Clásicos online: crítica de «El rayo verde (Comedias y proverbios 5)», de Eric Rohmer (MUBI)

Clásicos online: crítica de «El rayo verde (Comedias y proverbios 5)», de Eric Rohmer (MUBI)

Esta película del director francés, de 1986, sigue los intentos de irse de vacaciones de una mujer joven emocionalmente quebrada. Marie Rivière protagonizó y coescribió este clásico del cine que está disponible en la plataforma de streaming.

Una de las más conocidas películas de Eric Rohmer –al menos en Argentina, donde tuvo una repercusión importante a mediados de los años ’80– quizás sea también una de sus más inusuales. A diferencia de casi todos sus film previos y posteriores, EL RAYO VERDE es una película en la que el director francés trabajó a partir de la improvisación de sus actores, especialmente de la protagonista, Marie Rivière, que encarna a Delphine, un personaje que tiene mucho de ella y de su situación en el momento. No es la única particularidad del film sino que otra de las decisiones de Rohmer al momento de hacerla fue filmarla «como un documental». Esto es: personas de la vida real, insertando a la actriz en situaciones previamente existentes y dejando que las imperfecciones (de la puesta en escena, fundamentalmente) se noten mucho más que en sus films previos.

Todo esto, claro, no cambiaría demasiado si la película en sí no estuviera a la altura de los desafíos asumidos. Y no solo lo está, sino que es una de las mejores de su larga carrera. Es que, curiosamente, salvo algunas cuestiones específicas ligadas a los diálogos que, al ser improvisados tienen una característica más «coloquial» y directa que en otros de sus films, en los que tienden a ser un tanto más analíticos, los resultados conseguidos son similares. Rohmer y Rivière logran construir a un personaje como Delphine que tranquilamente puede incorporarse a la galería de grandes protagonistas femeninas del director. Una joven solitaria y angustiada, que no ha logrado superar del todo el quiebre de una relación romántica y que no se siente del todo bien (ni segura) al tener que pasar por una serie de procesos que le resultan entre incómodos e intolerables.

El disparador de la trama es vacacional. Delphine tenía planeado irse con una amiga de vacaciones pero ella le cancela a último momento. La chica se queda sola y sin planes, pero tampoco quiere quedarse en París durante el verano en el que la ciudad se vacía. Las opciones que surgen no parecen ser demasiado interesantes para ella –la familia piensa irse a Irlanda, por ejemplo–, pero a la vez tampoco quiere irse de vacaciones sola ya que no le resulta fácil conocer gente. EL RAYO VERDE tendrá un formato de diario y se centrará en los días en los que Delphine planea sus posibles vacaciones y en sus frustraciones con los planes elegidos.

El primero tendrá que ver con ir a la casa de una amiga (y de la familia de ella) en Cherburgo, donde se ubicará en una cómoda casa con parejas y niños, pero claramente se siente un tanto fuera de lugar allí, casi de más. El segundo será irse a una casa en la montaña por su cuenta, pero será un fracaso aún más evidente. El tercer plan –el que ocupa mayor tiempo en el relato– la lleva, sola otra vez, a las playas de Biarritz. Pero tampoco funcionará mucho mejor, al menos la mayor parte del tiempo.

«El rayo verde» en cuestión es un fenómeno natural –del que habla la novela homónima de Julio Verne– que tiene que ver con un último halo de luz que deja el sol, cuando se dan ciertas condiciones meteorológicas, al ponerse en el horizonte. Dice la leyenda que si una persona ve ese fenómeno natural conocerá realmente sus emociones y, si lo ve con otro, se enamorarán para siempre. Y Rohmer juega con esta suerte de «luz al final del túnel» a la hora de seguir las peripecias de Delphine.

Pero lejos está el director francés de transformar ese hecho en el centro de lo que cuenta. Si bien esa figura poética se hace presente en tres momentos clave de la historia (en uno se explica literalmente su existencia y significado), lo que más importa en el film es retratar a este personaje que, claramente, la está pasando mal y que no logra salir de la sensación de que la incomoda toda la rutina del cortejo (las personas que conoce en «situación de playa» no la motivan demasiado), pero que tampoco se siente del todo bien sola. Llora Delphine, llora mucho a lo largo de EL RAYO VERDE. Y su llanto apagado y discreto (cuando es en público) es el de una mujer que se siente fuera de lugar en casi todos los espacios que frecuenta.

EL RAYO VERDE cuenta, más que nada, el seguimiento que Rohmer hace de Delphine, un personaje riquísimo en matices, una chia que puede ser muy amable, simpática y sensible pero también tener sus fobias, momentos de irritabilidad y mucho miedo. «Así no vas a conocer a nadie», le dice una chica sueca (Carita Holmström) con la que se topa en las playas de Biarritz y que quiere armar un plan con ella y dos chicos que conocen ahí. Plan que no funciona, aunque deja a la historia del cine una escena maravillosa. Tampoco había funcionado antes, con su amiga Françoise (Rosette) y no parece ser la manera en la que Delphine conocerá gente. Hasta que, bueno, en algún momento algo ahí se romperá.

La naturalidad de los diálogos y las situaciones aporta mucho para que este drama romántico sea efectivo y quede en la memoria. Uno siente que Delphine está lidiando con sus emociones «en vivo», que encuentra las palabras en el momento (aquí verán que varias veces dos personajes se pisan para hablar, algo que raramente se ve en el cine) y que lo mismo sucede con sus interlocutores. Que son muchos y que suelen tener las mejores intenciones, pero que no le sirven para sacarla del agujero emocional en el que está metida. Y Rohmer captura todo eso sin intervenir de una manera demasiado visible, dejando que los vuelcos y giros emocionales se reflejen en el rostro de la actriz pero también en el mundo que la rodea.

Hay escenas inolvidables aquí, como la conversación de Delphine con los amigos de Françoise sobre los beneficios del vegetarianismo (un concepto que parece adelantado a su época), su pequeña fuga por el campo cuando necesita un descanso de ese amable pero demasiado presente grupo, una charla que tiene con la amiga de una amiga que intenta, de un modo un poco agresivo, «sacarla» de su faceta más autocompasiva, la ya célebre charla entre un grupo de adultos mayores sobre el rayo en cuestión, además de otras que vendrán luego y que, si bien la película tiene hoy casi 35 años, quizás no convenga adelantar.

La película es viaje emocional para Rivière –quien ha dicho que el personaje es básicamente ella misma– pero aún dentro de las historias sobre los vaivenes del amor que ha dirigido Rohmer ésta se siente particularmente sincera y franca, va más directamente al grano que otras en las que los personajes encuentran en el uso de las palabras una forma de racionalizar las emociones y no lidiar del todo con ellas. Delphine las racionaliza también, pero se nota que las vive a flor de piel, que deja que le atraviesen el cuerpo y el rostro. Ese complicado tránsito es el que relata EL RAYO VERDE, el de una persona que busca darse una oportunidad para salir de un oscuro lugar emocional en el que está inserta pero que no tiene idea cómo hacerlo. Quizás, solo quizás, los astros puedan «ayudarla» a encontrarla adentro suyo.


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