Series: crítica de «Jeffrey Epstein: Filthy Rich», de Lisa Bryant (Netflix)

Series: crítica de «Jeffrey Epstein: Filthy Rich», de Lisa Bryant (Netflix)

Esta serie documental de cuatro episodios se centra en la historia del multimillonario financista que fue encarcelado el año pasado (y que luego apareció muerto en circunstancias sospechosas) por manejar a lo largo de décadas una red de prostitución de menores.

El caso de Jeffrey Epstein puede no haber tenido, al menos fuera de los Estados Unidos, la repercusión que tuvo el de Harvey Weinstein al menos respecto de las denuncias de históricos abusos sexuales, pero fue casi tan importante y mediático. Tuvo, además, un fuerte elemento extra: encarcelado sin fianza en julio del año pasado, apareció muerto –en apariencia, se suicidó– al mes siguiente. Los otros elementos que lo relacionan al caso de Weinstein, del que era obviamente amigo, tiene que ver con que era un multimillonario (muchísimo más que el productor, su fortuna se calculaba en más de 500 millones de dólares) y que tenía muchos amigos famosos y poderosos, entre ellos el actual presidente Donald Trump, el ex presidente Bill Clinton y el británico Príncipe Andrés.

Este documental de cuatro episodios está organizado como un extenso informe periodístico de esos que podrían pasarse como parte de alguna investigación televisiva. Quizás el único cliché del género que aquí se evita es el de la voz en off. Por lo demás, estamos ante una larga serie de testimonios y una buena cantidad de material de archivo que investigan sus décadas de abusos, acosos y violaciones hasta llegar a los hechos que tuvieron lugar en Nueva York el año pasado. La serie no intenta otra cosa que informar y dar a conocer las décadas de secretos, mentiras y abusos sexuales y comerciales del fallecido «financista».

Curiosamente, tomando en cuenta el título de la serie que hace referencia a su «escandalosa fortuna» (el documental se basa en un libro de investigación del famoso escritor James Patterson, que fue muchos años escandalizado vecino suyo), es muy poco lo que se habla en FILTHY RICH acerca de la carrera en el mundo de las finanzas de Epstein. Se sabe que nació en una familia de clase media y que, mediante mentiras, engaños, cierto talento y «encanto» personal, el hombre fue escalando posiciones hasta trabajar en varias empresas (como la dueña de Victoria’s Secret y Bed, Bath & Beyond, entre otras marcas) y bancas de inversión especializándose en formas «legales» de evasión impositiva a través de paraísos fiscales.

Pero los que quieran saber más del tema se quedarán con las ganas: nadie parece tener muy en claro cómo Epstein hizo para tener tanto dinero. A principios de los 2000 era dueño de un piso en Nueva York (se dice que es el más grande y caro en todo Manhattan), otro en París, un caserón en Palm Peach (Florida) en el que vivía la mayor parte del tiempo, un enorme rancho en Nuevo México y hasta tenía una isla privada en las Islas Vírgenes, entre otras propiedades y posesiones como varios aviones privados (que llamaban «Pussy Express»), helicópteros y varios etcéteras.

Pero como todo «hombre misterioso de negocios» no parece quedar muy claro ese tema. Es que FILTHY RICH se ocupa casi exclusivamente del otro gran asunto de la vida de Epstein: su pedofilia, para decirlo sin vueltas. El hombre, de gran apetito sexual y variadas obsesiones ligadas al tema solía llevar a sus casas y a su isla («Orgy Island» le decían) a muchísimas mujeres menores de edad en plan «masajistas» a las que abusaba sexualmente. Su sistema consistía en tener un grupo de «reclutadoras» que buscaban chicas bonitas pero de bajos recursos, problemáticas o sin familias estables para llevarlas a algunas de sus lujosas casas y, bajo la excusa de los masajes, las hacía prostituir por unos cientos de dólares. Esto hacía que muchas volvieran varias veces y algunas, inclusive, empezaran a trabajar reclutando a otras chicas para él. Una de esas tristemente famosas «estafas piramidales» con las que operaba en el mundo de las finanzas, pero con la prostitución de menores.

El problema, claro, se agrava muchísimo por la edad de las participantes, casi todas menores de edad al momento de ser abusadas sexualmente por Epstein (algunas tenían hasta 14 años). No hay consentimiento posible en esos casos, aún cuando la persona haya «aceptado» la, digamos, transacción comercial. FILTHY RICH pone en primer plano más de una docena de testimonios de mujeres que fueron abusadas por Epstein, en especial entre finales de los ’90 y mediados de los 2000, testimonios que lo llevaron a juicio en esa época en Palm Beach, pero del que pudo salir tras muy poco tiempo de cárcel gracias a sus contactos y amigos poderosos. En 2017, luego de la explosión de denuncias por el #MeToo, el caso Epstein volvió a cobrar relevancia y se lo juzgó por esos y muchos otros casos. Ya ahí le fue más difícil escapar de la Justicia.

La serie revela el sistema con el que Epstein operaba (que incluía persecuciones con espías y amenazas de muerte a cualquier mujer que pretendiera denunciarlo), cuenta experiencias personales difíciles de las chicas abusadas e involucra a personajes célebres. El archivo personal del sujeto lo muestra con Clinton, Trump, el príncipe Andrés y Weinstein, aunque uno imagina que deben ser muchos más, los que no fueron incluidos por cuestiones legales. Su fama, su fortuna y su figura pública como «filantropista» lo unieron a muchísimas celebridades a lo largo de su vida, aunque ahora todas ellas nieguen haber tenido relación alguna con él. «Apenas lo conocía», suele ser la excusa generalizada.

El último episodio está dedicado al nuevo juicio, a su breve paso por la prisión y su sospechosa muerte, meses atrás. El suicidio despertó muchísimas dudas y al día de hoy la mayoría cree que algo raro allí sucedió, especialmente tomando en cuenta la cantidad de amigos poderosos que Epstein tenía y los secretos que, llegado el caso, podía revelar acerca de sus vidas privadas. Nunca lo sabremos, pero seguramente leeremos libros y más libros sobre las posibles conexiones de este repulsivo personaje que va en camino de convertirse en uno de esos mitos monstruosos cuyas aventuras se cuentan de generación en generación.