Estrenos online: crítica de «Familia de medianoche», de Luke Lorentzen (Netflix)
Este atrapante documental mexicano de 2019 se centra en el intenso trabajo que hace una familia que maneja una ambulancia particular por las noches de la Ciudad de México.
Premiado en festivales como Sundance y Guadalajara, entre otros, el documental mexicano FAMILIA DE MEDIANOCHE podría casi considerarse lo más parecido a una película de acción que tiene ese género. Lo que cuenta la película del realizador norteamericano Lorentzen es la labor, noche a noche, de la familia Ochoa manejando una ambulancia privada a través de ciertas zonas de la ciudad de México. Entre el riesgo, la violencia, el dolor y la persecución, la película pone al descubierto un extraño sistema de «cobertura sanitaria» y a las personas que se ganan la vida haciéndolo, con todas las complicaciones y turbias aristas del caso.
Un cartel explica al comenzar la película algo que es importante saber de entrada: la Ciudad de México –se dice ahí– tiene apenas ¡45 ambulancias! para más de 9 millones de habitantes que, entiendo, viven en un cierto sector de una ciudad que tiene más del doble. Y ese sector –claramente, el más pudiente– termina recurriendo a un sistema bastante trucho de ambulancias que ni siquiera son parte de un sistema privado sino que funcionan como emprendimientos familiares en «connivencia» con clínicas privadas.
Los Ochoa tienen una de estas ambulancias. Dedicados a su trabajo con fervor –pero con la imperiosa necesidad de hacer un dinero al fin de cada jornada nocturna– consiguen sus «clientes/pacientes» entrometiéndose en las comunicaciones policiales o mediante datos que la propia policía o las clínicas les pasan. Para llegar a recoger a las víctimas (de golpizas, accidentes, tiroteos, intentos de suicidio, etc) tienen, literalmente, que acelerar y ganarle a sus competidores, lo cual implica ir por CDMX como si estuvieran en un episodio latino de RAPIDO Y FURIOSO.
Y si bien uno nota que los Ochoa –el hijo de 16, 17 años, su padre y el hijo más pequeño que los acompaña– son muy respetuosos, empáticos y eficientes en su trabajo, es innegable que el operativo que ponen en funcionamiento está lejos de ser prolijo. Su relación con la policía es complicada (cuando quieren los detienen y les piden dinero con cualquier excusa) y con los familiares de los pacientes pasa algo parecido, ya que muchas veces no quieren pagarles (acá se maneja casi todo en efectivo) o se quejan de algo que hicieron o dejaron de hacer.
FAMILIA DE MEDIANOCHE es un excelente retrato de los Ochoa y el mundo en el que se mueven. Quizás por estar el realizador siendo parte de su ambulancia particular, lo que se muestra de ellos es bastante cándido. Más allá de su interés por cobrar su dinero y de cierto desprecio peligroso por las reglas de tránsito de la ciudad (la ambulancia, se sabe, es la excusa perfecta para andar por cualquier ciudad sin prestar atención a nada), a los Ochoa se los ve dedicados a las personas que recogen de una manera muy profesional. Puede ser conteniendo a una mujer golpeada o salvando la vida de un bebé, la «familia de medianoche» en algún punto lo que hace es suplir una falencia de la ciudad y de su sistema de salud. No lo hacen, claro, solo por amor al pueblo mexicano pero de no existir gente así quizás nadie llegaría a tiempo a socorrer esas víctimas.
Más allá de la gris zona ética en la que se mueven los Ochoa y otros como ellos –uno duda, sinceramente, que todos los «particulares» tengan ambulancias en las condiciones casi prístinas en que los Ochoa la tienen–, FAMILIA DE MEDIANOCHE logra ser un muy buen retrato de sus integrantes (el muy activo e intenso Juan Alexis, el un tanto delicado de salud Fernando y el simpático niño Josué) en sus actividades «sanitarias» teniendo el particular cuidado de no exagerar con la morbosidad de lo que se ve. El documental gana un punto extra por el cuidado que tiene a la hora de dejar fuera de campo los rostros de las víctimas sin por eso dejar de dar cuenta los actos de violencia que, en muchos casos, se cometieron contra ellos.
Intensa, bien narrada y efectiva en sus apenas 81 minutos de duración, FAMILIA DE MEDIANOCHE raramente abandona la ambulancia en movimiento y logra de ese modo retratar no solo a la familia y su trabajo, sino también las tensiones nocturnas de una ciudad compleja y fascinante que parece moverse muchas veces con reglas que le son absolutamente propias.
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