Berlinale 2021: crítica de «Mr. Bachmann and His Class», de María Speth (Competencia)

Berlinale 2021: crítica de «Mr. Bachmann and His Class», de María Speth (Competencia)

Este documental de 217 minutos de duración se centra en un inusual maestro de escuela primaria que, en un pequeño pueblo alemán, enseña a hijos de inmigrantes mediante métodos no del todo convencionales.

A lo largo de la historia del cine se han visto muchas ficciones y documentales acerca de maestros y profesores inspiradores, de esos que logran cambiar la vida de los chicos que tienen a su cargo. MR. BACHMANN AND HIS CLASS se suma a esa lista que tiene varios títulos prestigiosos (desde ENTRE LOS MUROS, de Laurent Cantet a LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS, de Peter Weir, pasando por ESCUELA DE ROCK, a la que este film por momentos recuerda) desde una perspectiva muy actual y alemana, centrada fundamentalmente en la adaptación de los inmigrantes (o hijos de inmigrantes) a ese país.

La escuela está en Stadtallendorf, un pequeño pueblo industrial de no más de 20 mil habitantes ubicado a unos 120 kilómetros de Frankfurt. Y Speth tiene como protagonista al Bachmann del título, uno de esos maestros peculiares y queribles que tienen sus propias técnicas para enseñar. Sus alumnos proceden de nueve países distintos, tienen entre 12 y 14 años pero niveles muy distintos de manejo del idioma (entre otros asuntos) y Bachmann trata de encontrar la forma de trabajar con ellos de una manera, por un lado, coordinada y efectiva, pero por otro centrándose más que nada en los chicos como personas, en lidiar con sus sensaciones, su adaptación y en la relación del grupo.

Más un líder carismático y un educador en un sentido amplio del término que un estricto profesor en los esquemas educativos tradicionales, Bachmann –ex revolucionario, músico folk, un hombre que aceptó ser parte del sistema escolar siempre y cuando le permitieran usar sus métodos– les hace tocar y cantar canciones, arma juegos, les pide que escriban cuentos, trabaja sobre sus miedos, inquietudes y, especialmente, en lo que tiene que ver con los choques y las diferencias culturales.

Entre sus alumnos, a lo largo de un período de lo que parece ser un año escolar, hay chicos originarios de Marruecos, Turquía, Rusia, Bulgaria, Rumania, Brasil y otros países. Al comenzar el film son muy pocos los que hablan bien el idioma (el espectador que no sepa alemán seguramente se perderá, como yo, los detalles de sus errores, que los subtítulos no siempre logran capturar) y en general se muestran reservados, cada uno en su pequeño y personal mundo. Pero mediante algunos curiosos ejercicios y reglas, el particular Bachmann va logrando que su clase se convierta en la que los chicos más disfrutan en el colegio.

A lo largo de los un tanto excesivos 217 minutos que dura el film (la película necesita ser larga para dar cuenta del paso del tiempo y de los cambios de los chicos y del profesor también, pero quizás ganaría con algún tipo de recorte), Bachmann y su clase van trabajando distintos temas y los chicos van reaccionando en función a sus momentos y experiencias. Hablan de los idiomas, de las familias, del sentido de pertenencia, de la soledad, de religión, de sexo y de distintos temas que se van disparando a partir de las clases. Y la película muestra no solo las distintas miradas que tienen sino como van cambiando con el paso del tiempo.

Sin ánimo de entrar en discusiones acerca de cómo los maestros deben cumplir su rol ni en si el método de Bachmann es o no válido, lo que Speth va mostrando es que el hombre ha sabido ir moldeando personas inteligentes, pensantes, abiertas, interesadas en las artes (tocar instrumentos, cantar temas y escribir cuentos son actividades esenciales en su clase, más que otras cosas) y que van logrando aceptarse en sus diferencias. Algunos dirán que en términos académicos parecen ir detrás de otros chicos de su edad, pero es importante tener en cuenta que se trata en muchos casos de niños llegados hace poco al país y sin manejo del idioma.

MR. BACHMANN AND HIS CLASS se va convirtiendo en una película emotiva en tanto uno va viendo las dificultades personales de cada uno de los chicos y cómo el profesor los va ayudando a superarlas o, al menos, a saber sobrellevarlas mejor. Y si bien la directora evita subrayar su relato y jamás busca la lágrima fácil, esta se termina produciendo por la propia lógica del proceso y de la conexión entre alumnos y maestro. Seguramente los años que estuvieron con el «profesor hippie» (por citar a un célebre personaje del cine argentino de los años ’70) serán recordados por los chicos durante toda la vida. Capturados en cámara de una manera que parece ser poco invasiva y bastante natural, son esos años en los que dejaron la infancia y entraron en la adolescencia. Y el profe estuvo ahí para ayudarlos a atravesar mejor ese complicado pasaje en sus vidas.