Series: crítica de «Lupin – Temporada 1», de George Kay y François Uzan (Netflix)
La exitosa serie francesa protagonizada por Omar Sy se centra en un personaje que se inspira en el mítico ladrón de guante blanco de la literatura francesa para tratar de resolver un misterioso crimen que lo afecta personalmente.
El personaje de Arsène Lupin, creado en 1905 por el escritor Maurice Leblanc, es una de esas figuras de la literatura francesa que se han convertido en mitológicas a lo largo de las décadas. Las aventuras de este ladrón de guante blanco y maestro del disfraz han aparecido en 25 libros que incluyen casi 60 historias, además de decenas de películas y algunas series televisivas protagonizadas por este personaje de monóculo y sombrero de copa. Pero son muy pocas las adaptaciones que han logrado hallar la fórmula para hacerlo funcionar en la pantalla, si bien es un tipo de personaje clásico en lo que respecta a su estilo y tipo de conducta, un poco a la manera del Simon Templar de la serie EL SANTO o de los protagonistas de la saga LA GRAN ESTAFA.
Con la primera temporada (en realidad, la primera mitad de la primera temporada) de LUPIN, Netflix parece haber encontrado la fórmula para rescatar y actualizar a un personaje clásico y un tanto olvidado fuera del universo de los fans de sus novelas de misterio en Francia y en el mundo entero. La compañía, que acaba de anunciar que la serie fue vista por más de 70 millones de personas en apenas unos días, compró está producción de la mega-productora francesa Gaumont, la que tuvo la excelente idea de modificar casi de raíz muchas de las características del personaje. La idea de Netflix seguramente fue la de replicar el éxito de LA CASA DE PAPEL. Y a juzgar por los números, parece haberlo logrado.
Interpretado por la superestrella francesa Omar Sy (de AMIGOS INTOCABLES), el protagonista ya no es Lupin sino un obsesivo fan del personaje. No hay sombrero de copa ni monóculo en esta versión actual. Assane Diop –tal es su nombre– es un francés de familia senegalesa que ha recibido de parte de su padre Babakar (Fargass Assandé) la pasión por los libros escritos por Leblanc. Y también la trama de la serie está relacionada con Babakar, ya que a lo largo de la temporada el misterio que Assane debe resolver tiene que ver con su muerte, ocurrida en 1995, cuando él era un adolescente.
Su padre se suicidó en la cárcel tras confesar haber robado un carísimo collar de Marie Antonieta que era propiedad de la familia Pellegrini para la que él trabajaba como chofer. A Assane el asunto jamás le cerró ya que su padre era honesto y decente. Y tras una carrera dedicada al robo y al engaño –por lo general a gente corrupta o muy adinerada–, el tipo decide resolver ese misterio y, llegado el caso, atrapar a los culpables. Y el disparador de esa venganza es la venta de ese millonario collar que la familia asegura haber recuperado y que ahora está depositado en el Louvre.
Este punto de partida servirá para que Assane (usando siempre distintos nombres que son anagramas de Lupin, además de algunos disfraces, más de vestimenta que de otra cosa) se lance a una serie de aventuras que implica robos, trampas, secuestros extorsivos, engaños varios (a la policía y a otros criminales) y otras actividades sinuosas con el objetivo de develar a los verdaderos culpables del robo y del posible suicidio del padre.
Yendo en el tiempo de 1995 al presente en todos los episodios, LUPIN explorará también la historia de Diop, su relación de larga data con su ahora ex mujer Claire (Ludivine Sagnier), con su hijo adolescente Raoul (Etan Simon) a quien quiere pasar la pasión por el personaje; con su amigo de la adolescencia y socio actual Benjamin (Antoine Gouy) y con la millonaria y poderosa familia Pellegrini (compuesta por el corrupto padre interpretado por Hervé Pierre, su esposa –Nicole García– y su seductora hija, encarnada por Clotilde Hesme) a la que quiere desenmascarar, entre otros personajes secundarios, incluyendo un policía (Soufiane Guerrab) que es igual de fanático de las historias de Lupin y cree saber por donde pasa la lógica de Assane.
Creada por el británico George Kay (de las series CRIMINAL en sus distintas versiones internacionales y guionista también de episodios de KILLING EVE), la serie funciona muy bien gracias, principalmente, al carisma de Sy quien encarna a su personaje con una mezcla de dureza y ternura que es clásica en el actor que tiene su origen como comediante. La serie, y el personaje, utilizan de una manera muy ingeniosa cierto racismo (y mezcla de ingenuidad con invisibilidad) de la policía y de la sociedad francesa del que Diop suele aprovecharse muy bien.
Con algunos episodios dirigidos por el experto en cine de acción Louis Leterrier (de la saga TRANSPORTER y la película NADA ES LO QUE PARECE, a la que también el estilo de la serie le debe mucho) y otros por la realizadora chilena Marcela Said (cuyas películas, como LOS PERROS, EL VERANO DE LOS PECES VOLADORES, tienen claramente otro estilo, aunque también dirigió dos episodios de la propulsiva serie NARCOS: MEXICO), la serie tiene un formato muy efectivo que va combinando bastante bien diferentes acciones individuales inspiradas en distintas tramas de las novelas de Leblanc con el eje central de la historia.
El ritmo y la velocidad de la narración son los que permiten, por lo general, que los espectadores pasen por alto muchas de las incongruencias y situaciones ilógicas de la trama. Es que el tono generalmente ligero de los eventos (en plan PARA ATRAPAR AL LADRON, de Hitchcock) permite también una cierta relajación respecto a la estricta credibilidad de muchas de esas situaciones. LUPIN no es, volviendo a Hitchcock, un «un pedazo de vida sino un trozo de pastel«, y la mejor manera de plantearse ante este simpático y efectivo producto es verlo de esa manera: dejando un margen para su imposible lógica y disfrutando sus juegos de ingenio, trampas y vueltas de tuerca.
Al haber estrenado –seguramente por la interrupción de la pandemia– solo media temporada, Netflix quizás haya descubierto algo interesante en el lanzamiento de LUPIN. El relato es breve (se consume de un tirón o dos y no supera las cuatro horas), se corta en un punto de alto suspenso y deja una gran expectativa respecto a lo que sigue. Quizás esta fórmula –que no obliga a compromisos de diez o más horas para productos que muchas veces no merecen tanta inversión de nuestro tiempo– pueda ser usada en el futuro. Así que habrá que ver si de aquí en adelante no se les da por repetir con el esquema para otras series. Es eso, o hacer una remake en inglés con Idris Elba.