Streaming: crítica de «Nada es privado», de Karim Amer y Jehane Noujaim (Netflix)
Este documental que funciona como thriller político se centra en el escándalo ligado al uso ilegal de datos de los usuarios de Facebok por la empresa Cambridge Analytica para manipular varias elecciones. Pero más allá del caso específico sirve como llamado de atención para saber en detalle qué se hace con la información que todo el tiempo le entregamos a internet.
Entiendo –y comparto– que a los lectores no les importen demasiado las anécdotas personales de los críticos con las películas. Pero me parece que en este caso lo que voy a contar es apropiado para hablar de NADA ES PRIVADO. Al rato de terminar de ver este documental de Netflix acerca de cómo algunas empresas manejan y controlan cada “paso” que damos online y cómo usan ese material para predecir todo lo que hacemos y –en este caso– a quien podríamos votar, me puse a escribir la crítica hablando exactamente de eso, del control que la internet tiene sobre cada detalle de nuestras vidas. Tras escribir en este sitio cuatro o cinco párrafos como el que leen aquí, al guardar por tercera o cuarta vez lo redactado, la crítica desapareció por completo. No había rastros de ella por ningún lado. Y esto es algo que jamás me había pasado. He perdido un último párrafo, títulos, cambios recientes, lo usual. Pero nunca un texto entero al punto que ni siquiera el sitio registraba que un documento nuevo había sido abierto.
Al principio me causó gracia y me pareció irónico. Como no soy de creer demasiado en teorías conspirativas lo tomé como una casualidad hasta simpática. Pero al pensar en el film que acababa de ver, con sus específicas teorías acerca de cómo todos nuestros pasos online van dejando huellas digitales que son usadas de maneras no necesariamente legales –ni con nuestro permiso–, empecé a dudar un poco. De hecho, NADA ES PRIVADO empieza con un profesor universitario preguntándole a sus alumnos si alguna vez han tenido la sensación de que sus smartphones o computadoras escuchan sus conversaciones y la mayoría le dice que sí. El profesor, David Carroll, uno de los protagonistas del film, les asegura que no (o que él cree que no), pero que la cantidad de “puntos de entrada”, de datos, que la red tiene sobre nosotros hace que pueda predecir con bastante exactitud hasta nuestros deseos.
El documental en sí es, en principio, sobre la investigación y las revelaciones del caso Cambridge Analytica que salió a la luz el año pasado. Para los que no recuerden, en medio de la gran cantidad de casos similares, Cambridge era una empresa basada en Inglaterra que se dedicaba a campañas políticas utilizando lo que muchos dan por llamar Big Data. Trabajan a través de redes sociales, especialmente Facebook, generando targets específicos de votantes “indecisos” y tratando de influir sobre lo que van a votar a partir de avisos y noticias dirigidas casi personalmente. Esto, podrían decir muchos, no es otra cosa que publicidad muy bien dirigida, lo mismo que nos sucede cuando googleamos pasajes a algún lugar del mundo y en diez segundos tenemos avisos de agencias con precios de vuelos a ese preciso lugar. Pero no, no es exactamente lo mismo.
El problema aquí es que la utilización de información de Facebook por parte de Cambridge para las campañas políticas (de gente como Ted Cruz y Donald Trump en Estados Unidos, la campaña por el Brexit en Gran Bretaña y hasta la de Mauricio Macri en Argentina, brevemente mencionada aquí) no está dentro del marco legal sino que fue un “engaño” a los usuarios de esa red social. Para saber cómo se gestó esa trampa lo mejor es que vean el documental ya que es importante saber la diferencia entre lo que uno permite cada vez que baja una aplicación y se loguea vía Facebook y lo que muchas veces Facebook hace con esos datos.
El film tiene tres ejes narrativos. El del profesor Carroll es el primero y es el que contextualiza la situación. No solo porque funciona en ciertos momentos como narrador sino porque él mismo asume la tarea de hacer una presentación legal contra Cambridge para que le entreguen los datos que tienen de él. La segunda protagonista es la periodista de The Guardian Carole Cadwalladr, que siguió y denunció el caso para ese medio británico (hubo otros periodistas y otros medios pero los directores evidentemente contaron con la colaboración de ella a lo largo de todo el proceso). Y la tercera y principal protagonista es Brittany Kaiser, una ejecutiva de Cambridge que decidió abandonar el barco y colaborar con la investigación. Una “whistleblower” (traduzcamos como “arrepentida”), como se los llama.
