Estrenos online: crítica de «Zona de riesgo», de Mikael Håfström (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Zona de riesgo», de Mikael Håfström (Netflix)

por - cine, Críticas, Estrenos, Online, Streaming
15 Ene, 2021 06:03 | comentarios

Anthony Mackie y Damson Idris protagonizan este futurista thriller bélico en el que dos muy distintos militares estadounidenses deben meterse en medio del conflicto entre rusos y ucranianos para evitar un desastre nuclear.

Películas como ZONA DE RIESGO seguramente no son las que más prensa, prestigio y análisis despiertan entre las estrenadas por Netflix, pero seguramente son las que más réditos le dan a la plataforma. Como PROYECTO POWER, LA VIEJA GUARDIA o MISION DE RESCATE –por citar solo algunas que se estrenaron en el último año– se trata de una de esas películas que los algoritmos masivos adoran ya que apuntan a un público amplio y un tanto menos complicado de satisfacer: el que quiere ver una buena película de acción un fin de semana en la comodidad de su living. O, bueno, forzado por las circunstancias a verla de ese modo.

¿Es un objetivo modesto? ¿Quién sabe? Plataformas como Netflix viven de productos como ZONA DE RIESGO. Y cuando estos están relativamente bien hechos, cumplen lo que se proponen: ofrecer al espectador cerca de dos horas de entretenimiento con una trama relativamente sólida y varias efectivas escenas de acción. Y si ven todas las películas que acabo de mencionar seguidas –o en un lapso breve de tiempo– también sentirán que están producidas por algún tipo de eficiente algoritmo: todas se parecen entre sí. Demasiado.

Lo curioso en el caso de ZONA DE RIESGO es que, en cierto modo, es una película que intenta alertar sobre los peligros de dejar todo en manos de la inteligencia artificial, sean androides, robots, drones o… algoritmos. En su cadena de escenas de acción en busca de una trama (la tiene, pero digamos que es intercambiable por decenas de otras similares), el objetivo de la historia de Rob Yescombe y Rowan Athale parece dejar en claro que la única manera de funcionar en un mundo cada vez más violento y complicado es mediante la empatía y la posibilidad de reconocer «en carne propia» lo que sucede en el planeta «real».

El disparador de la trama es una controvertida decisión de Teniente Harp (la estrella de la serie SNOWFALL, Damson Idris) de no cumplir órdenes de sus superiores y disparar a distancia, via un drone, un misil que destruyó explosivos rivales matando en el procedimiento a dos soldados norteamericanos como «daño colateral». Es una escena intensa y violenta con la que el film arranca directamente –Netflix no puede permitir que te aburras un segundo y apagues– y que pone a un pelotón estadounidense compuesto por soldados y robots combatiendo, en un futuro cercano, una guerra entre países de Europa del Este.

El arrogante Harp –que está convencido que tomó la decisión correcta– es castigado y enviado a uno de los frentes más violentos y peligrosos de la zona, en el que hay una disputa por armas nucleares entre Rusia y Ucrania, entre otras cosas, incluyendo un disputado ¡cargamento de vacunas! Harp es un militar que jamás ha pisado territorio de combate –sus aportes han sido siempre a distancia, de ahí su frialdad para tomar decisiones– y una vez allí es puesto bajo las órdenes del Capitán Leo (Anthony «Halcón» Mackie), un tipo bastante particular que, le advierten a Harp, «no es como nosotros». La aclaración es literal: Leo es un muy inteligente androide, un experimento militar muy avanzado que le permite pasar desapercibido como tal para la mayoría de los que están en la base. Y los enemigos, obviamente, también.

Como manera de hacerle «pisar zonas de combate», el casi imbatible Leo llevará a Harp al centro de la acción, allá donde la resistencia ucraniana combate con los invasores rusos que responden a las órdenes del criminal Viktor Koval (el danés Pilou Asbaek, de BORGEN, LUCY y GAME OF THRONES). En su recorrido, Harp irá pasando de ser un testigo asustado de las violentas situaciones y atentados que tiene que atravesar al meterse en territorios complicados para de a poco ir encontrando esa empatía faltante y, a la vez, darse cuenta que las cosas que ambos están haciendo no son tan claras como parecían en un principio.

Salvo por Leo –que es un sofisticado ejemplar de androide, como en las versiones más tecnológicas de TERMINATOR–, el resto del ejército robótico (los llamados grumps) que introducen los estadounidenses no parecen mucho más eficientes que los storm troopers de la saga STAR WARS. Están ahí, quien sabe, quizás para mostrar algún tipo de efecto especial de animación. El eje está en las peripecias que atraviesan Leo y Harp y, a la vez, en las conversaciones en las que parecen fluctuar los conceptos de lo que es «ser humano». ¿La empatía? ¿Las emociones? ¿La capacidad de distinguir el bien y del mal? Viendo a los personajes, de hecho, uno podría argumentar que el simpático androide maneja todos esos conceptos mejor que el más frío Harp. O quizás solo esté mejor entrenado para parecerlo.

Todos estos temas, sin embargo, están planteados y expuestos sobre la mesa con la misma veloz y algo desafectada manera en la que se plantean los pasos de la trama. Es que fuera de las efectivas escenas de acción, los diálogos de ZONA DE RIESGO funcionan como una cadena expositiva de pasos a seguir, personas a encontrar y esas innecesarias explicaciones que se hacen entre pares solo porque hay espectadores que deben entenderlas. Esto es: una complicada serie de idas y vueltas, traiciones y engaños que, a la larga, no cambian demasiado el proceso de lo que se cuenta. Salvo para una sola cosa, que deberán descubrirla. Por lo demás, todo se acerca bastante al probado sistema de la cuenta regresiva y de la amenaza mundial que parece sacada de la versión más militarizada de una película de James Bond.

Pero ZONA DE RIESGO seguramente no defraudará a los que entren a verla buscando una sólida y efectiva película de acción. El realizador sueco de 1408 y ESCAPE IMPOSIBLE (sí, la que reunía a Stallone y Schwarzenegger) no tendrá muchas ideas a la hora de encontrar soluciones visuales a las escenas más explicativas del film pero se las arregla muy bien en las de acción, que son las que en definitiva venden el producto. Curiosamente, las mejores están en la primera mitad del relato (además de la inicial, hay dos o hasta tres que ocurren en los inicios del recorrido de ambos por la «zona de riesgo» que da título al film) y los más esperables enfrentamientos del final son un tanto menos efectivos. El balance, de todos modos, es aceptable. La película podrá poner en discusión la «libertad» de los algoritmos y de la tecnología de tomar sus propias decisiones, pero seguro que los ejecutivos de Netflix opinan todo lo contrario.