Estrenos online: crítica de «The Voyeurs», de Michael Mohan (Amazon Prime Video)
Este thriller erótico que homenajea a clásicos de Alfred Hitchcock y Brian de Palma se centra en una pareja que observa la vida sexual de un fotógrafo que vive enfrenta de su casa y se obsesiona con lo que sucede allí.
Salvo por excepciones puntuales como la saga 50 SOMBRAS DE GREY, el thriller erótico desapareció de las pantallas de cine quizás porque no se lleva del todo bien con determinados parámetros de la corrección política reinante. Es difícil hacer un film de ese tipo sin lidiar con temas hoy controvertidos como la «objetivación» de los cuerpos (más femeninos que masculinos), cierto morbo y, en algunos casos, hasta algún grado de misoginia. Y acaso lo más celebrable de THE VOYEURS (me niego a usar la traducción local de LOS VOYEURISTAS) es que no teme usar todos esos códigos genéricos y encarar una propuesta que tiene mucho de retro. Y no solo respecto a los thrillers de los ’90 sino a clásicos del «cine de mirones» como LA VENTANA INDISCRETA, BLOW UP y DOBLE DE CUERPO, aún desde la simple imitación.
La película de Mohan cobra un interés extra por ese costado, hoy tan poco visto en el cine de Hollywood: escenas de sexo de más de cinco segundos y sin sábanas tapando zonas estratégicas de los cuerpos, personajes curiosos y con cierto morbo, algo de picardía manejada con humor autoconsciente. No es mucho, pero marca una diferencia. Más allá de eso, se trata de un thriller medianamente interesante que solo sorprenderá a quienes no tengan suficientes películas de Brian de Palma en sangre.
Al principio todo parece un juego para la pareja protagónica. Durante una buena parte de THE VOYEURS uno podría tener la sensación de que es una película acerca de la excitación que a una pareja le despierta ver a su vecino, un fotógrafo de modas, llevarse a la cama a muchas mujeres adelante de sus ojos. Pero uno sabe que hay más que eso. Pippa (Sydney Sweeney, hace poco vista en el rol de adolescente perversa en THE WHITE LOTUS) y Thomas (Justice Smith) se han mudado a un elegante departamento de Montreal cuyos ventanales le dan una vista, bueno, a un montón de otros departamentos con similares vistas. Es una imagen con reminiscencias hitchockianas. Y la película se hace cargo de la referencia.
La pareja empieza a interesarse en la vida sexual del fotógrafo en cuestión –que parece desconocer el concepto de cortinas– y pronto descubren que engaña a su mujer con muchas de las modelos que lleva a su casa. Intrigados y un poco excitados con el descubrimiento (que despabila su un tanto apagada vida sexual), empiezan a obsesionarse con lo que pasa ahí. Y eso los lleva a meterse más y más en el tema, al punto de colarse en la casa de ellos y poner micrófonos para escuchar lo que hablan. Y ese es el principio de una serie de contactos entre unos y otros que, previsiblemente, no los lleva por el buen camino.
En la segunda mitad de la trama es donde aparecerán las sorpresas y las vueltas de tuerca, muchas de las cuales se ven venir desde el minuto uno. Pero no todas. THE VOYEURS logra sostener bastante bien la intriga pero no tanto en relación a quién está mirando a quién, porqué o para qué sino en lo que eso genera en los protagonistas, en especial en Pippa, que claramente parece disfrutar con el peligro, el riesgo y lo prohibido. Acaso ése sea el punto más relevante del film, el que iguala al espectador que está mirando la película con la protagonista. Es claro que es un riesgo querer saber más, pero igualmente la tentación es irresistible. Y Mohan (y, especialmente, Sweeney) le ponen directamente el cuerpo a esa curiosidad.
La película recala en muchas de las convenciones del subgénero, incluyendo actuaciones que bordean la caricatura y algunos cortes que invitan a la risa. Pero al ser una película sobre el acto de mirar y ser mirado, observar y ser observado, que los protagonistas usen los tropos del género los hace más cinéfilos que otra cosa. En cierto punto, es como si todos los que están en la película (me refiero a los personajes, no a los actores) fueran conscientes de que están adentro de una película como las de Brian de Palma. Salvo Pippa, claro, que de haber visto más thrillers eróticos en su vida seguramente no se habría detenido demasiado a ver qué hacía el vecinito sexy que vive enfrente.
Parece que algumos añoran tiempos pretéritos que por fortuna se van superando, y cuya respuesta actual no siempre debería entenderse como mojigatería.