Estrenos online: crítica de «Lazos de sangre», de Tatsushi Oomori (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Lazos de sangre», de Tatsushi Oomori (Netflix)

por - cine, Críticas, Estrenos, Online, Streaming
07 Nov, 2020 11:00 | comentarios

Este drama familiar japonés se centra en la complicada relación entre una madre dominante y su sufrido hijo a través de los años. Un relato fuerte, duro y honesto.

Una verdadera sorpresa dentro de la programación de Netflix, el drama japonés LAZOS DE SANGRE es un drama familiar duro, complicado y angustiante centrado en la relación entre una madre abusiva y su hijo. Con elementos del cine de Hirokazu Kore-eda pero con unos niveles de violencia y crueldad que traen a la memoria otros dramas clásicos del cine japonés, la película de Oomori (director de THE WHISPERING OF THE GODS y THE RAVINE OF GOODBYE, entre otros films) elige plantear el curioso, simbiótico y a la vez desesperante lazo que une a este hijo con su madre, lazo que excede cualquier lógica. O al menos eso parece.

Akiko (Masami Nagasawa) es una joven mujer con un pequeño hijo llamado Shuhei. Su personalidad explosiva y sus hábitos (vida nocturna constante, agresividad, descontrol e irresponsabilidades varias) la convierten en una madre un tanto inestable. Al principio parece un personaje extravagante y hasta simpático en la manera en la que se conduce con su hijo, metiéndose con él en una piscina en lugar de ir a trabajar o llevarlo en el colegio. Pero pronto quedará claro que Akiko también tiene una relación difícil con su familia (su madre y su hermana, principalmente) y que no parece importarle nada más que su satisfacción inmediata. Y, en ese sentido, el chico le es útil para obtener ventajas.

Es así que lo que vemos en buena parte del film es la manera en la que la mujer lo usa para pedir plata, participar en engaños, robar dinero o como excusa para lo que sea. Esa plata luego la utilizará para jugar o beber pero jamás para ocuparse de cuestiones básicas de manutención. El chico –pequeño, tímido, obediente– hace lo que ella le dice. Y cuando Akiko empieza a frecuentar a Ryo (Sadao Abe), la cosa se vuelve más espesa: lo deja solo en la casa sin comida, sin agua y hasta sin luz, entre otras humillaciones a las que pronto también se suma el más directamente violento Ryo. Y la experiencia termina mal, muy mal, cuando no tienen mejor idea que chantajear a un tímido hombre usando a Shuhei de «señuelo». El chico, se nota, sufre por lo que le pasa pero siempre hace lo que le piden. Ni siquiera cuando aparece su padre y le ofrece llevárselo acepta el convite. Se debe, entiende él casi instintivamente, a su madre.

La película saltará de allí cinco años y encontrará a Shuhei (interpretado de ahí en adelante por Daiken Okudaira) ya convertido en adolescente, con una hermana pequeña y con su madre viviendo en la calle. Serán vistos por una trabajadora social y todo parecerá encaminarse: los colocan en un pequeño departamento, convencen al niño de volver a la escuela y a ella de trabajar. Pero no durará mucho. Los problemas seguirán y seguirán, llevando de a poco a este drama seco a convertirse en una previsible tragedia con ecos insospechados.

Basándose en un caso real, Oomori crea un drama angustiante que funciona muy bien porque arma una relación que por un lado es lógica y, por otro, desesperante entre esa madre y su hijo. Es evidente que Shuhei es consciente que lo que la madre le hace, lo que le exige y lo que no le permite hacer es claramente irresponsable y hasta malicioso. Nos cuesta entender, especialmente cuando ya es adolescente, su incapacidad para negarse, para enfrentarla y hasta para irse, cuando la situación claramente lo amerita. Pero sobre el final, sin embargo, algunas cosas quedarán un poco más claras en ese sentido.

MOTHER termina siendo la historia de una extraña relación de amor, tóxica como pocas, entre una madre demandante y un hijo sumiso, relación que pocas veces parece tener costados luminosos. Salvo por lo que se ve al principio del film, Akiko no es es el típico personaje de madre joven entre problemática e irresponsable que pasa de una situación horrible a otra divertida sino que en un punto soportarla se convierte en un calvario para el chico y para los espectadores. Pero el director no suaviza la píldora y va subiendo cada vez más la apuesta.

Es claro que se trata de una mujer dañada psicológicamente y con evidentes problemas que trae de su infancia (y de la mala relación con su familia) y eso hace que, pese a la cantidad de actos despreciables que tiene con su hijo, uno pueda tener una cierta compasión con ella tomándola como parte de un ciclo abusivo que viene de antes y que ella no hace más que continuar y claramente amplificar. Aunque, claramente, ni el personaje ni la actriz que la interpreta buscan nuestra empatía sino más bien todo lo contrario.

Puede ser una película dura y difícil de ver, pero Oomori es muy honesto con lo que cuenta, con sus personajes y con el mundo en el que viven. Pinta la situación de la familia de una forma cruda, sí, pero casi nunca pasándose de rosca por el lado de la crueldad visible a la manera de otros cineastas que suelen regodearse en este tipo de miserias. Al contrario, las deja ahí, en evidencia, en toda su angustiosa complejidad. En algún punto, LAZOS DE SANGRE termina siendo una película piadosa y, de la forma más inesperada, hasta humanista.