Estrenos online: crítica de «Sospecha mortal», de Andrea Di Stefano (Netflix)
Este efectivo thriller sobre un infiltrado en una red de tráfico de drogas se beneficia de un importante elenco encabezado por Joel Kinnaman, Rosamund Pike, Clive Owen, Common y Ana de Armas.
Perdido en la marea entre el antes y el durante de la pandemia, SOSPECHA MORTAL (título genérico de Netflix para el igualmente genérico pero un tanto más específico THE INFORMER) es una película filmada en 2017 y mal o casi nada estrenada a lo largo de 2020 en algunos pocos países del mundo con salas abiertas. Dirigida por el realizador de ESCOBAR: PARAISO PERDIDO (aquel film en el que Benicio del Toro interpretada al narcotraficante), se trata de un thriller con una interesante premisa y una sólida primera hora que, a partir también de su elenco de reconocidos actores, podría haber tenido un paso digno por los cines. Es una de esas películas que, en la época de los videoclubes, los vendedores solían recomendar como un «buen pasatiempo para el fin de semana». Hoy ese videoclub es la N roja que tienen frente a la pantalla del televisor, de la computadora o, bueno, quizás hasta del teléfono.
Joel Kinnaman (THE KILLING, ESCUADRON SUICIDA) encarna a un tal Pete Koslow, un hombre con toda la pinta de tatuado brazo armado de algún narco, que circula con un grupo de colegas polacos vendiendo el opioide fentanyl ilegalmente. En realidad, el tal Koslow es un ex convicto que está trabajando infiltrado para Wilcox (Rosamund Pike), una agente del FBI que quiere atrapar a esta banda de criminales. Temiendo por la seguridad de su familia (Ana de Armas encarna a su esposa), Koslow les dice a su mujer y a su hija que huyan mientras él se enfrenta a la misión final de sus años de trabajo encubierto.
Pero algo sale mal, ya que en paralelo hay otra investigación (de la policía de Nueva York) con otro infiltrado y los inesperados cruces en paralelo terminan de la peor manera posible. A partir de ahí, estallará una batalla entre el FBI y la policía (Clive Owen y Common encarnan a los representantes de ambos bandos), Koslow empezará a ser visto con sospechas por ambos y también por los capos narcos, y su familia correrá peligro. En el medio de todo el entuerto estará Wilcox, quien no tiene muy en claro qué es lo que le corresponde hacer. Hay una sola cosa que parece evidente: que lo mejor es sacar a Koslow del medio, meterlo de nuevo en la cárcel y hacerlo operar desde allí para desarticular a los narcos polacos.
Basada en una novela sueca de 2016 llamada TRES MINUTOS pero con los hechos trasladados a Nueva York (Kinnaman, de hecho, es sueco, pero aquí es polaco-norteamericano), SOSPECHA MORTAL funciona de manera muy efectiva durante su primera hora, quizás un poco más. Se trata de una película claramente dividida en dos y hasta tres partes: la callejera y la carcelaria. Y, en cierto sentido, es una pena que la parte urbana se detenga en un momento ya que la que transcurre en la cárcel resulta bastante más genérica y previsible, con unas efectivas pero bastante predecibles escenas violentas entre distintos bandos, así como entre presos y guardias.
Lo que ayuda a la película del eficiente Di Stefano es su excelente elenco. Kinnaman –con su look de matón de revista de modas, a lo Charlie Hunnam o Boyd Holbrook– se toma realmente en serio su papel y anda por toda la película como si estuviera haciendo HAMLET. Y algo similar sucede con actores que, como Pike y Owen, están para cosas más relevantes. No es territorio de bromas ni hay espacio para chistes ni camaradería alguna. Se trata de un thriller violento, a cara de piedra (hasta Arturo Castro, un actor conocido por sus roles cómicos, parece intratable aquí), cuyo objetivo está en narrar las distintas formas en las que su protagonista logra sobrevivir a lo que parece ser una muerte segura.
Hay agentes corruptos y los que no lo son (ya verán cuál es cuál), lo mismo con la policía, los guardias y encargados de la cárcel. Hay traiciones y contra-traiciones, algunos giros narrativos inteligentes y otros un poco tirados de los pelos, pero por lo general se trata de un producto bastante cuidado desde el guión y bien manejado desde la puesta en escena. Di Stefano sabe otorgar tensión a algunas escenas de suspenso (la familia de Koslow siempre se mete en problemas y corre peligro) y maneja con eficacia algunos enfrentamientos más violentos que tienen lugar en la cárcel. El problema es que allí adentro –quizás por la poca participación que ahí tiene el resto del elenco principal–, los personajes con los que lidia el protagonista son poco menos que intercambiables, genéricos rudos de prisión. Y la trama empieza a perder cierto interés.
Pese a eso, se trata de un producto que está a la altura de lo que promete, ni más ni menos que eso. Un thriller con lógica de Clase B pero con un elenco de Clase A que reaparece de las profundidades de internet para tener uno o dos meses de popularidad en Netflix: Luego, seguramente, quedará durante años en esa videoteca gigante de títulos intercambiables (cientos de películas ahí podrían llamarse SOSPECHA MORTAL) con los que nos topamos cada vez que no sabemos bien qué hay interesante para ver. Acá, para que lo recuerden en el futuro, hay una película menor pero entretenida que pasó sin pena ni gloria en los años en los que la pandemia recién empezaba.
Muy buena!
Muy buena dice ! JAJAJAJAJA del montón.
Cerra el orto