Series: crítica de «Mensajes desde otro lugar», de Jason Segel (Amazon Prime)
Esta serie, creada y protagonizada por el actor de «How I Met Your Mother» y «Los Muppets» se centra en cuatro personas que se suman a una suerte de juego de realidad virtual o un experimento social que, en apariencia, intenta mejorar sus vidas. Con Sally Field, Richard E. Grant, Eve Lindley y André Benjamin.
El documental THE INSTITUTE –lo pueden encontrar online– cuenta la experiencia real que sirvió de inspiración para MENSAJES DESDE OTRO LUGAR (DISPATCHES FROM ELSEWHERE). Si no quieren enterarse de demasiados detalles, quizás les conviene esperar a ver la serie completa antes de verlo. Habiéndolo visto antes, debo confesar que entré con algunos conocimientos adquiridos y con menos sorpresas disponibles a la serie creada, producida y protagonizada por el actor Jason Segel. Se trata del tipo de programa sobre el que es bastante complicado escribir sin entrar en el territorio de spoilers por lo que trataré de ser lo más «discreto» posible.
Se podría definir a MENSAJES DESDE OTRO LUGAR como una combinación en partes más o menos iguales de dos películas protagonizadas por Jim Carrey: THE TRUMAN SHOW y ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE SIN RECUERDOS. Si a ese combo posible de drama con elementos fantásticos que es, a la vez, romántico, misterioso e inspiracional se le agregara una dosis de la película de David Fincher AL FILO DE LA MUERTE, la propuesta (no necesariamente los resultados) sería parecida a la de esta serie que sigue a cuatro personas participando en lo que parece ser un juego de realidad virtual/alternativa en el que deben resolver acertijos, rescatar personas atrapadas y escapar de temibles ataques que pueden estar sucediendo en la vida real… o no.
Los cuatro protagonistas son todos muy distintos entre sí y al principio la serie sigue, episodio a episodio, a cada uno de ellos. Segel, el actor de HOW I MET YOUR MOTHER, LOS MUPPETS y CÓMO SOBREVIVIR A MI EX, encarna a Peter, un tipo que trabaja con algoritmos en una empresa tipo Spotify y que lleva una vida rutinaria, sin emociones ni sorpresas. Un día, caminando por la calle, empieza a ver unos raros carteles en postes de luz y termina aceptando la extraña invitación de concurrir al misterioso Jejune Institute donde empieza a vivir situaciones curiosas, muchas de ellas ligadas a pequeñas misiones que debe realizar. Pese a la desconfianza inicial, Peter se descubre entusiasmado por las aventuras en las que se empieza a meter. Y no es el único. Son varios los que están en similar situación.
Como parte de su «grupo» (el tal Jejune Institute parece tener un aire tipo secta) conoce a Simone (Eve Lindley), una chica trans con una personalidad mucho más vivaz que la suya y de la que se enamora… o eso cree. Ella tiene sus dificultades también pero ambos funcionan como una dupla perfecta a la hora de ir metiéndose en las distintas tareas que parece proponer el instituto en cuestión o un ente superior a él. El cuarteto se completa con la ya mítica Sally Field, quien encarna a Janice, una mujer un tanto mayor y muy entusiasta que trata de rearmar su vida. Y por último está Fredwynn (André Benjamin, AKA André 3000, de la banda de hip hop Outkast hoy dedicado más que nada a la actuación), un hombre inteligente y tenso que está obsesionado por las conspiraciones y que cree estar dentro de una.
Cada uno por separado, en duplas y también todos juntos van atravesando los distintos escenarios dramáticos, muchos relacionados con la aparición de un grupo «rebelde» (The Elsewhere Society) que intenta, supuestamente, hacer caer al Instituto. Mientras el grupo trata de encontrar a una misteriosa chica llamada Claire y a la vez de entender en qué tipo de asuntos están metidos, MENSAJES… analiza temas como el uso de información personal por grandes corporaciones, las luchas políticas entre el 1% de los millonarios y el resto de la gente, los artistas que se enfrentan al «sistema» pero, sobre todo, cómo sus protagonistas lidian con sus propias limitaciones, problemas y miedos.
El Instituto está representado (para ellos pero también para el espectador) por Richard E. Grant, quien suele inaugurar cada episodio hablando a cámara, rompiendo en cierto modo la llamada cuarta pared y, a la vez, desnudando la propia estructura de la narración. En ese sentido, la serie funciona como una versión light, digamos, más esperanzadora y menos depresiva, del tipo de películas que escribe y hace Charlie Kaufman. Segel –que dirige el primer episodio y es guionista de varios– y los otros realizadores no temen tampoco sacar elementos del arcón de recursos visuales de esas películas: música poptimista (hay un momento musical «mágico» con «Good Vibrations«, de los Beach Boys), escenas animadas y otras filmadas en un saturado Super-8, dándole a la serie una característica entre naive e inspiracional, de un modo que por momentos resulta excesivo, bordeando con el realismo mágico… o con una publicidad de Nike.
Si uno tiene buena tolerancia a este estilo de autoayuda lúdica y liviana, de romanticismo fantástico y de constantes recursos meta-narrativos, MENSAJES… puede resultar fascinante y emotiva, de ese tipo de series que transforman a sus espectadores en fans acérrimos. Si uno no se lleva tan bien con ese esquema –o, como en mi caso, le parece que no está del todo logrado aquí ya que sus recursos son demasiado derivativos y muchas veces ampulosos– quizás la serie le resulte más problemática. A mí, momento a momento, me generaba sensaciones casi opuestas. Podía ser encantadora un minuto, irritante el siguiente, simpática después y luego frustrante. Todo en un mismo episodio. O hasta en una misma escena.
DISPATCHES FROM ELSEWHERE (que fue emitida en Estados Unidos por AMC y acá llega vía streaming) hace recordar también, temáticamente al menos, a los varios documentales que han circulado (y siguen circulando) acerca de las prácticas y problemas de muchos cultos/sectas que comienzan capturando a gente prometiéndole mejorar sus vidas para luego meterlos en serios problemas, como es el caso de WILD WILD COUNTRY o la actual THE VOW (de HBO). Pero no vale la pena adelantar más. Se trata de una serie que juega con las percepciones y las ideas asumidas de los espectadores para luego modificarlas cuando, supuestamente, uno menos se lo espera. La consistencia, convengamos, no es su principal mérito.