Estrenos online: crítica de «Ingrid cambia de rumbo», de Matt Spicer (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Ingrid cambia de rumbo», de Matt Spicer (Netflix)

por - cine, Críticas, Estrenos, Online, Streaming
13 May, 2020 05:10 | comentarios

Esta comedia negra sigue a una chica que se entromete en la vida de una mini-celebridad de Instagram, se hace amiga de ella y allí comienzan los problemas. Una inteligente mirada a la adicción a las redes sociales protagonizada por Aubrey Plaza y Elizabeth Olsen.

Las películas sobre los peligros de internet –y, más específicamente, sobre sus redes sociales– ya son prácticamente un subgénero cinematográfico. Ficciones y documentales han retratado de diversos modos historias complicadas y hasta terroríficas acerca de los problemas, confusiones y abusos posibles que pueden generar aquellos que usan las redes sociales de un modo, digamos, un tanto obsesivo. O los que las utilizan sin tener, por decirlo de algún modo, «todos los patitos en fila». O los que viven pendientes de ellas y construyen sus vidas en torno a lo que pueden mostrar allí. Lo interesante y, si se quiere, original de INGRID CAMBIA DE RUMBO es que amplia un poco el criterio de lo que significa el mal uso de las redes sociales, alejándose un poco de los sospechosos habituales.

Es evidente, cuando conocemos a Ingrid Thorburn, que la chica tiene una adicción a Instagram. Se la pasa llenando de emojis y comentarios las fotos que sube Charlotte, a la que considera su #amiga en la red social. Pero cuando la #fabulosa chica no la invita a su #wedding, Ingrid flipa, se cuela en la fiesta y todo termina mal. Tan mal que la chica es internada en un psiquiátrico, medicada y, terror de terrores, alejada de su teléfono. Pero apenas se recupera, vuelve a las andadas. Esta vez, su objeto de obsesión es una famosa instagrammer de Los Angeles llamada Taylor (Elizabeth Olsen), cuya vida fabulosa es un compendio de marcas, restaurantes, hoteles y paisajes #maravillosos.

El problema de Ingrid viene de atrás. Su madre –aparentemente su única compañía– ha muerto y la chica ha quedado tan necesitada de algún tipo de afecto que apenas alguna persona medianamente célebre en esa red social le contesta un comentario, se aferra a ella y la considera su mejor amiga. Gracias a la excelente personificación de Aubrey Plaza, y a su evidente desgarro emocional, a Ingrid un poco la entendemos. O nos identificamos lo suficiente con ella para que nos ponga muy nerviosos cuando, una y otra vez, se pasa de la raya. Pero eso no quita que no sea una stalker hecha y derecha. Y cuando decide mudarse a California de su natal Pennsylvania, con la herencia que le dejó su madre en efectivo, tememos lo peor.

Y eso empieza sucediendo, ya que para acercarse a Taylor, tras fallar varias veces en sus intentos, no tiene mejor idea que secuestrarle el perro para luego «encontrarlo» y devolverlo. Es así como entra en el mundo de Taylor, fascinada por lo que parece ser su perfecta vida y siendo lo suficientemente ingeniosa para que no se de cuenta de que la está acosando. Allí advierte también que, pese a su casa coqueta y a su novio artista y cool, las cosas en la vida de la chica ideal tampoco son tan perfectas como las fotos que sube dan a entender.

La opera prima de Spicer podría apostar hacia el suspenso o incluso hacia el terror, pero no lo hace o al menos no directamente. Presentada en el Festival de Sundance 2017, INGRID GOES WEST apunta más a la comedia negra, siendo por momentos sutil (como las lecturas que Taylor recomienda, caso Joan Didion, referencia tan precisa como oblicua aquí) y en otros un tanto más simplista (el chico que le alquila la casa a Ingrid es fanático de Batman, con esperables consecuencias), pero en ambos casos con resultados igualmente efectivos.

En la «escalera de poder» social de Instagram hay tantos niveles como cantidad de seguidores y hasta relevancia en el mundo real. Y apenas aparezcan diferencias por ese lado –como cuando Taylor conoce a una modelo mucho más célebre que ella– empezarán a notarse los problemas de diferencia aspiracional entre ella e Ingrid. Y cuando aterrice en la casa de Taylor su insoportable pero muy observador hermano Nicky, recién llegado de Europa, Ingrid se irá sintiendo más y más desplazada de la atención inicial de su «amiga». Y ya vimos lo que la chica es capaz de hacer cuando su amor o su devoción no son correspondidos.

Pese a un formato que se adivina de entrada como bastante predecible, INGRID CAMBIA DE RUMBO presenta algunos giros narrativos inesperados en su tercer acto. Ya lo vimos de entrada: ni Ingrid es un monstruo absoluto ni Taylor la chica perfecta, así que cuando el asunto se complique no todo irá, necesariamente, por los carriles clásicos. Ahí, quizás, es donde la película hace su apuesta más fuerte, ya que intenta ir un tanto más allá del simple enfrentamiento entre víctimas y victimarios para tratar de ofrecer una mirada más abarcadora de los diversos problemas que la adicción a las redes sociales pueden generar.

Quizás la película pierda cierta sutileza cuando se vuelve un poco sentenciosa, eligiendo ponerse en un lugar un tanto «aleccionador» respecto a los #peligrosdeinternet. El final, por ejemplo, es uno de esos momentos que pueden parecer ingeniosos pero también un poco banales. Pero sus observaciones, por lo general, son sagaces e inteligentes, ya que no se queda en el facilismo de suponer que la adicción malsana a las redes sociales se limita a las personas emocionalmente perturbadas. Cualquiera de nosotros, fascinado por el hipnótico poder de decenas, cientos o miles de #likes, puede comportarse de las maneras más estúpidas imaginables.