Estrenos online: crítica de «Miss Juneteenth», de Channing Godfrey Peoples
Centrada en la tensa relación entre una madre ex reina de belleza y una hija a la que anota en el mismo concurso que ella ganó, esta opera prima que compitió en el pasado Festival de Sundance es un logrado retrato de los márgenes del Sueño Americano.
El haber ganado el concurso de Miss Juneteenth no parece haberle servido de gran cosa a Turquoise en la vida. Sin embargo, no solo vive obsesionada con esa pequeña gran épica de su adolescencia sino que desea que Kai, su hija de 15 años, compita también ahí. El concurso –modelado a la antigua, con clases de etiqueta en la mesa y ese tipo de cosas– celebra cada año, el 19 de junio, el fin de la esclavitud en Texas y permite a las jóvenes afroamericanas de la zona ganar una beca para ir a una universidad, un posible acceso a un prometido «sueño americano» que a la madre no le resultó pero que ella está dispuesta a volver a apostar para que lo logre su hija.
Turquoise (Nicole Beharie) se ha quedado en el barrio –ubicado en las afueras de Fort Worth–, trabaja como una de las encargadas de un muy concurrido bar y restaurant de la zona, hace horas extras en una funeraria y siempre tiene que estar dejando a su hija en algún lugar u otro mientras trabaja. Está separada del padre de la niña (con el que de todos modos se ve) y su madre es una pastora religiosa un tanto extravagante. Con todos esos problemas, la mujer no duda en inscribir a Kai (Alexis Chikaeze) en el concurso, pese a dos problemas importantes: no tiene dinero para pagar la inscripción (y mucho menos el vestido) y su hija en realidad no tiene ningún interés en participar.
MISS JUNETEENTH –que compitió en enero en el Festival de Sundance y se estrena hoy, justo en la fecha de esa celebración y en medio de las protestas raciales– se apoyará en esa relación entre madre e hija en función de las tensiones que genera esta participación. Turquoise quiere controlar demasiado a Kai y la chica se fastidia cada día más con la obsesión de su madre en el concurso, aunque tampoco quiere decepcionarla del todo. En el medio, el ex marido tiene sus problemas con la policía, la madre con el alcohol y uno de sus jefes quiere convencerla de que sea su pareja.
Lo que la película de Peoples logra es transmitir una extraordinaria sensación de lugar, a partir de su grado de especificidad y de detalle. No estamos ante el típico «ghetto» afroamericano de tanto cine mainstream y, si bien algunos temas son invariables con respecto a situaciones de violencia y cárcel, en general la película nos transmite una sensación diferente, la de estar ante una de vida de barrio, un lugar en el que la solidaridad se mezcla con celos y tensiones, y en el que la vida parece transcurrir con cierta parsimonia.
Quizás eso sea lo mejor y más logrado de una película que, en paralelo, intenta crear una tensión bastante más clásica (se podría decir convencional) en función del concurso en sí, con el supuesto suspenso que genera tanto la reticencia de la pequeña como las dificultades económicas de la madre. Da la impresión que MISS JUNETEENTH podría funcionar mejor si no pusiera tanto el eje en dicho concurso y fuera más un retrato de la comunidad y de los personajes que la habitan. En esos intercambios, tensiones, curiosidades y detalles (y no tanto en el McGuffin de la competencia) es donde la película encuentra una voz propia, auténtica y menos atada a ciertos «cánones Sundance» de cómo debe funcionar un guión. Cuando se entrega al retrato de su comunidad, MISS JUNETEENTH gana muchísimo en potencia.