Berlinale 2021: crítica de «All Eyes Off Me», de Hadas Ben Aroya (Panorama)
A través de las andanzas de tres personajes que lidian con distintos problemas personales, la realizadora israelí arma un retrato generacional de la juventud de su país.
Ganadora del Festival de Mar del Plata con su opera prima, PEOPLE THAT ARE NOT ME, la realizadora israelí presenta su segundo largo en el que expande muchos de los temas de su film anterior. Más que nada, en su ojo atento a las costumbres y problemas de la generación de veinteañeros de Tel Aviv. Dividida en tres partes, ALL EYES OFF ME tiene una estructura de continuas derivaciones, empezando por un personaje, pasando el eje a otro y de ahí a un tercero. No se trata de historias separadas entre sí, sino de ir centrándose en las experiencias de personas socialmente interconectadas.
La historia comienza con Danny (Hadar Katz), una chica que entra a una fiesta con el objetivo de cruzarse con Max (Leib Lev Levin) y decirle que está embarazada. En su recorrido por el oscuro lugar en el que la música suena a todo volumen se topa con unas amigas y les cuenta su situación y su plan de abortar en unos días. Para su sorpresa –y en un monólogo tan terrible como gracioso– una de las chicas le cuenta como si nada su muy complicada experiencia haciendo lo mismo. «Pero al final se pasa», concluye. Danny no dice nada pero su rostro deja en claro que está procesando la información. Finalmente se encuentra con Danny, que está sentado con Avishag (Elisheva Weil), lo llama aparte y se pone a conversar con él pero no se atreve a mencionar el tema.
La directora desvía su atención a Danny y Avishag, que conversan en la cama. El le dice que también le gustan los hombres y ella lo toma de buen modo. Y luego de una intensa sesión de sexo, Avishag le comenta que le gustaría agregarle algunos condimentos al asunto. Sorprendido, Danny acepta pero dice que para algo así necesitan planficarlo con tiempo. «Si querés te mando un invite por Google Calendar», le dice ella con cierto fastidio disimulado de humor.
De ahí en adelante la película se centrará en las actividades de Avishag, que de dedica a pasear perros y que tiene una cálida relación con Dror (Yoav Hait), uno de sus clientes, un señor solitario y calmo mucho mayor en edad que ella. Avishag adora escuchar contar sus historias y hasta parece sentirse atraída por esta persona que nada tiene que ver ni con su pareja ni con su mundo ni lo que parecen ser sus intereses personales.
De lo social a lo particular, de la experiencia grupal/generacional a las vivencias personales e íntimas muy alejadas de ese universo, la vida de Avishag puede ser vista como la de una persona inserta en una serie de contradicciones. Le gusta la novedad y las experiencias fuertes, pero cuando se atreve a ir demasiado lejos siente que necesita algo más humano y personal. A Max parece pasarle lo mismo: la liviandad con la que parece llevar su embarazo quizás es excesivamente relajada y quizás habla más de una negación a lidiar con las emociones que despierta el tema. Danny, en tanto, tiene sus propios deseos pero, a la vez, debe lidiar con los problemas que le presentan sus parejas.
Ben Aroya hace un retrato generacional muy inteligente, creíble y naturalista, empatizando con un trío de personas que intenta mantener una fachada cool ante ciertos acontecimientos un tanto complicados que atraviesan en sus vidas. De a poco, las experiencias prueban que, quizás, no están tan capacitados como creen para hacerlo. O bien que les cuesta lidiar con las consecuencias emocionales de sus actos. A su vez, con el personaje de Dror, mayor en edad, la realizadora muestra un claro contraste –no mejor ni peor, sino diferente– en cuanto al modo de relacionarse con el mundo y con los otros.
En ALL EYES OFF ME, Ben Aroya sigue demostrando ser una gran retratista de las vidas de los jóvenes en Israel, más precisamente de Tel Aviv, un universo completamente alejado del habitual que nos llega de ese país en el cine o en las noticias y uno que no parece verse tan afectado por los sucesos políticos de la región. Pero quizás sea solo una ilusión. La búsqueda de Avishag por encontrar algo de humanidad, calidez y compañerismo en su vida tal vez sea una manera, indirecta, de lidiar con el mundo que la rodea. No solo el de sus amigos y seres cercanos, sino el que nos engloba y agobia a todos.