Estrenos online: crítica de «Sputnik: extraño pasajero», de Egor Abramenko (Netflix)
Esta película rusa de terror y suspenso recuerda a «Alien» al contar la historia de un astronauta que regresa a la Tierra de un viaje por el espacio trayendo algo aparentemente muy peligroso adentro suyo.
Un saludable y bienvenido ejercicio de horror/ciencia ficción que, al menos durante su primera hora, apela más al misterio que a los golpes de efecto, SPUTNIK se mantiene durante un buen tiempo más cerca de películas como ALIEN o de algunos ejemplos del cine de terror/suspenso de la década del ’70 que de los modelos más actuales de esos géneros. Lamentablemente la sutileza no puede mantenerse durante todo el metraje y ya para su último acto el film cae en recursos formales y en vueltas de tuerca narrativas entre fallidas y previsibles. Pero si uno acomoda sus expectativas a lo que puede ofrecer hoy una película de género estrenada directamente online se encontrará con una agradable sorpresa.
Hay un detalle importante que no mencioné. SPUTNIK es una película rusa y quizás eso tenga que ver con la utilización de modelos narrativos no tan prisioneros de los esquemas hollywoodenses actuales. No estamos hablando tampoco de un ejemplar de ciencia ficción dura de autor a la manera de los ejemplares de género de Andrei Tarkovsky, pero sí de una película que entiende que la mejor manera de comprometer al espectador con la historia que está contando es llevándolo de a poco, presentándole los personajes y sus circunstancias antes de arribar a los efectos y al gore.
La película transcurre en 1983 y arranca con dos astronautas soviéticos que están regresando a la Tierra de un viaje espacial cuando sufren un aparente accidente que no vemos bien. Nos enteramos que algo grave pasó porque cuando la cápsula cae en Kazajistán solo uno de ellos sale vivo y bastante lastimado. Se llama Kostya (Pyotr Fyodorov) y pronto estará encerrado en un instituto secreto donde se investiga qué es lo que le sucedió.
En paralelo, SPUTNIK nos presenta a Tatyana (Oksana Akinshina), una psicóloga que está siendo cuestionada en Moscú por los métodos riesgosos y poco convencionales que utiliza en su trabajo. Esta mujer dura, seria y muy decidida pronto es «invitada» por el severo oficial Semiradov (Fedor Bondarchuk) a colaborar con la investigación del caso del astronauta, que no recuerda nada de lo que pasó en su regreso al planeta.
La mujer va, un poco a regañadientes, con la intención de dar su diagnóstico y volverse a Moscú. Pero se encuentra con que el tal Kostya no es tan predecible como suponía. No solo no logran hipnotizarlo sino que a ella misma le resulta difícil «leerlo». Al principio se quiere sacar el problema de encima diciendo que Kostya sufre Síndrome Post-Traumático, pero pronto Semiradov le hace ver que el asunto no es tan sencillo y que el hombre ha traído adentro suyo algo del espacio.
Este es el punto de partida para una narración que puede dividirse claramente en dos partes. La primera tendrá que ver con descifrar bien qué es exactamente y cómo funciona esa «sorpresita» que el astronauta se trajo de afuera. Para Tatyana será clave entender cómo se relaciona Kostya psicológicamente con eso y qué es lo que puede hacer, si se quiere, para curarlo. Pero en un momento las cartas se pondrán sobre la mesa, nos enteraremos de muchos secretos que guardan los encargados de ese instituto (y también los protagonistas) y SPUTNIK entrará ya en un formato más convencional de película de acción que Abramenko no maneja con la misma solvencia que las escenas previas, en donde prioriza el suspenso y la tensión entre los personajes.
Mientras la película se mantiene dentro del registro del juego psicológico, de tratar de entender no sólo las secretas intenciones de cada personaje sino la propia lógica de la relación entre Kostya y su invitado extraterrestre, SPUTNIK funciona a la perfección. Son pocas las películas hoy que se toman el tiempo de pintar un grupo de personajes cuyas lógicas son tan indescifrables y ambiguas como lo son aquí. Al ser una historia que transcurre en la Unión Soviética en plena guerra fría, hay que agregarle al misterio todo un costado de manipulación, secretos y ocultamientos políticos que la película deja en evidencia sin disimulo.
Es difícil analizar más y mejor la película sin dar a conocer de qué se trata el «problema» con el que deben lidiar, pero lo dejaremos así para evitar spoilers. Lo que sí se puede decir es que esas fidelidades cruzadas y confusas entre los personajes le siguen dando cuerda a la historia aún cuando el guión de SPUTNIK empieza a perder contacto con la lógica. Y es eso, más que nada, lo que la sostiene como una película de género valiosa e inteligente, lo suficientemente compleja para no volverse demasiado obvia pero sin perder nunca de vista que le debe mucho al espíritu de terror clase B. Siendo la opera prima de Abramenko se puede entender que, al llegar al esperado crescendo dramático, algunas cosas fallen y terminen decepcionando al espectador que hasta entonces venía metido en los inquietantes conflictos planteados. Pero eso no debería hacernos olvidar de todos los méritos que posee su película. Seguramente la próxima vez tendrá más claro cómo ponerle un mejor envoltorio a su regalo espacial.