Locarno 2019: «Krabi, 2562», de Ben Rivers y Anocha Suwichakornpong

Locarno 2019: «Krabi, 2562», de Ben Rivers y Anocha Suwichakornpong

por - cine, Críticas, Festivales
10 Ago, 2019 10:56 | Sin comentarios

La película codirigida por el realizador de «Two Years By the Sea» y la directora tailandesa de «By the Time It Gets Dark» combina documental, ficción y misterio para contar la experiencia de una serie de visitantes y locales en una región turística de Tailandia.

La reunión de estos dos talentosos cineastas –dos veteranos del festival de Locarno– tiene los elementos singulares y en cierto modo previsibles que uno podría esperar de esta conjunción de estilos que, si bien son distintos en muchos aspectos, tienen en común el juego entre el documental y la ficción, además de una relación bastante poética con la realidad. En este caso, el filme, conocido en preproducción como IN THE HOLOCENE, trabaja en varios niveles a la vez. Por un lado toma elementos del documental tradicional, como se ve en algunas entrevistas (algo que sucedía en el anterior film de Anocha, BY THE TIME IT GETS DARK). Por otro, propone escenarios más armados y estructurados que funcionan entre la realidad y la ficción. Pero, fundamentalmente, es la ficción la que se adueña del juego principal del relato. Ficción que, por supuesto, nada tiene de convencional.

KRABI, 2562 sigue a una serie de personajes en paralelo, quienes visitan el área turísica de Krabi, en Tailandia. Hay una mujer que trabaja en cine, que busca locaciones para hacer una película y que es acompañada en algunos de sus recorridos por una chica local, especializada en turismo. Por otro lado, vemos lo que parece ser la producción de una publicidad en una playa (el director del aviso es interpretado por el cineasta Olivier Laxe) y seguimos fundamentalmente a su «estrella», también cantante, que atraviesa una serie de extrañas situaciones. En paralelo, los realizadores insertan entrevistas a personajes del lugar: un veterano boxeador, otro anciano hombre que fue proyectorista de un cine hoy abandonado y la recepcionista de un hotel. En algún momento de la ficción, estos personajes se cruzarán con la protagonista. Lo mismo que otros personajes un tanto más extravagantes y misteriosos que rondan por ahí y que pueden existir o no.

Pero la trama no es lo central en el film sino más bien el tenue hilo conductor de unaa película que intenta mostrar la «doble vida» de un escenario turístico: la de los visitantes y la de los locales. Es que en paralelo a estos visitantes (y otros que aparecerán después), KRABI, 2562 se ocupa de retratar el lugar y los intercambios (comerciales o culturales) que existen entre los que llegan y los que están allí, incluyendo al misterio como parte integral del relato. Hay personas que desaparecen, que se meten en cavernas y otros que tratan de explicar la situación a las personas detrás de cámara, quienes funcionan como las narradoras de la historia y como una suerte de interrogadores policiales tratando de saber el paradero de alguien. ¿De quien?

En el medio, las imágenes, historias y escenas ligadas a mitologías locales –como los santuarios dedicados a los dioses de la fertilidad, con más que curiosas «esculturas»– se combinan con las de los turistas en la playa mientras que, por otro lado o cruzándose en situaciones específicas, vemos a la gente local que sigue a diario su trabajo, los chicos yendo a la escuela y la rutina urbana que no descansa. Si bien no es claramente un relato «policial» hay varios misterios que la película deja en suspenso: un extraño dedo aparece en una escena, una pareja de extraños «vagabundos» circula por ahí y en todo momento da la impresión de que lo mágico y misterioso está indefectiblemente conectado con la realidad. O que ese concepto que conocemos como realidad es mucho más difuso de lo que suponemos.