Ciclo Directoras: crítica de «We Go Way Back», de Lynn Shelton (Mubi)

Ciclo Directoras: crítica de «We Go Way Back», de Lynn Shelton (Mubi)

La opera prima de la cineasta que falleció sorpresivamente, el viernes 15, a los 54 años, se centra en una joven actriz que entra en crisis al descubrir una carta que ella misma se envió «al futuro» cuando tenía 13 años. Es una ácida y honesta película de una cineasta que dirigió ocho largos (e incontables episodios de series de TV) y que se fue cuando todavía le quedaban muchas historias para contar.

La noticia del fallecimiento, a los 54 años, de la directora norteamericana Lynn Shelton, fue recibida como un shock por los cinéfilos conocedores y fans de su obra, entre los que me incluyo. Quizás el suyo no haya sido de esos nombres rutilantes que llaman la atención y conquistan festivales internacionales o cosechan grandes números de taquilla, pero en su estilo un poco más medido, humano y sensible, se trataba de una directora que había hecho una interesante transición del cine más indie posible (sus orígenes se tocan un poco con los del «mumblecore» si bien lo suyo no es estrictamente eso) a películas un poco más grandes y a muchas y reconocidas series de televisión.

Películas de Shelton como HUMPDAY, MY SISTER’S SISTER, LAGGIES, OUTSIDE IN (que está en Netflix) o su última, SWORD OF TRUST, muestran a una cineasta cercana a las emociones e intimidades de sus personajes, sin miedo a meterse en sus vidas personales, en sus peculiares pulsiones sexuales y en sus más extravagantes contradicciones, pero siempre con una mirada humanista y ligeramente cómica que impedía que sus películas se vuelvan, como se titula una de ellas, demasiado TOUCHY FEELY.

Ese humor de tono bajo y esa sensibilidad muy cercana a sus personajes aparecen ya en su opera prima, WE GO WAY BACK, que está disponible en la recién habilitada Videoteca de Mubi. Filmada en 2004 en la Seattle donde creció y estrenada en 2006 (Shelton, como otras cineastas, tenía casi 40 años cuando dio a conocer su primer film), la película posee muchas de las marcas que luego la realizadora definiría como propias. La única diferencia importante, quizás, tiene que ver con cuestiones estilísticas. La película quedó un tanto marcada por algunas experimentaciones formales que hoy quedaron un poco avejentadas pero que son propias de una opera prima de alguien que quiere darse a conocer en el mundo. Más allá de esos problemas menores, es evidente viendo el film que había un un mundo ahí para dar a conocer.

La película se centra en Kate (Amber Hubert), un chica tímida y muy dedicada, que quiere ser actriz y trabaja en una compañía pequeña de teatro. El film arranca con ella a punto de cumplir 23 años, leyendo una carta que ella se escribió a sí misma los 13 para ser leída a esa edad. En esa carta, su «yo adolescente» le preguntaba cómo estaba y si había cumplido los sueños que tenía entonces. De algún modo, toda la película es un intento por responder a esa pregunta.

El peculiar y un tanto ridículo director del grupo teatral le ofrece, en su fiesta sorpresa de cumpleaños, el papel principal de «Hedda Gabler», la obra de Ibsen que empezarán a ensayar. Ella está feliz con la selección, pero hay un problema. El director quiere que su papel lo haga tal como está escrito en el original. Es decir: en noruego. Es una idea bastante absurda (él cree que así quedará más clara la distancia entre ella y los otros personajes del drama) propia de un director inseguro, que lleva a Kate a aprenderse el texto fonéticamente en ese idioma, con todas las complicaciones que eso lleva, incluyendo un instructor de idioma más interesado en otra cosa. Pero no es esa la única «idiosincracia» del director en cuestión sino solo la primera.

A lo largo de ese proceso y de otros que atraviesa –sus problemas laborales, sus fallidos intentos románticos, su manifiesta inseguridad– vamos conociendo a este personaje simpático pero taciturno y por momentos frustrante en su pasividad, especialmente ante las sutiles pero evidentes presiones de sus pares masculinos. Esa frustración la comparte también ella misma, que se siente tan presionada por su «yo adolescente» (lee esa carta una y otra vez) que en cierto momento la película pegará una vuelta hacia un registro más fantástico, en el que la Kate de 13 y la de 23 terminarán viviendo algunas aventuras juntas.

Según la propia Shelton, WE GO WAY BACK habla de los conflictos que ella misma atravesó al pasar de una edad en la que su creatividad parecía explotar a, diez años después, sentirse insegura ante un mundo que prefería pensar en ella de una manera más sexual y no tomar en cuenta su punto de vista sobre las cosas. Algo que, dice, empezó a cambiar al ubicarse detrás y no delante de las cámaras. Y al poder contar sus propias historias.

Más allá de algunas inconsistencias narrativas y otros defectos menores, la opera prima de esta productiva mujer que, en tan solo 14 años, llegó a dirigir ocho películas y más de 40 episodios de series de TV (incluyendo MAD MEN, GLOW, MASTER OF NONE, LOVE, CASUAL, NEW GIRL, THE GOOD PLACE y la muy reciente LITTLE FIRES EVERYWHERE) es un grato, aunque tardío, descubrimiento. Y una suerte de homenaje a esta gran directora que dejó una enorme cantidad de películas sin hacer y a la que se extrañará mucho.


La película está disponible para los usuarios de MUBI, ingresando por acá.