Estrenos online: crítica de «Oxígeno», de Alexandre Aja (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Oxígeno», de Alexandre Aja (Netflix)

por - cine, Críticas, Estrenos, Online, Streaming
12 May, 2021 11:30 | comentarios

Este minimalista relato de suspenso francés dirigido por el realizadora de «Alta tensión» y protagonizado por Mélanie Laurent («Bastardos sin gloria») se centra en una mujer que se despierta atrapada en una cápsula minúscula sin saber quién es ni qué hace ahí. Estreno de Netflix.

Reconocido por sus brutales películas de terror, el francés Alexandre Aja se ganó un nombre en el panorama internacional gracias a títulos como ALTA TENSION y su remake de 2006 de EL DESPERTAR DEL DIABLO, el clásico de 1977 de Wes Craven. En OXIGENO, su film para Netflix cuyo estreno mundial tiene lugar el 12 de mayo, Aja se aleja del género para ingresar a otro que, a fuerza de no spoilear sus contenidos, no convendría revelar. Sí se puede decir que pertenece a ese sub-subgénero de muy pocas películas que transcurren casi en su totalidad en un espacio muy muy reducido.

Mucho más que films como LA HABITACION o LA HABITACION DEL PANICO, esta película que marca el regreso de Aja al cine francés se acerca a experimentos como ENTERRADO, de Rodrigo Cortés, ya que casi todo lo que vemos se reduce a un espacio ínfimo, en el que apenas cabe una persona recostada. Cuando el film arranca vemos a una mujer (encarnada por Mélanie Laurent, la actriz de BASTARDOS SIN GLORIA) despertarse de lo que parece ser un largo sueño y darse cuenta que esta encerrada en una suerte de cápsula tecnológica y conectada a decenas de cables y aparatos que le realizan mediciones.

La mujer no solo no sabe cómo llegó ahí sino que parece haber perdido buena parte de su memoria y tampoco tiene idea quién es. Pero pronto aparecerá una voz que se comunicará con ella. Interpretada por Mathieu Amalric, es la voz de M.I.L.O, la inteligencia artificial que controla la máquina, una suerte de HAL de 2001: ODISEA DEL ESPACIO que en un tono entre amable y monocorde, la va guiando y tratando de responder algunas de sus preguntas, aunque siendo evasivo en otras. Pero el problema principal de la mujer es que, además de no saber su nombre ni qué hace allí, se está quedando sin oxígeno ya que el que hay en la cápsula se va reduciendo drásticamente y «la voz» le dice que no le queda más que para 40 minutos.

Es todo lo que se puede contar acerca de la película sin revelar las varias vueltas de tuerca que van a hacer ir entendiendo lo que sucede en esa cápsula. Para la protagonista implicará recordar su pasado (brevísimos flashbacks parecen ir dándole pistas), saber porqué está ahí, tratar de comunicarse con alguien del exterior para que la ayude, decidir si la información que recibe afuera –y del propio M.I.L.O.– es o no confiable y, como si esto no fuera suficiente en un relato casi contado en tiempo real, tratar de encontrar solución para la inminente ausencia absoluta de oxígeno.

Aja logra crear un clima opresivo quizás no apto para claustrofóbicos gracias a una ingeniosa puesta en escena que logra imaginar muchos recursos visuales posibles para un espacio tan mínimo, una intensa actuación de Laurent –cada vez más desesperada en esa carrera contra el tiempo, casi como cuando la perseguía el Coronel Landa en la película de Quentin Tarantino– y una trama que, más allá de algunos toques new age un tanto de moda en este tipo de relatos, logra presentar varios giros narrativos y alteraciones que resultan, sino originales, al menos bastante creativas y bien dosificadas.

Eso sí, no esperen encontrar el gore o el «shock value» que el nombre de Aja suele traer aparejado. Aquí, más allá de alguna que otra mínima sorpresa visual, la película se mantiene dentro de los límites del suspenso en espacios reducidos. Un poco, también, como sucede en la inminente LA MUJER EN LA VENTANA, de Joe Wright, que Netflix estrena el viernes 14. Aunque, claro, mucho más reducido en metros cuadrados que en el amplio caserón que Amy Adams tiene allí. El de Laurent es casi uno de esos hoteles japoneses (los famosos «kapuseru hoteru«) de los que tanto hablan.

A su modo, OXIGENO –que si bien fue escrito antes de la pandemia se filmó durante– logra también hablar de temas actuales y relevantes. En tanto vamos sabiendo más del pasado de la protagonista, su situación empieza a tener algunos puntos de contacto con cuestiones más ligadas al mundo real tal como lo conocemos. En ese sentido, el guión de Christie LeBlanc logra insertar las particulares vivencias de la protagonista dentro de un contexto de cierta plausibilidad.

Es una película pequeña y minimalista que, más allá de difusos flashbacks narrados como clips un tanto inconexos, casi no tiene más actores de carne y hueso que la propia Laurent. Sí, hay, otras voces con las que ella se comunica y gran parte de la tensión creada, en un punto, es absolutamente virtual. Si estar encerrado sin poder salir y solo comunicarse con el afuera telefónicamente les parece demasiado cercano a la realidad, bueno, tal vez lo sea.