Clásicos: «The Road Movie Trilogy», de Wim Wenders
Tres películas clásicas del director alemán comparten temas, estructuras narrativas y un imaginario visual único. El martes, a las 19, en el Instituto Goethe, se exhibe «Alicia en las ciudades», primera parte de esta trilogía de los años ’70 que se completa con «Movimiento falso» y «En el curso del tiempo».
Este texto surgió a partir de la invitación a presentar ALICIA EN LAS CIUDADES en el ciclo Cine Club Alemán organizado por el Instituo Goethe en la Argentina (la película se exhibe el martes 6 de agosto a las 19). Viniendo de ya varios años –varias décadas, debería decir– de tener una relación complicada con el cine de Wim Wenders, casi desde LAS ALAS DEL DESEO en adelante, la invitación era una buena excusa para revisar la que, yo creo, es la mejor época del realizador alemán. Y la experiencia probó que es claramente así, en especial por ALICIA… y EN EL CURSO DEL TIEMPO (conocida en inglés como KINGS OF THE ROAD) y un poco menos por la película intermedia de esta informal trilogía, MOVIMIENTO FALSO.
Lo que probó también es que las tres películas, así como otras posteriores del realizador como PARIS, TEXAS, proponen variaciones sobre un mismo tema y hasta una estética y excusa narrativa con muchos puntos de contacto. Se puede decir que todas son, en algún sentido, westerns modernos, versiones arthouse de un tipo de trama que tranquilamente podría haber filmado John Ford, cineasta que no por nada es homenajeado literal (se lo menciona y se lee acerca de su muerte) y metafóricamente, a partir de ciertos escenarios, paisajes y planos que podrían pertenecer a una versión hipster de su filmografía, teñidos por la sugerente luz del director de fotografía Robby Müller.
Todas las películas citadas (las de la Trilogía pero también PARIS, TEXAS) pueden considerarse road movies, aunque la única que cumple realmente con las reglas del subgénero es EN EL CURSO DEL TIEMPO, cuya dedicación al movimiento perpetuo es fiel a lo largo de buena parte de las casi tres horas de su metraje. ALICIA…, de modo menos radical, lo es también, dividiendo sus recorridos por los Estados Unidos, Holanda y Alemania. El caso de MOVIMIENTO FALSO es un poco más forzado ya que si bien el punto de partida es el de una road movie –y los protagonistas se cruzan y conocen viajando–, durante gran parte del relato Wenders detiene su marcha y para en una casa en la que se desarrolla casi la mitad del film y su parte más claramente dramática. Algo similar a lo que sucede en la muy posterior PARIS, TEXAS: la ruta es juego, confusión, aventura y los espacios cerrados son escenarios donde los conflictos se manifiestan de manera más explícita.
De todos modos la coreografía visual de todos estos films (así como otros de Wenders) siempre está ligada al movimiento, a los planos largos, a la primacía de los exteriores y las rutas. Pero más allá de los motivos visuales que ofrecen estas películas de carretera –que Wenders filma «a la americana», con antiguas gasolineras, música de blues y rock, sucios moteles al borde de la ruta y solitarios teléfonos públicos, aunque esté en varias de ellas en Europa–, lo que tienen todas en común es que, con sus distintas variantes, cuentan la misma historia. Una que se podría resumir de la siguiente manera: nuestro protagonista siempre es un hombre adulto en crisis, perdido en su vida y con un pasado oscuro que en principio desconocemos, quien a través de los diversos recorridos que estos films proponen, consigue reencontrarse con la posibilidad de algún futuro o, al menos, tratar de reparar daños cometidos en el pasado.
