Online: crítica de «Los ocho más odiados – La Miniserie», de Quentin Tarantino

Online: crítica de «Los ocho más odiados – La Miniserie», de Quentin Tarantino

por - cine, Críticas, Streaming
30 Ago, 2019 05:46 | Sin comentarios

A partir de la aparición de una versión extendida y presentada como serie de 213 minutos, un repaso de este oscuro y teatral western que saca a la luz el costado más sádico y problemático del cine del director de «Kill Bill».

Estrenada en los Estados Unidos a fines de 2015 con una versión de 168 minutos –la misma con la que se estrenó en Argentina en enero de 2016, la que se puede ver en la versión local de Netflix– LOS OCHO MAS ODIADOS (LOS ODIOSOS OCHO en España) fue reeditada por Quentin Tarantino para lo que podría llamarse un formato miniserie. Esto es: en la oferta estadounidense de Netflix, THE HATEFUL EIGHT puede verse también en una versión de cuatro episodios de más de 50 minutos, totalizando una duración cercana a los 213. Esto es: de aparentes 45 minutos más que la original.

Este nuevo corte me generó la suficiente curiosidad (¿quién no querría ver 45 minutos inéditos filmados por Tarantino?) como para darle una segunda oportunidad a una película que no me interesó demasiado en su momento. De hecho, la crítica original que escribí, y que pueden leer aquí, lo deja bastante en claro. Veamos, en primera medida, cuáles son las diferencias entre esta versión y la anterior. En principio, digamos que no son 45 minutos nuevos ni mucho menos. ¿Por qué? Cada «episodio» tiene créditos de apertura y de cierre, además de un repaso del último minuto del episodio anterior. Ese «detalle» se come, literalmente, más de la mitad del tiempo adicionado. Según mis cálculos –chequeado con algunos sitios de internet que hicieron el trabajo con dedicación rayana en lo obsesivo– no llegan a ser 20 minutos de nuevas escenas. Y ninguna de las cuales aporta grandes cambios al film original. A saber (SPOILER ALERT de aquí en adelante para los que no la vieron):

Walton Goggins

El primer episodio agrega un «plot point» que luego prácticamente desapareció del film estrenado, en el cual Marquis (Samuel L. Jackson) negocia con O.B., el conductor de la diligencia (James Park) un dinero para ayudarlo a subir los cadáveres al vehículo, negociación que volverá en una escena del segundo episodio. Otra breve escena previa al arribo de Mannix (Walton Goggins) a la diligencia deja aún más en claro que John Ruth (Kurt Russell) sospecha que alguna sorpresa le espera en el camino de llevar a Daisy (Jennifer Jason Leigh) a Red Rock por su recompensa. Son poco más de dos minutos de diferencia. Como detalle verán también que los episodios que existían en la versión cinematográfica –y sus respectivos carteles–desaparecieron aquí como tales. La nueva división, en algunos casos un tanto forzada, la dan la duración de los propios «episodios» de la miniserie.

El segundo episodio es el más cambiado, ya que hay diez minutos nuevos de los poco más de 40 que dura sin el recap ni los créditos de inicio y cierre. En una primera escena, ya en la Mercería, John y Oswaldo (Tim Roth) hablan un poco sobre el misterioso John Gage (Michael Madsen), uno de los dos personajes, junto a Mexican Bob (Demián Bichir), más beneficiados con los agregados. Promediando el episodio es Mannix el que se acerca a hablar con Gage y le pide el brandy que está bebiendo para brindar en una escena que se acerca a los tres minutos de duración. En otra escena que se extiende un minuto más se retoma la negociación entre Marquis y O.B., además de una nueva presentación del ejecutor que encarna Roth.

Tim Roth

Un detalle de este episodio que se repetirá en otros son voces en off que no se habían escuchado en la versión original, muchas de ellas ligadas a la consabida utilización de la palabra nigger para referirse al personaje de Jackson. Uno supone que Tarantino, o alguien ligado a la producción, le pareció que ya la película tenía demasiadas y decidió sacar algunas. Y tanto Mannix (Goggins) como el General Sandy Smithers (Bruce Dern) y, especialmente, Daisy Domergue (Jason Leigh) se despacharán tanto en cámara como en diálogos de fondo que solo se escuchan con muchas más variantes de la n-word tan temida y racialmente controvertida. Acaso la escena más conocida de las «cortadas» está también aquí y es un diálogo entre Russell y Bichir acerca de un pollo a medio pelar que trae mala suerte, seguida por una colorida descripción que hace Mannix de Marquis y que incluye media docena más de aquella palabrita en cuestión. Son otros tres minutos más. Hacia el final del episodio hay otro diálogo entre Russell y Bichir, en plena misión del «cazarecompensas» por asegurarse que no haya armas sueltas por el lugar.

