Estrenos online: crítica de «Los intrusos», de Julius Berg (Netflix)

Estrenos online: crítica de «Los intrusos», de Julius Berg (Netflix)

Este film británico de suspenso y terror se centra en cuatro jóvenes que entran a robar la caja fuerte en la casa de unos ancianos y se dan cuenta que la cosa es más complicada de lo que parecía. Con Maisie Williams.

Con muy pocas películas en su curriculum, para muchos Maisie Williams sigue siendo la audaz Arya Stark de GAME OF THRONES. Es por eso que resulta extraño, al menos en principio, verla convertida en la asustadiza y preocupada participante del robo a una casa de ancianos, una chica que se ve forzada a ser parte del atraco que un trío de adolescentes (uno de ellos, su novio) tiene planeado hacer. Es que se han enterado –vía una empleada que trabaja en la casa, madre de uno de ellos– que en la mansión hay una caja de seguridad con mucho dinero y, cuando ven salir del lugar a los dueños del hogar, todo parece una operación simple y fácil. Pero, ya saben, si fuera fácil no habría película.

Es que la caja fuerte tiene un tipo de seguridad que los torpes asaltantes no saben abrir. Y, para hacerlo, deciden esperar a que la parejita de ancianos regrese a la casa. Si a eso le sumamos que, al rato de llegar, los viejitos se dan cuenta quiénes son dos de los ladrones en cuestión (las clásicas medias de nylon no alcanzan a disimular su identidad, parece), la tensión entre los protagonistas –y entre los protagonistas y los dueños de casa– va in crescendo desde el minuto uno de este film que aquí se llama LOS INTRUSOS cuando el título en inglés es el opuesto: THE OWNERS («Los propietarios», que es como se estrenó en cines en España).

Gaz (Jacke Curran) es el líder de la banda, el más agresivo y violento. Nathan (Ian Kerry) es el novio de Mary (Williams) quien encima le acaba de avisar que está embarazada. El tercer partícipe del asalto es Terry (Andrew Ellis), el hijo de la mucama que trajo el dato pero el más incómodo e inseguro ante la situación. Y los «adultos mayores» –el Doctor Huggins (Sylvester McCoy) y su esposa Ellen (Rita Tushingham)– no son, simplemente, espectadores temerosos de un asalto violento en su casa, sino que parecen tener suficiente talento y habilidades como para enredarles cada vez más los planes a los asaltantes. En principio, enfrentándolos psicológicamente unos contra otros. Pero eso es solo el principio.

En veloces y efectivos 90 minutos, LOS INTRUSOS va girando de a poco las circunstancias del atraco, empezando por la llamativa y persistente negativa de Huggins de darle a Gaz los códigos de la caja de seguridad. Pronto se verá qué es lo que hay atrás de eso, ya que en buena medida la película consiste en una constante mezcla de juegos psicológicos y situaciones violentas que recuerdan en cierto modo a algunas viejas películas de terror inglesas del estudio Hammer, impresión que los acentos –elegantes de los mayores y bien «urbanos» de los más jóvenes– ayudan a dar. Promediando el relato habrá alguna inesperada vuelta de tuerca que hará de la segunda mitad del film una historia bastante distinta a la primera. Y luego otra. Y luego…

Quizás lo más curioso e interesante del film de Berg –adaptado de una novela gráfica belga– tiene que ver con cuestiones ligadas a los prejuicios de edad y de clase, una especie de «las apariencias engañan» llevado a extremos violentos y horrorosos. Cualquier espectador habituado a thrillers violentos de robos y secuestros creerá tener muy en claro cuáles son los roles dentro de este agresivo drama que enfrenta a «sacados» chicos de barrio versus indefensos ancianos. Pero de a poco uno se va dando cuenta que quizás no sea tan así. En ese sentido, Berg se aleja aún más del realismo urbano al que parece apostar en un principio para meterse en un territorio más típico del cine de terror puro y duro.

McCoy (quien fue uno de los Doctores de la famosa serie británica DOCTOR WHO, entre 1967 y 1969, además de actuar en EL HOBBIT y en decenas de películas y series de TV mayormente británicas) es el que tiene el papel con más matices y giros. Y el actor los aprovecha todos muy bien. Tushingham (con una larga carrera que arranca en A TASTE OF HONEY e incluye DOCTOR ZHIVAGO y la inminente LAST NIGHT IN SOHO, de Edgar Wright), por su parte, juega también con la percepción del espectador. ¿Es una anciana un tanto inválida y quizás con algún problema tipo Alzheimer o esconde algo más que eso? Y de Williams solo resta decir que, en tanto avanza la trama y la peligrosidad de la situación, va dejando salir a la Arya que lleva adentro.

En la última parte Berg juega con los formatos y encuadres, tratando de darle al film una pátina un tanto más moderna y alejándolo del clasicismo de la propuesta, volviendo la pantalla cuadrada para remarcar el agobio, la asfixia y el encierro generados por la cada vez más tensa situación. Lo mismo pasa con la cantidad de sangre: es una película bastante más gore de lo que parece en un principio y el realizador usa eso a su favor, sorprendiendo por momentos al espectador.

Hay, sin embargo, algunos enredados giros de guión que aparecen cerca del final y que quizás sobren, que están puestos para volver más complejos e interesantes a los personajes –además de explicar sus más siniestras motivaciones– pero que terminan distrayendo la atención de lo principal: la lucha por la supervivencia en ese lugar en el que nunca queda claro si alguien podrá –y si merece– salvarse.