Estrenos online: crítica de «Y mañana el mundo entero», de Julia von Heinz (Netflix)
Este drama con elementos políticos se centra en una joven de la clase alta alemana que empieza a militar en grupos antifascistas metiéndose en serios problemas. El film compitió en el Festival de Venecia 2020.
Presentada en la competencia oficial del Festival de Venecia 2020, esta película alemana intenta contar las experiencias, desde adentro, de una joven universitaria, estudiante de Derecho, que empieza a militar en organizaciones antifascistas, dedicadas principalmente a denunciar, interrumpir (lo que aquí llamaríamos «escrachar») a políticos y agrupaciones neonazis en Mannheim, Alemania. El film de Von Heinz se mete de lleno en un tema que acecha a Europa, Estados Unidos y, con distintos ejes pero similares enfrentamientos, a América Latina.
La protagonista es Luisa (Mala Emde), una veinteañera de una familia muy adinerada que, gracias a Betta, una amiga de la escuela que milita en un grupo de los llamados «Antifa» (por antifascistas), empieza a acercarse y participar de reuniones y mitines de estas agrupaciones que forman una especie de comuna. A diferencia de las generaciones anteriores más propensas a la violencia política directa, estos militantes funcionan de una manera un tanto más cuidadosa: interrumpen manifestaciones de partidos de derecha tirando pintura, gritando, insultando y, en algunos casos, llegando a los golpes, siempre con la policía de por medio. Pero no van más allá de eso.
Rescatada de una situación violenta con un neonazi por Alfa (Noah Saavedra), uno de los más agresivos líderes de la organización, de a poco Luisa empieza a tomar posturas más radicales y a pensar que el tipo de «escrache» que su agrupación realiza no sirve demasiado para frenar a esos peligrosos neonazis. En su grupo están divididos y esas diferencias saltarán a la vista en un evento en el que las cosas no salen como lo planeaban y se ven enfrentados a la situación de decidir si ir más lejos o poner un freno a sus cada vez más violentos choques. Su amiga Betta y otros miembros del grupo (como el siempre cauto y moderado Lenor) tratan de calmar las aguas, pero Alfa insiste en seguir adelante. Y Luisa, con la inocencia y volatilidad del novato, lo sigue.
Y MAÑANA EL MUNDO ENTERO plantea sus temas de una manera bastante clásica, con oposiciones claras. El grupo siente que tiene que hacer algo para detener a estos grupos neonazis –cuyos cánticos son realmente incendiarios–, pero lo que los va enfrentando son las formas. La policía, en el medio, parece más preocupada por frenar a los estudiantes que a estas agrupaciones que atacan a los inmigrantes y que parecen estar armadas como para una guerra. En paralelo, algunos viejos militantes de los ’70 –que tomaron caminos muy distintos– ofrecen sus propios puntos de vista sobre la situación.
Von Heinz no se mueve demasiado de esas oposiciones. Su eje está más puesto en los conflictos entre Luisa, Alfa y los más moderados Batte y Lenor, que además tienen tensiones sexuales cruzadas. El guión recurre a ciertas ideas un tanto gastadas que ligan el «apasionamiento militante» de Luisa a su interés romántico/sexual por el apuesto Alfa, algo que involucra también a los otros dos, interesados en Luisa y Alfa respectivamente. Por suerte ese costado romántico nunca pasa a primer plano.
Se trata de una película «tópica», que aprovecha discusiones del presente (aparentemente la realizadora iba a hacer una película de época y luego decidió cambiar al ver que los temas seguían siendo muy similares hoy) y las pone no solo en el contexto político actual sino que las relaciona con las formas de la militancia en los ’70. Tiene un registro más cercano a un drama de acción –accesible y un tanto simplista– y no esperen encontrar aquí sutiles ni complejas discusiones políticas. Todo se reduce a conceptos resumibles en posteos de redes sociales. Quizás el eje más interesante pase por las diferentes clases sociales a las que pertenecen los militantes, lo cual le vale a Luisa algunos cuestionamientos.
La película funciona relativamente bien y tiene alguna sorpresa sobre el final que seguramente dividirá a los espectadores. Pero la realizadora sabe lo que quiere y lo que hace. Quiere presentar su historia como una potencial polémica pública y va directo a poner «el dedo en la llaga». Y MAÑANA EL MUNDO ENTERO seguramente generará discusiones de ese tipo. O, bueno, podía haberlas generado con salas de cine abiertas y gente en bares dispuesta a debatir. Pero difícil que eso suceda con cada uno viendo la película en su casa en Netflix. Quizás ahí haya otro elemento que incorporar a la trama política y social que trata de abarcar esta película.
¡Vaya manera de concluir esta dichosa crítica! Cargando las tintas contra las oportunas y valiosísimas medidas de confinamiento en muchos países. Nada nuevo bajo el sol si nos atenemos al sabido lado de la cama preferido por el sr. Lerer.