Estrenos online: crítica de «Becoming Cousteau», de Liz Garbus (Disney+)
Este documental recorre la vida profesional y personal del francés Jacques Cousteau, figura fundamental de la exploración submarina gracias a sus películas, series de televisión y posterior activismo ecologista.
Quizás sea difícil ahora entender el peso que la figura de Jacques Cousteau tuvo para las generaciones que crecieron en los años ’60 y ’70. Y, más allá de cualquier otro análisis, este documental logra reinsertar al personaje con todo su peso, contradicciones incluidas. Su título, BECOMING COUSTEAU (o «Convirtiéndose en Cousteau»), puede sonar algo engañoso ya que la película no es un repaso limitado a los años previos a su éxito televisivo mundial que tuvo lugar de 1968 a 1976 sino que documenta un proceso de transformación personal, a lo largo del cual el explorador se convirtió en ecologista, un hombre que pasó de explotar la naturaleza a cuidarla, protegerla.
Con excelente y muy bien restaurado material de archivo fílmico, la directora de WHAT HAPPENED, MISS SIMONE? reconstruye su biografía de modo casi cronológico. Para eso utiliza, además de testimonios recogidos en distintas épocas de su vida (no hay o no parece haber entrevistas actuales), textos de los diarios de Cousteau leídos por el actor Vincent Cassel. Y lo que cuenta es la historia de un hombre que llegó a fascinarse por la vida submarina cuando tuvo que hacer una terapia de rehabilitación física tras un accidente en su juventud y dedicó su vida a explorar primero y a filmar después lo que veía en sus inmersiones. De su primera etapa, acaso su aporte más importante al mundo del buceo fue la invención, junto al ingeniero Émile Gagnan, del «Aqualung«, un sistema de escafandra autónoma con regulador a demanda que permitió «cortar el cable» de los buceadores con el exterior.
La película también recuperará historias de su vida personal, especialmente la relación que tenía con su mujer Simone (tan apasionada por el mar como él, aunque alejada de las cámaras) y la conflictiva que mantenía con sus hijos, los cuales terminaron de distintas maneras sumándose a su proyecto que era todo un estilo de vida. Es que Cousteau, una vez que adquirió el mítico barco conocido como el Calypso, se dedicó a recorrer buena parte del planeta explorando y filmando el mar. Lo que también hacía –mucho antes de tener en claro el daño que eso provocaba– era colaborar con la exploración petrolera, dinamitar el fondo del océano y tener en ocasiones un trato bastante brutal con la vida submarina, trato del que luego se arrepentiría.
Cousteau ganó la Palma de Oro en Cannes (y el Oscar a mejor documental) con EL MUNDO DEL SILENCIO (1956), que codirigió con Louis Malle, y una década después logró venderle a una cadena estadounidense un show televisivo documental, EL MUNDO SUBMARINO DE JACQUES COUSTEAU, que lo transformó en una estrella internacional y en un referente del tema. Más que mostrar escenas de la serie –cuyo estilo, acompañado por los clásicos gorritos rojos de los protagonistas, fue homenajeado/parodiado por Wes Anderson en LA VIDA ACUATICA–, lo que hará Garbus será mostrar cómo esas experiencias le hicieron reflexionar respecto a su labor como explorador, especialmente al notar la pérdida de biodiversidad submarina de los ’70 en comparación a décadas anteriores. Ese proceso lo fue transformando en una persona más preocupada por el medio ambiente y luego en un referente en la materia cuando el tema empezó a tomar un urgente estado público en las décadas siguientes.
A diferencia de otros films y series suyas, la directora de BOBBY FISCHER AGAINST THE WORLD no se aleja demasiado de las convenciones en este relato ya que prefiere usar la enorme cantidad de material con la que cuenta de una manera bastante tradicional. La historia es rica en contradicciones y, a la vez, refleja los cambios sociales, políticos y ecológicos del siglo XX. Hay, sí, un choque cultural (podríamos decir, entre franceses y norteamericanos) en la manera en la que Garbus se mete en la complicada vida privada de Cousteau, que tuvo sus giros, vueltas e inconvenientes (que mejor no revelar anticipadamente) tanto en lo que respecta a su matrimonio como en su relación con sus hijos.
El tiempo y las tecnologías (Cousteau fue responsable también de inventar cámaras resistentes al agua) han hecho que todo ese mundo que se dio a conocer gracias a su trabajo hoy sea algo común que se puede ver en cientos de shows de National Geographic, Discovery o canales de ese tipo. Pero su aporte fue revolucionario en ese sentido. Y sus contradicciones o errores –que en su momento él no vivió como tal– también permiten dar cuenta que, en muchos sentidos, fue un hombre que logró entender que había que hacer algo para salvar no solo la vida submarina sino al planeta entero. Una deuda que sigue pendiente medio siglo después.