Estrenos online: crítica de «La vieja guardia», de Gina Prince-Bythewood (Netflix)
Presentado como relato de acción y aventuras, se trata en realidad de una película de superhéroes centrado en un grupo comando de soldados que son inmortales. O eso parecen. Con Charlize Theron, Matthias Schoenaerts, Luca Marinelli, Chiwetel Ejiofor y KiKi Layne.
LA VIEJA GUARDIA se presenta, desde lo narrativo, como una película de espías y agentes, pero en realidad es una de superhéroes. Y desde lo temático no es ni una cosa ni la otra, sino que se parece más a una de vampiros. ¿Suena confuso? No lo es tanto. Con el correr de los minutos los giros en lógica y estilo se vuelven bastante naturales. Eso sí, estética y formalmente nunca deja de ser un relato de acción y aventuras, aunque uno con eje un tanto más reflexivo y, si se quiere, poético que el habitual de estos territorios.
Apenas vemos a Charlize Theron arrancar la película como una heroína de acción no muy alejada de la que le vimos hacer en ATOMICA podemos pensar que vamos a estar ante un producto similar a aquel. A Theron se le da muy bien aquello del bad-ass action heroine y acaso sea una de las mejores a la hora de utilizar el cuerpo y todo tipo de armas en escenas de violencia física. Y LA VIEJA GUARDIA no pierde eso, solo que envuelve ese universo en otro un tanto más mítico, denso, existencial. Está conectada de algún modo al cine de superhéroes, pero de una manera inusual.
Andy forma parte de un grupo comando integrado por cuatro personas que realizan encargos por dinero alrededor del mundo. Además de ella están Joe y Nicky (Marwan Kenzari y Luca Marinelli) y el francés Booker (Matthias Schoenaerts). Y lo primero que reciben es una misión de parte de un miembro de la CIA, Copley (Chiwetel Ejiofor) de ir a salvar a niños en peligro en Sudán del Sur. Pero al llegar allí se dan cuenta que se trata de una trampa. De una manera shockeante, los cuatro son asesinados brutalmente, recibiendo decenas de balazos en todo el cuerpo. Pero más sorprendente todavía es cuando los cuatro se levantan del piso como si nada hubiera pasado y liquidan a quienes los dieron por muertos. ¿Qué está pasando aquí?
Pronto sabremos que no es un grupo operativo convencional sino que se trata de cuatro inmortales, personas que han estado circulando por el mundo desde hace cientos de años y que son imposibles de matar. La más vieja es Andy (su nombre real lo deja en claro), pero los otros circulan por el mundo desde las Cruzadas o la era napoleónica. Y el tal Copley no era un enviado de la CIA sino un tipo encargado de atraparlos y entregarlos a un poderoso empresario farmacéutico, Harry Melling (xxx), que está seguro que hará muchísimo dinero consiguiendo el ADN de estas criaturas.
En paralelo a tratar de evitar ser capturados, los miembros de esta literal «vieja guardia» se topan con que existe un nuevo miembro. Se trata de una joven marine, Nile (KiKi Layne), que ha sido asesinada en combate y volvió a la vida en minutos como si nada. Ellos pueden «sentir» la aparición de un nuevo miembro y Andy va a buscarla, pero la chica está demasiado confundida con la noticia como para aceptar su nueva realidad, lo que la lleva a tener una conflictiva relación con sus propios poderes y con el resto del grupo.
Es así que, mientras tratan de vengarse de los que trataron de capturarlos y ellos tratan de atraparlos otra vez, los inmortales en cuestión lidian, ante la llegada y la curiosidad de la «chica nueva», con las encontradas sensaciones que les produce su condición. Es así que contarán historias de sus respectivos pasados (Joe y Nicky son pareja hace, literalmente, siglos, en un raro y bienvenido caso de pareja gay en una película de acción mainstream) y, cual agotados vampiros que ya vieron todo demasiadas veces, se preguntarán porqué y para qué siguen peleando. En el medio, además, le revelarán a Nile algunos detalles y sorpresas de su nueva condición.
Dirigida por Prince-Bythewood (LOVE & BASKETBALL), en otro raro caso de una mujer y afrodescendiente a cargo de este tipo de película, LA VIEJA GUARDIA –cuyo título también parece homenajear a ideas del cine de acción clásicas– se vuelve inusualmente meditativa y hasta melancólica para este tipo de relato, lo cual la empareja a otros films de superhéroes de carácter un tanto más reflexivo que lo habitual, como la reciente LOGAN. Pero pronto volverá la acción y la película retomará algo parecido a la línea más mainstream del entretenimiento popular contemporáneo.
Sin llegar a ser una «historia del origen» (para eso habría que retroceder siglos), LA VIEJA GUARDIA se presenta claramente como el primer episodio de una saga que bien podría extenderse en el tiempo, acaso hasta convertirse en el primer «universo» cinematográfico original de Netflix. Basada en una novela gráfica escrita por Greg Rucka y dibujada por el especialista argentino Leandro Fernández, la película tiene todos los elementos para ser el inicio de una saga que puede ser tan larga… como la vida de estos personajes.
Con un sólido manejo de las escenas de acción que acaso no llegue a los delirios violentos de la reciente EXTRACTION (ni de la propia ATOMICA), el punto fuerte de LA VIEJA GUARDIA es su intención de otorgarles a sus personajes conflictos y emociones un tanto más potentes y personales que los habituales problemas genéricos de tanta producción de Marvel y similares compañías. Andy sufre por historias del pasado, Nile por tener que aceptar su nueva condición y para todos existe el clásico problema vampírico de vivir muchísimo más tiempo que sus seres queridos.
A todo esto, los «inmortales» tienen también una suerte de talón de Aquiles que les da a sus aventuras un toque mayor de riesgo. De otro modo: ¿cuán interesante podría ser ver decenas o cientos de escenas de acción protagonizadas por personas que son inmortales pase lo que les pase? Ese misterioso eje cobrará más fuerza con el correr del relato y será, seguramente, uno que se incorporará de forma definitiva a las previsibles secuelas. ¿Existirá alguna manera de que esta gente muera?
No es la obra maestra que algunos críticos estadounidenses –de esos que miran todo con los parámetros de la representación y la corrección política– aseguran que es, pero es innegable que estamos ante un relato sólido y efectivo que tiene un grado de complejidad emocional un tanto superior al de la media de este tipo de películas y cuya acción opera en un formato menos obviamente dominado por los CGI que el de los superhéroes actuales. Si nadie se equivoca feo en los próximos años (como sucedió, por ejemplo, con los ligeramente similares X-MEN), seguramente habrá VIEJA GUARDIA para rato.