Estrenos: crítica de «The Cave», de Feras Fayyad
Este documental nominado al Oscar se centra en los esfuerzos de un grupo de doctores que tratan de salvar vidas en un hospital subterráneo en medio de la guerra civil en Siria. Se estrena por National Geographic el lunes 3 de febrero a las 23.
Uno de los documentales nominados al Oscar en tratar el tema de la supervivencia durante los bombardeos a Siria (sobre la otra, FOR SAMA, escribí hace unos meses aquí), la película del director de LAST MEN IN ALEPPO narra lo que sucede de similar modo al que lo hacía aquel film: a modo de reportaje de guerra desde el llano, registrando día a día lo que sucede en el terreno. En este caso, el eje es la llamada «caverna», un hospital bajo tierra que han construido, en medio de una serie de túneles, en la zona oriental de Guta, que está siendo bombardeada incesantemente, según explican al inicio del film, por las fuerzas gubernamentales de Siria apoyadas por Rusia. En ese lugar oscuro y de complicado acceso, un grupo de médicos, enfermeras y especialistas reciben constantemente heridos de las bombas que explotan todo el tiempo en la ciudad y que se ven, claramente, en la escalofriante escena que abre la película.
Fayyad pone su mirada en la Dr. Amani Ballour, una joven pediatra que está a cargo del lugar, uno al que llegan una enorme cantidad de niños heridos, sangrando, shockeados, perdidos y confundidos. A lo largo de THE CAVE lo que veremos son los intentos de Amani y la gente que trabaja con ella (mujeres, en su mayoría) de recibir, atender y curar a los recién llegados mientras en el lugar se sienten, cada vez más cerca, las bombas que se lanzan sobre la ciudad. En ese sentido, la película es muy parecida a FOR SAMA, solo que aquí la búsqueda es menos narrativa y más «experiencial», ya que raramente la película abandona el minuto a minuto de lo que sucede ahí.
En ese sentido, se trata de una película dura de ver (la cantidad de niños heridos y sangrando, los mutilados y las muertes, pueden generar en más de un espectador la sensación de que es una experiencia demasiado dolorosa de soportar) y Fayyad raramente permite descanso alguno. Hay conversaciones entre médicos, alguna disputa con hombres religiosos que no aceptan que una mujer maneje el lugar y los mensajes que la doctora recibe de su familia que, si bien entiende su sacrificio, desea que escape del lugar para irse con ellos. Pero por lo general el formato elegido es, de algún modo, el «presencial», vivencial.
Sobre la última media hora, cuando la situación bélica empeore para los habitantes del lugar, el hospital en sí empezará a resquebrajarse y la situación se volverá insostenible. Allí la película se vuelve, a la vez, más intensa y más insoportable. Difícil es poder sostener la vista ante tamaño desmadre y no me queda del todo claro si ciertos planos y escenas no bordean lo morboso. La música de Matthew Herbert, además, exagera ese costado, volviendo a la experiencia algo similar a una película de suspenso, lo cual tiene poco y nada que ver con el respeto que situaciones de este tipo merecen y requieren por parte de una producción cinematográfica. Es una mala decisión –lo mismo que la canción que va sobre los créditos– y que induce al espectador a ver la película de una manera que no se condice con la densidad real de los hechos que se ven.
Más allá de esas y otras decisiones formales cuestionables (FOR SAMA tenía varios problemas similares), la película que Fayyad hizo a distancia –el director, exiliado en Dinamarca, coordinaba por Skype a los camarógrafos en el lugar– sirve curiosamente como muestra bastante presencial de los horrores y los sacrificios personales que no se suelen mostrar en las coberturas televisivas de estos conflictos bélicos: un panorama funesto, indescriptible y desesperante de los horrores de los que es capaz el género humano.
THE CAVE se exhibe el lunes 3 de febrero a las 23 por el canal National Geographic.