Los cambios en el tercer episodio –en el que las escenas violentas empiezan a aparecer– son mínimos. De hecho, todas las escenas de acción son prácticamente iguales en ambas versiones y los únicos cambios están relacionados a extensiones en los de por sí ya extensos diálogos, tanto en escena como de fondo. Aquí es el Gral. Smithers quien vuelve a agredir al nigger en cuestión negándose a sentarse a comer en su misma mesa, acumulación de breves agresiones verbales que en cierto modo justifican mejor la larga historia que luego Jackson contará acerca de cómo murió el hijo del general y lo que él le hizo hacerle… sexualmente.

En el último episodio hay apenas una breve escena al final del flashback en las que desde el interior de la cabaña se retoma la llegada de la diligencia –el tema de la puerta rota y el viento que entra– pero desde el punto de vista de los bandidos ya ubicados adentro. La diferencia aquí es que si bien se repiten escenas (Russell criticando y escupiendo el café) podemos ver claramente las miradas y gestos entre Daisy y quienes, ahora ya sabemos, son sus cómplices. Más sobre el final se extiende un poco el diálogo en el que Joe Gage y Daisy intentan convencer a Mannix de que no los mate a cambio de dinero de las recompensas.

Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh y Bruce Dern

Esta segunda vuelta permite hacer algunas nuevas consideraciones, pero en lo básico mi opinión no ha cambiado demasiado. Los diálogos del film original son de por sí extensos y circulares al punto que lo que se le sacó no lo hace cambiar mucho. A lo sumo sirve para justificar la historia que cuenta el personaje de Jackson, darle un poco más de personalidad (y textos) a los dos personajes menos importantes del grupo, los de Madsen y Bichir, y evitarle más problemas a Tarantino con los que critican su fascinación por el uso de la n-word en cuestión. Pero, salvo los ligados a este último tema, los otros son cortes normales que cualquier editor haría en función de una duración de por sí extensa de 168 minutos con la que se estrenó. De hecho, para mí un mejor corte de director haría más breve la película en lugar de más larga.

Sigo creyendo que LOS OCHO MAS ODIADOS, más allá de la inquietante tesis política que maneja de fondo acerca de los falsos mitos de origen de los Estados Unidos, no es más que un ejercicio rebuscado de sadismo un tanto infantil, que saca a la luz tres de las peores «costumbres» del realizador: su fascinación por el sonido de su propia voz en diálogos que rizan el rizo hasta mirarse el ombligo, su tendencia a una violencia gráfica muchas veces injustificada y ese costado casi teatral que ese combo puede generar. Se podría decir que es una remake en clave western de PERROS DE LA CALLE, pero amplificada por mil en cuanto al tiempo, a la violencia y a la teatralidad.

Russell y Samuel L. Jackson

A favor del film, en esta nueva «visita», tengo para decir que es realmente muy bello en sus escenas de exteriores y que se nota los esfuerzos de Tarantino con la cámara para tratar de zafar de la inevitable teatralidad de un film que transcurre en un 80 por ciento en un solo y enorme escenario. A la vez se me hicieron más claras y evidentes las relaciones del film con los spaghetti westerns de Sergio Corbucci, en especial con EL GRAN SILENCIO, de la que retoma muchos temas y escenas: la nieve, los cazarecompensas, la diligencia y la masacre final, ya que ambos terminan de manera negrísima. Acaso la mayor diferencia con aquel clásico de 1968 es que allí el protagonista era mudo. No tuvimos esa suerte aquí.

No voy a presumir de conocer los detalles del proceso creativo de Tarantino pero uno puede imaginar que tras esa experiencia tan oscura en lo temático y contenida en lo formal (que fue, además, un fracaso comercial, algo raro en su carrera), la reciente HABIA UNA VEZ EN HOLLYWOOD puede ser vista como un intento de hacer todo lo contrario, aún dentro de su mismo universo creativo. La nueva es una película luminosa, abierta, relajada, pop y generosa que –salvo en algunos momentos de su última media hora– poco y nada hace recordar a LOS OCHO MAS ODIADOS. Por suerte.

Nota: la versión miniserie de THE HATEFUL EIGHT sólo está disponible en Netflix USA (no en las latinoamericanas, que solo tienen la versión cinematográfica de 2015) o se la puede encontrar online, hurgando por ahí.