Berlinale 2021: crítica de «The Scary of Sixty-First», de Dasha Nekrasova (Encounters)
Dos amigas alquilan un departamento sospechosamente barato en Manhattan para luego descubrir que allí se ocultan peligrosos secretos de famosos personajes la vida política de los Estados Unidos.
Una verdadera y grata sorpresa del género de terror independiente norteamericano en el marco de Encounters, segunda competencia en importancia dentro de la Berlinale, THE SCARY OF SIXTY-FIRST utiliza el humor y hasta recientes noticias del mundo de la política para armar un relato de suspenso y horror con elementos cómicos que se apoya fuertemente en cierta estética del género de los años ’70 (giallo, Brian De Palma, etcétera) para contar su delirante y muy bien estructurada historia.
El asunto comienza de manera bastante tradicional, aunque ya los créditos –con la música de sintetizadores, el grano cinematográfico, el estilo del montaje y hasta la tipografía de los títulos– nos dan a entender que se trata de un homenaje a cierto horror algo camp de los ’70. Pero estamos en la actualidad y las protagonistas son dos: Addie (Betsey Brown) y Noelle (Madeline Quinn), dos amigas que miran un departamento para alquilar, ya amueblado, que está sorprendentemente barato para su céntrica ubicación en Manhattan. Ya por algunas advertencias del hombre de la inmobiliaria nos queda claro que se han metido en un lugar potencialmente peligroso y que por algo es tan accesible.
Al principio son pequeños signos. Una puerta con una salida secreta. La heladera con cosas putrefactas. Colchones con manchas sospechosas. Alguna carta tipo tarot tirada por ahí. Las chicas tratan de limpiar y acomodar todo lo mejor posible, pero a la noche Addie tiene muy vívidas pesadillas y se preocupa. Todo empieza a enrarecerse aún más cuando Noelle recibe en la casa a otra chica (cuyo nombre jamás se menciona y es interpretada por la propia directora) que se cuela allí con una mentira y que luego admite estar investigando un crimen que se cometió allí.
En realidad se trata de una fanática obsesiva de las teorías conspirativas que le cuenta a Noelle que el departamento que alquilaron pertenecía a Jeffrey Epstein, el tristemente célebre empresario pedófilo que apareció muerto en la cárcel en 2019. Y que allí seguramente tuvieron lugar algunas de sus malsanas actividades. Noelle al principio es escéptica pero la chica le empieza a mostrar videos de YouTube y pronto se vuelve otra fanática de las conspiraciones. Addie, en tanto, se siente abandonada por su amiga, se va a vivir a lo de su novio y sus alucinaciones empiezan a volverse más y más reales.
THE SCARY OF SIXTY-FIRST avanza por dos lados en paralelo: como relato de suspenso con toque humorísticos un tanto más clásico (podría ser un capítulo especial de terror de la serie BROAD CITY) y, por otro, como una suerte de comentario ácido sobre el universo cada vez más bizarro de los obsesivos que ven conspiraciones en todas partes. La chica parece ser una de esas conspiranoicas que creen en teorías de extrema derecha como Qanon o Pizzagate, las que aseguran que el mundo está controlado por una secta de pedófilos satánicos. Si a eso se les suma que, entre los supuestos «clientes» de Epstein estaban Bill Clinton y el Príncipe Andrew (Donald Trump también, pero eso los conspiranoicos lo pasan de largo), las chicas estarían supuestamente cerca de descubrir algún gran secreto. ¿O estará todo solamente en su imaginación?
Nekrasova le saca el máximo jugo posible a la situación y al tema conspirativo. Pero también al estilo elegido, ya que juega con escenas eróticas (entre Noelle y la chica, entre Addie y su novio o de Addie sola, hasta una en la verdadera puerta de un edificio que perteneció a Epstein), todas ellas propias de cierto softcore de explotación setentoso. Además, Addie empieza a obsesionarse con el príncipe Andrew y a tener comportamientos un tanto infantiles lo cual hace suponer que quizás haya algo de verdad en todo esto de que hay una secta pedófila controlándolo todo.
En su formato lúdico, THE SCARY… logra transformarse en un muy inquietante comentario no solo sobre este tipo de teorías específicas sino sobre las paranoias obsesivas alimentadas vía internet a partir de forzosas coincidencias (algo que se refleja especialmente en el mundo del true crime, tanto en podcasts como en series, con una mayoría de espectadoras mujeres) como la que van armando las protagonistas del film. La idea de estar habitando un departamento usado por Epstein vaya a saber para qué cosas le agrega un condimento extra a su florida imaginación.
Para Nekrasova (que es una de las conductoras del podcast cultural «Red Scare«) podrá ser su debut como realizadora, pero parece ser una mujer lo suficientemente preparada –o cinéfila– como para saber manejar muy bien el raro desafío tonal que presenta la propuesta. La fotografía en 16mm. de Hunter Zimny, la música de tintes electrónicos de Eli Keszler y la ciudad de Nueva York hacen el resto del trabajo. Esto es, ir convirtiendo a la película en algo que tiene todo el aspecto de ser un clásico de culto a futuro. Un relato de sangre, erotismo y posesiones que es, temáticamente, un reflejo bastante fiel de una forma contemporánea de ver el mundo que va, tristemente, en crecimiento.