Estrenos online: crítica de «Hipnótico», de Matt Angel y Suzanne Coote (Netflix)
Este thriller se centra en un psicólogo que trata a una paciente mediante hipnosis con objetivos un tanto siniestros. Estreno original de Netflix.
Que Netflix a veces parece un repositorio de títulos que en otra época iban «directo a video» ya se sabe hace mucho. Pasemos a la siguiente hipótesis: aceptando la existencia de esos thrillers noventosos y un tanto pedestres de lo que se daba en llamar «Clase B», hay algunos que son más tolerables y atrapantes que otros, que se disfrutan aún teniendo en cuenta los mínimos desafíos que nos presentan dentro de esa «zona de confort» en la que parecen existir. Durante un buen tiempo pasa eso con HIPNOTICO, un estreno de Netflix centrado en las mitologías que existen en relación del poder de la hipnosis. En este caso, una realizada por un psicólogo a su paciente. Ese tiempo de relativo disfrute se acaba cuando hay que resolver el misterio y todo se hace de la manera más mecánica posible, pero encontrar una de estas películas «originales» que al menos mantenga el interés del espectador durante la mitad o un poco más de sus 90 minutos de duración es casi un milagro.
Kate Siegel, esa muy buena actriz que trabaja casi siempre con Mike Flanagan (es una de las protagonistas de la reciente serie MISA DE MEDIANOCHE, que también está en Netflix), encarna a Jenn, una mujer que no ha quedado muy bien psicológicamente tras perder un avanzado embarazo. Bebe demasiado, se ha quedado sin trabajo y se ha separado de su pareja. En una fiesta organizada por su amiga Gina (Lucie Guest) conoce a un tal Dr. Meade (el irlandés Jason O’Mara, un actor cuya profunda voz le ha servido para «interpretar» a Batman en varios films animados de DC), a quien ella presenta como el psicólogo que le cambió la vida. A la chica le sorprende verlo en un evento social con su paciente, pero no se espanta y termina yendo a una consulta con él.
Si la cara de veterano galán, el look a lo AMERICAN PSYCHO, el hecho de quebrar las reglas éticas de su trabajo o su oficina gélida de asesino serial no dan la suficiente advertencia, cuando el tipo le ofrezca a Jenn una sesión de «hipnosis» para trabajar sus traumas personales, cualquier espectador que haya visto dos thrillers en su vida le dirá a la chica «no, no lo hagas«. Pero sin hipnosis no hay película y Jenn entra en la propuesta. Así son estas cosas. Cuando la mujer se despierte creerá que han pasado solo tres minutos pero transcurrió toda la hora de sesión. La chica no sabe qué hizo ni de qué habló pero se siente bastante mejor. Por supuesto, no durará mucho.
Pronto empezará a tener raras sensaciones: le parece que el tipo la sigue, por momentos pierde la noción de lo que está haciendo y dónde está, y más adelante comienzan a suceder cosas más graves. ¿La principal? Que una persona my querida aparecerá al borde de la muerte y Jenn sospecha que ella misma pudo haber sido la responsable, en medio del estado hipnótico. Con tantas dudas en la cabeza, la chica se pone a investigar (bah, a googlear) y cae en la cuenta que hay un detective en Portland (Dulé Hill, actor de THE WEST WING y BALLERS) que está investigando algunos casos que tienen ciertas similitudes al suyo: crímenes ligados a la hipnosis. Y trata de que lo ayude a desenmascarar a este hombre. Claro que no será sencillo porque, entre otras complicaciones, el tipo tiene la posibilidad de manejar a la mujer mediante algunos recursos incluidos en el pack hipnosis, de esos que no vienen anunciados como «efectos secundarios».
HIPNOTICO tiene el look epidérmico de ciertos thrillers de los ’80 y ’90 pero le falta la gracia y el desprejuicio que tenían algunas de aquellas películas. Directores como Paul Verhoeven, Brian De Palma y hasta Adrian Lyne podrían haberse hecho un festín un tanto bizarro a partir de una historia como la que aquí se cuenta. Pero la dupla Angel-Coote se contenta con contarla de la manera más convencional posible, lo cual termina jugándole en contra. Fundamentalmente porque la acumulación de hechos (o situaciones vividas bajo la hipnosis) que aparecen en la última parte son demasiado disparatados para ser tomados de una manera realista o más o menos en serio. Un tono más cercano, no sé, al giallo italiano le podría haber dado al film una onda más estilizada o absurda, cosas que claramente necesita.
Aún con su desabrida última media hora, HIPNOTICO es un film que tiene su gracia, su perverso encanto –especialmente a partir de que se conocen las hitcockianas motivaciones del psicólogo en cuestión– y es una pena que sus realizadores no aprovechen para ir más lejos con la propuesta. De hecho, es una de las pocas veces en el cine reciente en las que el guión (de Richard D’Ovidio) parece más interesante que la propia realización del film. Da la sensación que, en manos más expertas y menos temerosas de ir mucho más lejos con la propuesta ya de por sí absurda de la película, estaríamos ante un thriller mucho mejor de lo que este termina siendo.