Series: crítica de «Manual de supervivencia», de Victoria Galardi (Amazon Prime Video)

Series: crítica de «Manual de supervivencia», de Victoria Galardi (Amazon Prime Video)

Esta divertida serie cuenta la historia de un abogado que, después de los 40 años, deja todo para seguir un sueño: triunfar como actor. Con Esteban Bigliardi, Dolores Fonzi, Violeta Urtizberea y un gran elenco de invitados especiales.

La vida de un actor no es sencilla para nadie y menos para alguien que no está acostumbrado a los vaivenes de esa profesión. Esteban (Esteban Bigliardi) es abogado y ha tenido, suponemos, una crisis personal a los 40 años por la que se decidió a dejar su exitosa carrera en una firma legal dirigida por su padre. Y de un día para el otro, tras una serie de cursos con «profesores top», ha decidido que la actuación ya no será solo un hobby para él sino una carrera, una forma de vida.

Quizás, como les sucede a muchos que ven el mundo de la actuación desde afuera, la perspectiva del traspaso puede parecer simpática o sencilla, pero es más bien todo lo contrario. Todas las convicciones y seguridades de su carrera legal desaparecen de un día para el otro y, de ahí en adelante, aparece un futuro tenue desde lo laboral y lo emocional, en el que las fragilidades e inseguridades negadas u ocultas durante décadas reaparecen. Es, lo que se llama, una crisis. Y los resultados son inciertos.

MANUAL DE SUPERVIVENCIA, la serie creada, co-escrita y dirigida por Victoria Galardi (AMOROSA SOLEDAD, CERRO BAYO), consiste en ocho episodios de apenas 25 minutos en los que seguiremos a Esteban a través de sus desventuras personales y profesionales en su nueva carrera. Con una estructura que combina una trama que abarca todos los episodios y, a la vez, situaciones un tanto más específicas que se resuelven por lo general en uno solo, esta comedia dramática (arranca más comedia, termina más dramática) es una verdadera sorpresa dentro del panorama de las series locales por su humor sutil e inteligente, su honestidad emocional y su mirada para las peculiaridades de la vida actoral por parte de un elenco que conoce al dedillo los detalles de ese mundo.

En paralelo a los conflictos que tiene con su ex (Violeta Urtizberea), que está a punto de irse a vivir a los Estados Unidos tras ganarse una beca de arte en Baltimore, y a la incomprensión de su padre, quien no logra entender los cambios que hizo su hijo con su vida, Esteban sufre a través de castings complicados (Daniel Hendler encarna a un actor famoso que le da una especie de oportunidad laboral en el primer episodio), se topa con la sorpresiva muerte de su psicólogo y conoce a una mujer solitaria e intensa (Dolores Fonzi) que carga con una beba a todas partes. Teniendo tiempo libre, Esteban termina siendo ocasional niñero de la pequeña.

A partir de esos puntos centrales, MANUAL DE SUPERVIVENCIA se expande hacia diversos personajes que, capítulo a capítulo (o de a pares), van sumándose a la trama: se reencuentra con una compañera del estudio legal que le tira onda (Carla Quevedo), se pelea con un vecino (Osmar Núñez) que no quiere liberar una cochera con la que él cuenta como ingreso, tiene una enrarecida aventura nocturna con una maestra jardinera (Julieta Zylberberg), vive un desopilante rodaje cinematográfico en Rosario y, principalmente, atraviesa las complicaciones de los ensayos y el estreno de una obra teatral en la que tiene que tolerar a un bastante insoportable director (Martin Piroyansky). Estas son algunas de las complicadas pero también divertidas situaciones que recién se revestirán de un mayor peso dramático en los dos últimos episodios (en los que aparecen Pilar Gamboa y Verónica Llinás), cuyos detalles no revelaremos aquí.

Gracias a su amplio elenco y a su carácter hasta cierto punto episódico, MANUAL DE SUPERVIVENCIA permite apreciar el talento de un montón de excelentes intérpretes, muchos de ellos funcionando dentro de un mundo que conocen bien. La serie tiene muchos y muy certeros detalles sobre el universo de la actuación (situaciones de rodaje, de ensayo, de estreno, con el público, con la crítica, con los representantes, con los castings) pero no es necesariamente una serie «para entendidos». Al contrario, esos detalles enriquecen un conflicto que es universal: la decisión de alguien de cambiar de trabajo, de pareja y de forma de vida a una edad en la que pocos lo hacen. Y en eso, la serie funciona a la perfección.

En cierto modo, Bigliardi –quien, en la vida real, también dejó la abogacía por la actuación– funciona casi como un host de la serie, recibiendo personajes (y actores invitados) en cada uno de los episodios y siendo un excelente partenaire para los conflictos que los otros aportan y que se suman a los suyos. Si la serie tiene un punto no digamos flojo pero todavía un poco indefinido, ese tiene que ver con los arcos dramáticos de algunos otros personajes que aparecen como centrales o constantes (los de Fonzi y Urtizberea, por ejemplo, o un amigo actor que encarna Santiago Gobernori) pero que parecen desdibujarse con el correr de los episodios. Da la sensación que la serie ganaría aún más en humor y en emoción si «el viaje» de Esteban tuviera, además de las desventuras ocasionales, compañeros un tanto más estables o permanentes.

Los ocho episodios de MANUAL DE SUPERVIVENCIA no solo se consumen con una velocidad sorprendente (confesión: los vi en un solo día y con un par de pausas nomás) sino que concluyen de una forma muy abierta. Más que terminar a la espera una segunda temporada, da la sensación que los ocho episodios son solo la mitad de la primera: apenas el aperitivo para una historia que recién está comenzando y en la que, seguramente, personajes que parecen ir desdibujándose podrán recuperar su peso dentro de la narración más adelante. Y, obviamente, aparecerán otros nuevos.

Económica de producción pero bien resuelta formalmente (la fotografía, un tanto curiosa, da siempre la sensación que la acción diurna transcurre al salir o al caer el sol), la serie es una clara demostración no solo del talento de Galardi sino de cuánto hacen falta comedias dramáticas que puedan generar situaciones graciosas o tocantes apostando por la inteligencia, la sutileza y el ingenio. MANUAL DE SUPERVIVENCIA casi nunca cae en la broma fácil ni en la forzada intensidad emocional propia de muchas producciones locales que tienden a apretar el acelerador del chiste o del llanto forzado («llorar», de hecho, es un problema actoral importante para Esteban) cuando suponen que la situación lo requiere. Acá eso no sucede. Como en sus películas, Galardi apuesta por un humor de tono bajo, por momentos incómodo y hasta de paladar negro, pero siempre creíble y muy justo con los personajes y con el curioso mundo en el que viven.