Son niños, generalmente, los que suelen ayudar a los protagonistas a encontrar su rumbo o reencontrarse a ellos mismoss. El conectarse con cierta inocencia los (re)humaniza, los devuelve en cierto modo a la civilización, los hacen (re)tomar contacto con la realidad. La pequeña Alicia, en el film que lleva su nombre en el título, es el ejemplo más claro, pero también en menor medida el personaje de Mignon, la adolescente ¿muda? que encarna una muy joven Nasstasja Kinski en MOVIMIENTO FALSO, los alumnos de escuela que van al cine en EN EL CURSO DEL TIEMPO y, claramente también, el pequeño Hunter en PARIS, TEXAS, casi un doppelgänger masculino de Alicia, una década más tarde.
Esa conexión suele manifestarse a través del juego, muchas veces en formatos parecidos al de los mimos: juegos de conexión visual y gestual que acercan al adulto con ese niño que él también fue. Sacándose fotos con polaroids o en cabinas y moviéndose siguiendo los dibujos de carteles en la ruta con Alicia, cruzando gesticulaciones con la «artista callejera» Mignon, haciendo una improvisada performance en un cine para un grupo de niños aburridos o haciendo pasos raros mientras caminan por veredas enfrentadas con Hunter, los atribulados protagonistas de cualquiera de estas películas intentan reencontrarse con él mismo y con el otro. Recuperar, si se quiere, cierta fe en la humanidad después de alguna experiencia traumática. Y darse una nueva chance a hacerle frente al mundo.
Winter (Rüdiger Vogler) es el apellido que el personaje tiene tanto en ALICIA EN LAS CIUDADES como en EN EL CURSO DEL TIEMPO, y si bien en la primera se llama Philip y en la segunda Bruno, podría hasta pensarse/interpretarse como una secuela de aquel film realizado tan solo dos años antes, incluyendo otro personaje que bien podría pasarse de una película a otra. En cierto modo, la aparición de la más clásicamente estructurada MOVIMIENTO FALSO, en medio de ambas, filmada en color y basada libremente en el célebre bildungsroman de Goethe, LOS AÑOS DE APRENDIZAJE DE DE WILHELM MEISTER, prueba que es una anomalía que no pertenece del todo al grupo de las road movies salvo por el tema del «aprendizaje» (coming-of-age) y por la utilización de ciertos recursos visuales.
En las tres películas (cuatro, en realidad, si se le suman los evidentes paralelos que aparecen en PARIS, TEXAS) los protagonistas van revelando de a poco las circunstancias traumáticas que los han dejado al borde de la muerte, quebrados emocionalmente o casi catatónicos. (SPOILER ALERT!) En ALICIA… Winter atraviesa un bloqueo creativo que viene precedido por una ruptura amorosa, algo no muy distinto a lo que provoca que la madre de la pequeña Alicia la abandone al «cuidado» de este sujeto que no puede ni cuidarse a él mismo. En MOVIMIENTO FALSO el del protagonista parece ser un intento de suicidio ligado también a una crisis creativa, crisis que también se manifiesta en otros personajes con los que se topará después. En el caso de EN EL CURSO DEL TIEMPO, con su narrativa principal dividida entre dos personajes, el conflicto del suicida Robert Lander (Hanns Zischler) está ligado a un asunto familiar, mientras que el de Bruno permanece bastante misterioso. Y en PARIS, TEXAS, tendrán que esperar hasta la larga escena final para enterarse la dura historia que llevó a Travis (Harry Dean Stanton) al estado en el que se lo encuentra cuando comienza el film y a Jane (Nasstasja Kinski) a su particular situación.
Las películas poseen también una fuerte y similar impronta musical. La música que se escucha diegéticamente va del rock clásico al blues y al R&B (de hecho, hay un show grabado en vivo de Chuck Berry, que es hasta relevante temáticamente gracias a la letra de «Memphis», la canción que allí interpreta) acercándose a modos más «atmosféricos» en EN EL CURSO DEL TIEMPO y, aún más claramente en PARIS, TEXAS. En esas dos películas, en lugar de optar por otros estilos musicales para lo no-diegético (en ALICIA la música es de Can y en MOVIMIENTO FALSO, del compositor Jürgen Knieper, y en ambos casos el registro es muy distinto al que sale de las rockolas que suelen aparecer en la ficción) todo se combina en un solo estilo de pura cepa «americana».
