Estrenos online: crítica de «Vilas: serás lo que debas ser o no serás nada», de Matías Gueilburt (Netflix)
Pese a utilizar un eje narrativo que no es demasiado relevante –la famosa disputa sobre si mereció ser número uno del ranking mundial–, este documental sobre el mejor tenista argentino de la historia cuenta con un material de archivo espectacular que deleitará a los amantes de ese deporte.
Una de las cosas más difíciles de definir, especialmente a la hora de hacer un documental, es elegir un eje, una forma o dispositivo narrativo que permita dar a conocer la historia que se va a contar de una manera que sea atractiva, amena, interesante para los espectadores. A la vez, ese eje narrativo tiene que ser consistente con lo que se cuenta, natural a su historia y no quedar forzado ni puesto de una manera en la que su presencia se haga evidente. Hay decenas de maneras de encarar un documental biográfico sobre una figura enorme del deporte argentino –mundial– como Guillermo Vilas. Y la elegida aquí es, por lo menos, curiosa.
VILAS: SERAS LO QUE DEBAS SER O NO SERAS NADA (el título en inglés: SETTLING THE SCORE es más apropiado para lo que se cuenta acá) elige como eje la obsesión del periodista Eduardo Puppo por probar que Vilas debió haber sido número 1 del mundo del tenis en 1977 y quizás en 1975 también. Y para eso dedicó doce o más años de su vida, desarrollando una casi enfermiza relación con los números y datos específicos que permitirían probar que Vilas mereció ser considerado el mejor del mundo aún de la manera entre displicente y turbia en la que se armaban los rankings entonces. Es, sin dudas, un punto interesante a analizar a la hora de pensar la vida y la carrera del tenista marplatense, especialmente porque también a él le preocupaba mucho el asunto y le siguió preocupando durante todos estos años. ¿Pero es, realmente, algo tan importante como para pasar casi medio documental ocupándonos de eso?
Lo digo por lo siguiente: el documental tiene tanto y tan buen material de archivo de los ’60 y los ’70, una historia personal con aristas únicas en comparación con la de la mayoría de los deportistas (Vilas fue hippie, rockero, guitarrista, hombre del jet set, poeta, budista, un personaje con facetas increíbles por donde se lo mire) y, sobre todo, una vida deportiva alucinante, con una cantidad de grandes partidos, triunfos notables, derrotas duras, aportes fundamentales al juego y miles de curiosidades que da la impresión que el documental desperdicia, resume o deja en segundo plano para priorizar la obsesión estadística por lograr un reconocimiento de una asociación deportiva que no cambia para nada el hecho de que todo el mundo sabe que Vilas fue el mejor tenista de ese 1977 y uno de los mejores de todos los tiempos.
Y si bien uno puede entender la necesidad narrativa de encontrar «un ángulo» para contar una historia, el propio Puppo tiene a mano otros dos que seguramente son mucho más ricos que la discusión por el lugar en el ranking. Por un lado, los casetes que Vilas grabó durante sus años de carrera y que nadie había escuchado hasta ahora. Estoy convencido que, a partir de trabajar esos audios (tal como se hizo en un documental sobre Brando llamado LISTEN TO ME MARLON), se podría haber hilvanado una gran trama para contar su historia. Pero no solo eso. Puppo fue elegido por Guillermo como su albacea. Y la enorme cantidad de materiales (fotos, ropa, revistas, objetos, libros, guitarras, raquetas, pelotas, etc, etc) y cosas de Vilas que el hombre ha catalogado y clasificado seguramente podían contar otra gran historia.
Dicho esto, hay cosas en SERAS LO QUE DEBAS SER que son fascinantes. O al menos lo son para mí, que crecí viendo a Vilas y jugando al tenis en los ’70 y ’80. Todos sus comienzos, los torneos de los ’70, sus rivalidades con Bjorn Borg, Jimmy Connors y otros miles de grandes momentos de su vida profesional tienen su registro documental, lo que genera que la película sea una fiesta para los que recordamos esas épocas y para los que no la conocieron también. Y hay, además, un costado humano que la película deja entrever más bien tarde y que tiene que ver con la relación casi simbiótica entre Vilas y Puppo (que, además, es su biógrafo), y una parte más personal y emocional del tenista que revela una zona quizás no tan conocida de su vida y su personalidad.
Todo eso está en el documental pero no aparece demasiado priorizado ni suficientemente desarrollado ya que casi siempre queda como secundario a la cuestión del ranking, cuyo sistema de puntuación, convengamos, tampoco se explica demasiado bien como para ser entendido por los espectadores. Digamos, es la palabra de Vilas, Puppo y su gente contra la de ATP, pero nunca tenemos todos los datos completos. Me da la impresión que se eligió un eje que, en el mejor de los casos, era una subtrama para un episodio de una miniserie y no más que eso. Es que hay tanto material sobre Vilas y es tan interesante su historia que uno tiene la sensación que acá había tela para, digamos, cuatro o más episodios de una serie en plan la de Michael Jordan, con torneos, recorridos y momentos de su vida, aún con las limitaciones que suelen aparecer en estos relatos «oficiales».
