Festival de San Sebastián: críticas de «La mami», de Laura Herrero y «Las niñas», de Pilar Palomero (Made in Spain)

Festival de San Sebastián: críticas de «La mami», de Laura Herrero y «Las niñas», de Pilar Palomero (Made in Spain)

por - cine, Críticas, Festivales
19 Sep, 2020 06:12 | Sin comentarios

Dos jóvenes cienastas españolas presentan sus films en San Sebastián: un documental rodado en el universo de las «ficheras» en México y una ficción con elementos autobiográficos que transcurre en Zaragoza en los años ’90.

LA MAMI, de Laura Herrero Garvín. Las historias de vida de un grupo de mujeres que trabaja en un bar «de ficheras» en la Ciudad de México son el centro de este documental, cuya protagonista principal es Doña Olga, «la Mami» en cuestión, la mujer que se encarga de los baños y el vestuario de las chicas que trabajan allí tras haber pasado varios años ella misma en el otro rol. En el Cabaret Barba Azul, el vestuario/baño es el lugar que funciona para los preparativos y descansos pero también como un lugar de distensión y suerte de confesionario. Y la «Mami» es la que escucha las penas, alegrías y pecados de esa particular congregación de mujeres.

En un film que pocas veces pasa del otro lado de la cortina para mostrar la vida «pública» del cabaret –ocasionalmente algunas clientas van al baño y le disparan a la Mami sus curiosas preguntas–, la relación principal pasa por la que ella tiene con Carmen, una mujer que ha llegado recién a trabajar al lugar (su alias laboral es Priscilla) ya que tiene un hijo enfermo y necesita juntar dinero para tratarlo. La dura historia de vida de la mujer y las anécdotas que va generando durante su paso por Barba Azul (muchas ligadas a la cantidad de alcohol que consume y los problemas que eso le depara) se suman a circunstancias y anécdotas que viven las otras chicas que trabajan en el lugar.

Ese espacio –del que el filme raramente sale– tiene una característica de refugio de comprensión y sororidad para esas mujeres que, tanto en el bar en sí como también en sus vidas cotidianas, se enfrentan a circunstancias personales complicadas o difíciles. La cámara de Herrero se sostiene en ese espacio acotado y logra que sean los rostros expresivos de las mujeres los que transmitan las emociones. Especialmente los de Carmen y Doña Olga, dos mujeres en apariencia muy distintas (una extrovertida y conversadora, la otra más calma y sabia) pero que personifican, de algún modo, dos versiones y etapas de una similar historia.


LAS NIÑAS, de Pilar Palomero. La vida de una niña de once años, alumna de un colegio religioso en la España de los años ’90, es el centro narrativo de la opera prima de Palomero, una película con algunos puntos de contacto temático y de tono con VERANO 1993, de Carla Simón. Ambas tienen características autobiográficas, transcurren en una época de similares cambios culturales y sociales y tienen a una niña (de distintas edades, claro) como protagonista. Hay diferencias, sí, pero pueden ser vistas como parte de un similar panorama de renovación cinematográfica liderado por realizadoras.

La protagonista de este coming of age se llama Celia y atraviesa ese momento en que sus intereses y curiosidades personales se chocan con la estricta educación religiosa que recibe en la escuela de Zaragoza a la que concurre. Y lo que hará entrar a la chica en conflictos aún mayores entre esos dos planetas paralelos es la llegada de una chica nueva a la clase, de Barcelona, mucho más «liberal» en su modo de vida y elecciones. Es así que Celia se verá directamente interpelada por este nuevo mundo habitado también por chicas un poco mayores que ella –un universo de discos de rock, cigarrillos y otros hábitos que en su encierro escolar/familiar son considerados como pecaminosos– y será testigo y protagonista del shock que eso genera en la realidad infantil que todavía habita.

De una manera simple y directa pero efectiva –utilizando el formato cuadrado de pantalla para dar cuenta de ese encierro– y con la justa distancia que da el tiempo para observar y a la vez reflexionar sobre lo sucedido pero sin perder del todo la cercanía emocional, Palomero logra hacernos regresar, por un tiempo, a una época en la que costumbres que ahora son comunes y habituales eran vistas de una manera muy diferente y problemática. En cada país esas circunstancias pueden ser distintas (en la posdictadura en Argentina también convivieron de manera incómoda esas dos realidades), pero la sensación es similar y está marcada por el descubrimiento, maravilloso y atemorizante a la vez, de que hay otra vida allá afuera.