Festival Olhar de Cinema 2021: críticas de «Brother’s Keeper», «Conference» y «Rock Bottom Riser»
Aquí van críticas de tres muy buenos títulos vistos (virtualmente) en el Festival de Curitiba: «Brother’s Keeper», de Ferit Karahan; «Conference», de Ivan I. Tverdovskiy y «Rock Bottom Riser», de Fern Silva.
El muy buen festival Olhar de Cinema, que se realiza en la ciudad de Curitiba, Brasil, y que está teniendo una estructura híbrida desde que comenzó la pandemia (virtual y presencial, ya es el segundo año en el que lo cubro a la distancia, lamentablemente) concluyó hace unos días con una muy buena programación y la entrega del premio a mejor película a RIO DOCE, de Fellipe Fernandes (sobre la que escribí aquí), entre otros films premiados que pueden revisar aquí.
En lo personal, además de chequear alguna parte de la producción brasileña que no había podido ver durante el año, el festival me sirvió para ponerme al día también con algunos interesantes títulos que habían pasado por otros eventos internacionales. Así que aquí les dejo críticas de otros tres films que tuvieron su premiere en Olhar de Cinema y que seguramente verán o encontrarán en otros eventos similares. De hecho, ROCK BOTTOM RISER fue parte de la programación del también recientemente concluido FestiFreak.
BROTHER’S KEEPER, de Ferit Karahan. En una escuela rural turca, en pleno invierno, un grupo de chicos vive las habituales situaciones de un lugar así pero en su versión más áspera: bullying, profesores que ignoran a los chicos, condiciones materiales lamentables y castigos crueles. La que dispara el drama le sucede a Memo, un chico de once años al que castigan haciéndolo ducharse en agua helada en pleno invierno. Al día siguiente, el niño se siente mal y pronto termina en un estado semi-comatoso, sin poder moverse ni despertarse. Yusuf, su amigo, intenta hacer algo para ayudarlo, pero los adultos responsables primero lo ignoran y luego no hacen más que mentir y deslindar responsabilidades, mientras esperan por una ambulancia que nunca parece llegar.
Se la ha comparado, en su forma al menos, con LA MUERTE DEL SR. LAZARESCU. Y si bien es cierto que tiene algunos puntos en común desde lo narrativo, se trata de una película un tanto más simple. Motorizada por el miedo, la angustia y la frustración del pequeño Yusuf (que encima es kurdo, una bastante maltratada minoría en Turquía), la película va pintando, por un lado, la irresponsabilidad de los adultos que se preocupan más que nada por dejar claro que nada tienen que ver con lo que está pasando y, por otro, por la burocracia y las dificultades de conseguir lo que el chico necesita.
Ese simplismo en la pintura de personajes adultos –incluyendo a la madre de Yusuf– le quita un poco de espesor dramático a la película. Sin embargo, la tensión y la preocupación por la suerte de los chicos va creciendo con el paso de los minutos. Y lo mismo pasa con la sensación de Yusuf de que no solo nadie podrá hacer nada para ayudar a su amigo sino que él mismo puede verse en problemas. Lo mejor que tiene la película pasa por el chico y por cómo mira con callada angustia la inoperancia y el egoísmo de los adultos en un escenario cuya belleza natural esconde, en realidad, una trampa mortal.
CONFERENCE, de Ivan I. Tverdovskiy. Un drama familiar y uno nacional. La película del ruso Tverdovskiy se centra en un evento que funciona como reencuentro, como terapia de grupo y como homenaje. En el Teatro Dubrovka de Moscú, en 2002, tuvo lugar un atentado terrorista de un grupo checheno que involucró una toma de rehenes durante varios días y que terminó –tras un ataque químico ruso– con centenares de muertos entre los atacantes y los espectadores de la obra musical que se estaba interpretando en ese momento. Diecisiete años después, una de las sobrevivientes –una monja llamada Natasha– organiza ese «conferencia» en la cual espera reunirse, en ese mismo lugar, con otras personas en iguales condiciones para hablar de sus experiencias y lidiar con sus respectivos traumas.
En un film dividido claramente en tres partes, la primera se centra en los trámites burocráticos de Natasha para organizar el evento, en el encuentro con su hija Galya –quien está cuidando a su padre enfermo y con la que tiene una mala relación– y en el sufrimiento de esta última al volver al teatro en cuestión. La parte central es la conferencia en sí, una secuencia de casi una hora en la cual distintos sobrevivientes (entiendo que son actores pero por la manera en la que está filmado y capturado el sonido ambiente algunos de ellos parecen ser personas que pasaron por esa experiencia) van recordando detalles de la dolorosa situación que vivieron allí. El problema es que la conversación se extiende y los dueños del teatro les piden que se retiren, pero ellos no quieren hacerlo. Y la situación se complicará a punto tal de traer reminiscencias de las vivencias originales. Y luego habrá una tercera parte, más breve, en la que se lidiará con las consecuencias emocionales de ambas situaciones.
En un tono denso, reposado y calmo, Tverdovskiy va introduciendo al espectador, por un lado, en los detalles de lo que pasó en 2002, una situación con algunos puntos de contacto con la que abre la película TENET. Pero, más que nada, en cómo los personajes –especialmente la madre y su hija– lidian con el trauma, el miedo y la culpa. El hecho de que el propio homenaje termine, de algún modo, repitiendo el funcionamiento tenso y violento de la toma de rehenes original servirá para que los personajes se pregunten –y le pregunten al espectador– sobre los temas que siempre resurgen en este tipo de duelos nacionales: la discusión entre la memoria, la reconciliación, el perdón, la justicia, el miedo y si se puede seguir adelante sin lidiar, emocionalmente al menos, con los traumas del pasado.
ROCK BOTTOM RISER, de Fern Silva. Después de varios cortometrajes de corte experimental, Silva debuta en el largo sin alterar demasiado su manera de entender las formas cinematográficas. Simplificando algo que no puede reducirse a un resumen narrativo, uno podría decir que el film de Silva es una mirada crítica a la instalación en Hawaii de un nuevo y enorme telescopio en el observatorio astrológico en Mauna Kea, un volcán inactivo que es sagrado para la cultura local. Pero lejos de funcionar como un documental de denuncia, lo que Silva hace es una especie de caleidoscópica mirada a la cultura del lugar, a la manera en la que la relación con el cosmos de la gente de allí pasa por otro tipo de mirada de corte más místico.
Con imágenes macro y microscópicas, pasando de la lava de volcanes a las lejanas estrellas, usando voces de especialistas, de representantes de la cultura local y hasta de Dwayne «The Rock» Johnson, y hasta incluyendo un número musical con una célebre canción de Paul Simon, ROCK BOTTOM RISER va armando una especie de intervención cinematográfica, una suerte de puesta en escena de ciertas tradiciones ancestrales hawaianas enfrentadas a lo que es visto como una invasión colonialista a partir de esta combatida instalación sobre la que se viene protestando hace años.
Poco de esto quedará claro viendo la película: la idea de Silva pasa por otro lado. Las voces fluyen con las imágenes, a las protestas solo se las alude y la forma que adquiere ROCK BOTTOM RISER tiene más que ver con poner esa filosofía en creativas imágenes, sin jamás ponerse didáctico ni escolar en su manera de enfrentar el tema. El film es una respuesta audiovisual –cósmica, si se quiere– a un choque que es político y económico pero fundamentalmente cultural.