Ciclos: crítica de «The Worst Person in the World», de Joachim Trier (Semana de Cannes)

Ciclos: crítica de «The Worst Person in the World», de Joachim Trier (Semana de Cannes)

por - cine, Críticas, Festivales
30 Nov, 2021 05:11 | 1 comentario

Este film noruego, que abrió la Semana de Cine de Cannes en Buenos Aires, es un retrato de una mujer entre finales de sus 20 y principios de sus 30 años, etapa en la que no se lleva nada bien con el concepto de «sentar cabeza».

Ganadora del premio a mejor actriz en el Festival de Cannes 2021, THE WORST PERSON IN THE WORLD es un retrato personal y generacional contado a modo de episodios o viñetas. Julie (Renate Reinsve, la premiada en cuestión) es la protagonista de este relato que viene a centrarse, en líneas generales, entre sus veintipico y sus treinta y tantos años de edad, una etapa en la que, dirían los libros, una mujer (bah, una persona en general) va viviendo experiencias que lo llevan a ir teniendo, de a poco, una estabilidad –romántica, personal, familiar– en su vida. No es el caso de Julie. O, si lo es, no llega a él de las maneras esperadas.

En su formato de viñetas –el subtítulo del film es JULIE EN DOCE CAPITULOS y es más representativo que el comercial pero un tanto tramposo que tiene– y en su extensión de más de dos horas, uno bien podría imaginar a la película transformada en una temporada de una serie estadounidense. Solo habría que extender un poco más los capítulos y no sería muy distinto. De hecho, los vaivenes personales y emocionales de Julie tienen bastante en común con los de series como LOVE LIFE o GIRLS, solo que aquí con unos apuntes formales más cinematográficos y algunas costumbres culturales más propias de la Noruega en la que transcurre que las de otros países.

El prólogo es bastante elocuente respecto a cómo es Julie. Una voz en off va narrando, rápidamente, su paso por «los veintes»: constantes cambios de carreras universitarias (pasa de la medicina a la psicología cuando se da cuenta que le importa más «el alma que el cuerpo» humano, pero deja luego esa carrera para estudiar fotografía), igualmente rápidos cambios de parejas entre más o menos estables a puramente ocasionales y la sensación de que Julie prefiere ir por la vida sin quedarse demasiado quieta en ningún lado.

Este aparente retrato de la vida de un «millennial» empieza a girar hacia algo aparentemente más estable cuando Julie conoce a Aksel (Danielsen Lie, figurita repetida en el cine de Trier), un artista de cómics provocativos y underground que es bastante mayor que ella (44 frente a sus 29). El hombre sabe, de entrada, que el asunto no terminará bien y, de hecho, intenta distanciarse de Julie «a tiempo». Pero ese mismo intento se le volverá en contra: Julie ahora quiere estar con él aún a sabiendas que, tarde o temprano, él querrá tener hijos y ella no. Ni ahora, dice, ni nunca.

Las propias experiencias de Julie con Aksel van cimentando ese conflicto, ya que cuando conoce a sus amigos con niños un tanto caprichosos solo quiere huir de allí. Y esa propia estabilidad un tanto incómoda termina generando que, en una fiesta a la que entra «colada», conozca a Eivind (Herbert Nordrum), un hombre casado pero más cercano en edad con el que se engancha de una manera divertida, jugando a una suerte de parodia de un affaire amoroso. Un tiempo después se reencontrarán y la parodia dará paso a la realidad (aquí Trier inserta un episodio de carácter casi fantástico para mostrar ese cambio de vida) y a la consecuente separación de Julie y Aksel.

Eivind es de su misma generación y opera con las mismas dudas e inquietudes que ella. De hecho, tampoco quiere bebés. Y con él Julie –que todo el tiempo trabaja atendiendo una librería y no le gusta mucho dar a conocer lo que escribe– parece volver unos años atrás, experimentando con drogas y haciendo actividades aparentemente menos burguesas que las que tenía antes. Pero tampoco la nueva situación será fácil, después de un tiempo, para la inquieta y por momentos desconcertante protagonista. Y una serie de cuestiones volverán a llevar a Julie a recorrer caminos inciertos que, quizás por no ir hacia seguro por las rutas establecidas, terminan enriqueciendo su vida de manera diferente.

THE WORST PERSON IN THE WORLD es un retrato oblicuo, generoso, amable y quizás también algo crítico, pero siempre narrado desde la empatía y la comprensión de que lo que hace Julie puede no ser lo más «conveniente» o «adecuado», pero siempre responde a sus deseos, por más discutibles que esos puedan parecer. La película se tomará su tiempo para hablar de temas como la nula relación que tiene con su padre y, en un episodio muy ácido, mostrará a Aksel peleándose con dos periodistas radiales feministas que lo acusan, ofendidas, por la misoginia de los personajes de sus cómics, algo que derivará en un divertido pero tenso debate público sobre la «cultura de la cancelación».

Es que pese a haberse separado tiempo atrás, el dibujante será un personaje importante en la vida de la chica. Y, para la película, servirá también para enfrentar a Julie con la forma de entender la vida de parte de un miembro de una generación previa (llamémosla «X»), que tiene otros objetivos vitales y una mayor dificultad para comprender a la generación que se ofende fácilmente por casi todo, aunque ese no parece ser el caso de Julie. El monólogo en el que Aksel le cuenta sobre cómo creció sin internet ni celulares y le remarca la importancia que para él tiene que los objetos culturales (libros, discos, cómics, revistas) sean físicos y no solo digitales, dejan en claro esa diferencia de 15 años entre uno y otro. Julie entiende, claro, pero sabe que es una experiencia que, generacionalmente, no le pertenece del todo. El tiende a mirar al pasado. Para ella, todo es futuro.

Trier no escapa de ciertas fórmulas acerca de cómo actúa una u otra generación y, en los últimos episodios, lanza al ruedo unos giros narrativos bastante inesperados que en otras manos bien podrían haber caído en la categoría «golpe bajo». Pero el realizador de OSLO, AUGUST 31th. es lo suficientemente «nórdico» como para saber frenarse antes de pasarse de rosca. Su paso por el cine estadounidense (hizo allí la ambiciosa pero fallida LOUDER THAN BOMBS) es bastante evidente no solo en la forma y el tempo del relato sino también en la manera en la que la narración se organiza y avanza de un modo que es mucho menos random de lo que parece. Lo que acaso lo distingue son momentos que intentan ser poéticos, ciertos curiosos apuntes visuales y su mirada un tanto más desprejuiciada sobre algunos temas.

Lo central aquí, de todos modos, es la vida de Julie. Y, gracias a la excelente pero inteligentemente contenida actuación de Reinsve, la película cumple con su propuesta de trazar lo que parece ser una década en la vida de alguien que puede no ser «la peor persona del mundo» –el título en realidad habla de otra cosa– pero que sabe que muchas de las decisiones que toma en la vida dañarán a sus seres queridos. Es una negociación constante la que ella hace en su vida y, aún cuando tome decisiones que quizás sean equivocadas (o que pueden verse así, retrospectivamente), da la impresión que es una persona que no se arrepiente de nada. Va hacia adelante, disparada por la incertidumbre y alimentándose de ella.