Salvo excepciones (algunas de las finales de los Grand Slams y el Masters), la mayoría de las imágenes deportivas se usan a modo ilustrativo y sin demasiado contexto. Viendo el documental uno cree que Vilas ganó una vez el Abierto de Australia (lo ganó dos) y ni se entera que volvió a ser finalista de Roland Garros en 1982, entre otras cosas de su carrera. Ni siquiera su récord de 50 partidos invicto en polvo de ladrillo se destaca del todo (se le da mucho mayor importancia a si fue o no tapa de una revista de tenis, por ejemplo), ni sus partidos de Copa Davis u otro montón de logros que ni siquiera aparecen. Los casetes se presentan como un tema importante al inicio del relato pero luego van pasando, también, a segundo plano. Y hasta los entrevistados (periodistas en su mayoría) hablan más del bendito tema del ranking que de su juego, con excepción de algunos jugadores (como Gabriela Sabatini, Boris Becker, Borg, Rafael Nadal, Roger Federer, Mats Wilander) que también hacen mención a aspectos tenísticos que, después de todo, deberían ser lo central.
Lo curioso del documental es que es, a la vez, una oportunidad desaprovechada y una experiencia fascinante. Eso es lo que tienen a veces ciertos documentales. Uno, como espectador, puede aislar o dejar un poco de lado lo que no le interesa –o lo que le parece menos relevante– y centrarse en los materiales que más valora y aprecia, y disfrutar viendo eso. Y acá hay muchos materiales que permiten que cada uno se arme su propia película. La historia de Guillermo Vilas, como tenista y como persona (algunas imágenes sobre el final tendrán un fuerte impacto emocional para sus fans) va mucho más lejos y es mucho más importante para el deporte argentino que una posición en un ranking decidida por un grupo de burócratas.
Diego,
Coincido totalmente con tu crítica. Las imágenes de archivo de los partidos son de una calidad asombrosa que está totalmente desaprovechada y es un pecado ya que es muy difícil conseguir/ver esos materiales excepcionales de la historia del deporte argentino.
Por otra parte, al plantear como eje central la discusión con la ATP (que hubiese sido acertado que estuviera esa voz disidente y no solo en un mail) se debería acentuar los logros conseguidos por Vilas que son inigualables (victorias en un año victorias seguidas, títulos en un año) y contraponerlo con otros tenistas porque parece más una discusión de un entorno que tiene argumentos pero no son desarrollados en el documental. Por último, es un despropósito que no haya humor teniendo una figura como Vilas, las anécdotas se basan en su obsesión del número 1 y por momentos emotivo pero la falta de anécdotas como por ejemplo, el pedir comida según el ranking o convencer a un tenista que se retire de un torneo para poder ganarlo, hubiese, según mí opinión, sumado a la película.
Saludos.
Me decepcionó. Parecía un documental sobre Puppo, al que le agradezco su lucha y el cobijo al ídolo. La dirección me pareció, a falta de una palabra mejor, torpe: no entendí si Puppo era protagonista, entrevistado o narrador; la música muchas veces pareció presente por demás, anticlimática o flaca; los testimonios de los colegas de Vilas parecen un saludo de cumpleaños.
Vilas es un personaje tan complejo y fascinante que merece un documental profundo, que lo muestre en plenitud. Cuando aparece aquí se ilumina la pantalla y deja con ganas de mucho más.
Al terminar de ver el documental de Jordan (lo vi dos veces en continuado) tuve la sensación de que el mejor deportista de la historia tuvo el mejor documental deportivo de la historia. Me parece que a Vilas la correspondería el mismo honor y lamentablemente no pasa ni cerca.
Por último, la historia por el número uno me resuena al Nobel no dado a Borges… quizás los engrandecen aún más. Pero viendo cómo sufrió esa falta de reconocimiento, no deseo más que suceda cuanto antes.
Verlo en los últimos diez minutos de cinta… es un revés de Vilas al mentón.
Coincido plenamente y agrego que, el documental tampoco incluye cuestiones internas de la AAT con respecto a Willi, ni la opinión o material de otros agentes de prensa especializados, con lo cual reduce la gran y polifacética figura que es Vilas. Y otro dato no descripto profundamente, pero relevante para todo film que pretende masificarse en las plataformas actuales: la motivación que despertó entre los niños y jóvenes argentinos, y que queda reducido al mero fanatismo de Puppo y su esposa (ojo, no es poca la labor que hicieron)… Por lo que, coincidimos también en lo diluido que nuestro ídolo queda en estos noventitantos escasos minutos. Quizás hubo falta de producción….quizás, y ojalá resulte así, sea éste nada más que preludio de una buena miniserie sobre el fantastico Guillermo Vilas.
Un documental emotivo concentrado sobre un aspecto de su vida profesional. No es EL documental de su vida, sino tenían que haber incluido muchísimas cosas, hasta de su vida personal e intima, etc etc…para mí cumple con lo que uno de antemano sabe que va a ver, algo relacionado a su obsesión para comprobarse su lugar como Nº 1, que siempre se supo de él por como recopiló y guardó cada detalle de su vida. Creo que es muy positiva esta pequeña mirada de su vida.