Estrenos online: crítica de «Roadrunner: A Film About Anthony Bourdain», de Morgan Neville

Cuando, en junio de 2018, Anthony Bourdain se suicidó sorpresivamente en un hotel en Francia, poca gente podía entender cómo algo así podía haber pasado. El chef, escritor, viajante, conductor televisivo y reconocida celebridad parecía tenerlo todo: viajaba por el mundo reportando desde los lugares más exóticos, comía y bebía en los mejores (y también en los peores, por elección) lugares y restaurantes del mundo, estaba en pareja con Asia Argento, tenía una hermosa hija de un anterior matrimonio, exitosos programas de televisión y todas las comodidades y facilidades que la vida exitosa parece generar. Pero el hombre se ahorcó en un hotel de una pequeña ciudad olvidada del noreste francés. ¿Por qué? ¿Qué sucedió?

Este documental no intenta responder a esa pregunta sino a contarnos su vida, celebrar su legado. Tomando videos grabados para los distintos programas de Bourdain a lo largo de su carrera y haciendo hincapié en los materiales que no salieron al aire (mucho «detrás de escena»), y mezclando eso con testimonios de mucha de la gente que lo conoció, lo quiso y lo trató (en su gran mayoría ex compañeros de trabajo, pero también amigos como John Lurie, Josh Homme, chefs varios y su segunda esposa), ROADRUNNER intenta ser una pintura generosa y amplia de la vida –más que de la muerte– del neoyorquino que, tras una larga carrera como jefe de cocina de un prestigioso restaurante de Manhattan (llamado «Brasserie Les Halles» y hoy cerrado), se volvió famoso tras publicar un libro (titulado «Kitchen Confidential») en el que contaba de manera muy íntima y poética los secretos del mundo de la cocina y de su vida.

Apasionado de la literatura, el rock y la aventura, pronto Bourdain se transformó en una celebridad mediática. Y esa fama lo llevó a conducir un programa de televisión gracias al que viajaba por el mundo probando raras delicias culinarias en los países más exóticos. Los programas fueron cambiando de nombre y de estilo –con el correr del tiempo la comida tuvo cada vez menos peso y más importantes eran sus aventuras locales, algunas peligrosas como en Líbano, Haití y Vietnam– pero Bourdain nunca dejó de ser una figura reconocida, célebre y, a la vez, complicada. La pintura que harán quienes más lo conocieron está llena de admiración y amor hacia él pero no dejan de lado sus zonas más oscuras, caprichosas y dañadas.

Siguiendo la cronología de su vida, ROADRUNNER hará también un paso de un primer matrimonio un tanto más «independiente» a otro, con una mujer italiana, que se volvió inesperadamente un tanto más tradicional, con una hija y una bucólica vida familiar que debía convivir con sus 250 días de viaje al año. Neville (20 FEET FROM STARDOM, WON’T YOU BE MY NEIGHBOR?) irá llevando al espectador de la etapa más inocente y curiosa de Bourdain a su explosión mediática, su creciente fama, su soledad, sus miedos, sus adicciones (que dejó y a las que regresó) y su ambigua relación con su trabajo.

Uno de los ejes más fuertes de la película está en los conflictos que Bourdain tenía al viajar a lugares de extrema pobreza y sentir que, de alguna manera, su programa explotaba esas miserias para el entretenimiento televisivo occidental sin ayudar realmente a nadie más que a él mismo. Pero a cada crisis le seguía un nuevo «renacimiento» según cuentan colaboradores suyos que lo acompañaron durante décadas a través de todo el mundo.

La película entra en problemas a la hora de tratar sus últimos años de vida. Según el film –que tiene la impronta y de su equipo de producción de toda la vida y que hace un uso por momentos «fake» de la voz de Bourdain, algo éticamente discutible–, una vez que Bourdain se enamora de Argento y empieza a alejarse de ellos, su vida empieza a girar un poco en falso. Si bien tiene un momento en el que se pone a la cabeza, junto a la actriz, de las acusaciones contra Harvey Weinstein en medio del #MeToo, pronto empieza a alejarse de las personas con las que pasaba gran parte de su tiempo. Los entrevistados se cuidan de no echar culpas, pero dan a entender que de haber seguido junto a ellos quizás se podía haber evitado lo peor.

Claro que ni Asia Argento ni la gente que lo acompañó en su última etapa aparecen aquí –sería interesante escuchar sus puntos de vista–, pero lo cierto es que lo central de ROADRUNNER no pasa por esas últimas semanas/meses de vida ni en si saber si todo se debió a un desengaño amoroso o a algún tipo de consumo (se da a entender, sin decirlo claramente, que Bourdain nunca abandonó del todo su adicción a la heroína) sino en hacer una pintura amplia de un hombre que tuvo una vida fascinante, rara y extraordinaria que fascinó a millones de espectadores, lectores (y comensales) a lo largo de varias décadas. Una versión culinaria del Coronel Kurtz –el personaje de Marlon Brando de APOCALYPSE NOW, película que lo fascinaba–, alguien que pasó por demasiados estados, vio demasiadas cosas y que, llegado un momento, quizás no soportó seguir vi(vi)endo más.