Berlinale 2021: crítica de «I’m Your Man», de Maria Schrader (Competencia)
Esta comedia dramática con toques de ciencia ficción se centra en una mujer que se somete al experimento de tener como pareja a un robot armado especialmente para ella.
Históricamente el Festival de Berlín ha tenido en su competencia películas comerciales alemanas que se ubicaban ahí para generar visibilidad antes de su estreno local. Con el nuevo equipo de programación daba la impresión que eso ya no sucedería –y que esas películas serían ubicadas en una sección llamada Berlinale Special–, pero evidentemente no es del todo así ya que esta producción de Paramount ha logrado «colarse» en la pelea por el Oso de Oro. De todos modos hay que decir que, para tratarse de un producto de este tipo, es bastante mejor que lo que solía llegar a la competencia en años anteriores.
Es una historia que, vagamente, se podría definir como de ciencia ficción. Una que imagina qué sucedería si cada persona pudiera tener como pareja a un robot armado en función de sus propios deseos y necesidades. Aquí la protagonista es Alma (Maren Eggert), una científica y profesora que es seleccionada para una prueba con uno de estos prototipos de «robot-pareja»: tendrá que convivir tres semanas con Tom (Dan Stevens), un humanoide «alimentado» con algoritmos que le hacen saber la historia y predecir los deseos y comportamientos de Alma.
Al principio todo sale mal. Tom falla, su información no parece del todo consistente y a Alma le resulta insoportable tener que pensar en pasarse todo ese tiempo con un humanoide que, pese a su apariencia bastante normal, funciona casi como a control remoto. Pero Alma, que tiene sus propios problemas (con su padre, con un ex), pronto descubre que Tom empieza a ayudarla a lidiar con ellos, a colaborar con algunas necesidades académicas, a servirle de apoyo y hasta, de a poco, logra aparecer entre ellos algunas señales de intimidad. Para Alma es una solución y un problema a la vez. ¿Será que este asunto de los robots funciona?
I’M YOUR MAN, dentro de su formato convencional de comedia dramática con toques sci-fi, logra lidiar de manera bastante inteligente con problemas que son actuales y cotidianos. Más allá de que este tipo de robot no esté todavía disponible (o al menos eso supongo), la idea de una sociedad basada en algoritmos destinados para satisfacer las supuestas necesidades y deseos de las personas ya existe en la vida actual y es un tema con el que lidiamos todos los días. Con Tom, Alma se encuentra con la aparente respuesta a sus problemas, especialmente en lo que respecta a un mundo externo brutal y bruscamente humano en el que nadie parece tener tiempo ni atención para los otros. Es perfecto, claro, ¿pero es eso lo que realmente quiere?
La película plantea sus problemas directamente, sin demasiadas sutilezas, pero encuentra las suficientes complicaciones dramáticas como para ponerlos en juego de manera creativa. Tom está pensado de una forma inteligente también: parece un humano en casi todos sus detalles aunque hay algo, sutil, que deja entrever su condición de robot. En ese sentido no es tan distinto a los algoritmos con los que nos topamos todos los días de nuestras vidas y que, seguramente, nos ayudan a «resolver problemas» y nos evitan parte del caos del mundo real. Pero, ¿es eso lo que realmente queremos?