Utilizando un formato que funciona a mitad de camino entre el documental y el thriller, el film que une al productor de THE SQUARE con la directora de ese film y otros como CONTROL ROOM trabaja sobre el material en tiempo presente. A su manera, como los documentales de Laura Poitras (CITIZENFOUR), su film se involucra en los eventos y sigue a los protagonistas en el momento en que las cosas suceden y no, como suele suceder, reconstruyéndolas a posteriori. La inteligencia, o suerte, de llegar con anticipación a un caso que se transformó en un escándalo mayúsculo que continúa hasta hoy (hace apenas unos días se confirmó que Facebook tiene que pagar una multa de miles de millones de dólares por este delito) le permite a los directores estar siempre en el momento justo y en el lugar indicado. O eso parece.
Lo específico de los engaños, manipulaciones y trampas del caso las descubrirán viendo el documental, que por momentos hace recordar a los thriller políticos de los años ‘70. Pero más allá de los detalles del caso, lo que impresiona del documental es que logra que aún los que no somos mucho de creer en grandes teorías conspirativas empecemos a mirar nuestras huellas digitales con más atención. NADA ES PRIVADO intentará explicar cómo el sistema de targets específicos de Cambridge Analytica sirvió para la elección como presidente de Trump y la victoria del Brexit y mostrará también los esfuerzos para desmantelar esa trampa. Pero además de eso nos alerta de manera muy concreta acerca de cómo cada paso que damos online no solo otorga información sobre nuestros actos sino que sirven para que fuerzas que desconocemos construyan nuestro perfil psicológico con una precisión asombrosa y alta capacidad de manipulación.
Todo esto, claro, casi sin tocar otro tema que recién sobre el final del film aparecerá como una sombra igual de temible: la interferencia rusa, las fake news y todo el escándalo que sigue siendo el tema central de la política estadounidense hasta el día de hoy con la investigación de Robert Mueller sobre la complicidad de Trump en este delito. Lo cierto es que el documental, pese a ciertos facilismos estéticos (como los que se ven en las fotos) y algunas decisiones cuestionables (los directores son muy fieles a Kaiser, aún cuando no parece la más confiable de las testigos) nos deja muy en claro que cualquier episodio de BLACK MIRROR que podamos ver no está muy alejado de la realidad. Es un llamado de atención al usuario, si se quiere. Un pedido de que cuide los datos y la información que comparte en internet. Es cierto que hay algo irónico en el hecho de que sea Netflix quien estrene este documental, una mega-empresa que tiene en sus manos casi tanta información sobre sus usuarios como la que posee Facebook. Pero mientras la use para recomendarnos, bien o mal, series o películas, no tendría que ser un problema. Uno creería que Netflix no estará vendiendo la información de nuestros hábitos y costumbres a terceros sin avisarnos, ¿no? Nada, los dejo con la inquietud.
Es irónico que se haga ver como culpables a Trump, Cruz y Bolsonaro. Tambien a la «interferencia rusa» como algo ya juzgado, siendo que en la práctica no hay una prueba concreta.
Todos obviamente son catalogados de «Ultraderecha».
Hoy mismo cualquiera con un poquito de tiempo puede verificar en Google, cómo, cuando realizas una búsqueda, los resultados están dirigidos a un solo sector, sí, la izquierda y el globalismo, aunque tu búsqueda sea todo lo contrario, para que decir lo que ocurre con Facebook, YouTube cierra canales de opiniones conservadoras, catalogándolas de «discurso de odio».
En resumen, basta un poco de sentido común para darse cuenta del objetivo de esta «investigación» de esta plataforma que hace rato a ideologizado su contenido ( basta con ver las series y películas de su manufactura, ideología de genero, el socialismo es lo mejor, el colectivismo es lo ideal para la sociedad, los conservadores son los villanos, arriba el multiculturalismo, etc.).
Por favor, sentido común y menos parcialidad amigos.
Ahora veremos si estás con la verdad, si este comentario es aprobado o no.
Saludos