Los paisajes y escenarios captados por la cámara de Müller son, como dije antes, esenciales a la hora de darles una unidad visual a todos los films. Autos, trenes y camiones en movimiento a través de rutas, calles y autopistas. Amaneceres y atardeceres capturados con una belleza única, una composición espacial propia de cuadros de Edward Hopper (referencia visual innegable que aparece en todos los films) y una preferencia por los planos largos pero móviles a la vez, que encuentran su ritmo interno a través del tiempo, son las claves visuales de todos estos films. Si bien –reitero–, MOVIMIENTO FALSO quizás sea el menos fiel a estos patrones y recursos, la lógica visual se mantiene allí ttambién en varias escenas, en especial una de una larga caminata con caasi todos los personajes, fuerte momento que marca un punto clave de inflexión en el relato del enigmático Wilhelm.
Los fantasmas de la ruta de Wenders se van depurando con el correr de la trilogía. En ALICIA EN LAS CIUDADES la trama es bastante clara y concreta: a un hombre no le queda otra que hacerse cargo de una niña cuando su madre desaparece en Nueva York y la trata de llevar, de maneras muy poco eficientes y dando miles de vueltas innecesarias, a la casa de su abuela en algún lugar de Alemania. En MOVIMIENTO FALSO, Wilhelm sale con destino a Bonn, intentando dedicarse allí a la escritura, pero un grupo diverso de gente que se le cruza termina desviándolo de su recorrido inicial. En EN EL CURSO DEL TIEMPO no parece haber un destino (ni un guion): Winters va por la ruta reparando proyectores de salas de cine en pequeñas ciudades alemanes y se topa con el suicida Lander (él lo llama «kamikaze») quien, sin destino fijo y con la ropa empapada, se le suma al recorrido. Ese film termina, claramente, con una etapa de depuración en el cine de Wenders. De a poco, en sus films posteriores, irá recuperando los formatos más tradicionales de la narrativa (que, honestamente, nunca fueron su fuerte; es un hombre que viene de la pintura) y ese vacío y silencio que arropan a este notable film de 1976 desaparecerán para siempre en una carrera que tendrá una década y algo más digna (años que van de EL AMIGO AMERICANO hasta ciertos aspectos de LAS ALAS DEL DESEO) y que luego decaerá para nunca más levantar vuelo.
Hola Diego.
Hace poco para el cineclub que organizamos en la UdeA de Medellín programamos un ciclo de road movies donde le dimos espacio a la trilogía de Wenders (de acuerdo con que hay un apéndice llamado P,T)
Estaba preguntándome por Falso Movimiento dentro del marco de la trilogía. Es verdad que resalta por ser una isla cuya costa es el guión de Peter Handke. Este le da una profundidad no necesariamente superior a la de las demás, pero evidentemente hay una intención si se quiere más filosófica sustentada parcialmente por la caracterización de los personajes: un escritor bloqueado, un poeta, el millonario en su mansión o la mujer que cuestiona continuamente a Wilhelm.
También aparecen ideas románticas que configuran la novela en la que está basada la película. Recuerdo aquí al Hyperion de Hölderlin que escapaba de Esmirna para subir a las grandes montañas para (re)encontrar esa unidad con el todo. A Wilhelm le pasa igual.
Creo que para darle forma a estas ideas en escena , la película se desvía por momentos de ese elemento unificador de la trilogía: el viaje. Aunque por otro lado, esos lugares de paso, la casa del millonario donde se desenvuelve el clímax dramático siguen haciendo parte de lo que se puede llamar un no lugar, como también lo son las carreteras y paradas.
Seguro no es la que mejor expresa las pulsiones que llevan a la errancia, a andar por carretera. Pero dentro de la trilogía cumple con traer ideas no tan cercanas a la cinematografía de Wenders, de lo contrario sería difícil pensar que las tres no son la misma película.
Excelente lectura de unos motivos que se repiten en la filmografía de este señor.
Saludos.