqueda de sentimientos similares a los que tuve cuando vi Breaking Bad por primera vez, por dar un ejemplo. También llegué a preguntarme lo mismo que planteas, seré yo la que esta en crisis con las series? El estudio, análisis y critica a netflix me dio bastantes respuestas pero que no voy a contar ahora porque mi comentario viene mas en modo de invitación.
Invitación a indagar en las producciones de nuestro país. Creo que hay series y miniseries argentinas que muchos no han visto porque han quedado en el olvido o no se «conmemoran». Quizás actual no tengo mucho para mencionar salvo un gallo para esculapio, pero de los primeros años del dos mil que sin duda renovaron y transformaron la tv tenemos material muy interesante. Quiero recordarles series como okupas, sol negro, botines, disputas, tiempo final, tumberos.
PD: Esa necesidad de «entretenimiento liviano» que a vos te lleva al stand up, a mi me llevó a programas radiales filmados