Estrenos online: crítica de «La casa», de varios directores (Netflix)
Este tríptico británico de historias animadas en stop-motion se centra en distintos episodios extraños y macabros que tienen lugar en una misma casa a través de la historia. Con las voces de Jarvis Cocker, Mia Goth y Helena Bonham-Carter.
Aterrizada en Netflix sin demasiada difusión previa ni recorrido por festivales de cine (de hecho, en varios sitios la presentan como una serie), LA CASA es una verdadera sorpresa, un fascinante y extraño tríptico de relatos animados en stop motion que se centra en historias que transcurren en una misma casa a través de distintas épocas y personajes. De origen británico y orientado al público adulto y adolescente, es una rareza dentro del panorama de estrenos de esta plataforma.
El film consiste en tres relatos de media hora cada uno que pueden haber sido concebidos como parte de una serie y quizás se transforme en eso en un futuro (como seguramente saben, las temporadas de las series británicas suelen ser cortas, de 3, 4 o 6 episodios) pero que Netflix presenta ahora en formato película. Si bien los episodios fueron hechos por la misma productora y mantienen ciertas constantes estéticas que van más allá de la casa en sí, cada uno de ellos fue dirigido por un realizador distinto (o realizadores) y se distinguen fundamentalmente por los personajes que los habitan y los distintos temas y estilos dramáticos que abordan.
Todos los cortos coquetean con el terror, el suspenso, la comedia negra o combinaciones de todos ellos. Y todos, además de compartir una misma casa, tienen en común su forma lateral de tratar asuntos políticos relevantes como la desigualdad económica, la llamada gentrificación, el cambio climático y hasta la inmigración. Pero nada de eso aparece de modo directo en los relatos sino a modo de contexto, en los márgenes de las oscuras historias que se desarrollan.
El primero de los tres, dirigido por Emma de Swaef y Mac James Roels, tiene como protagonista a una familia de cuatro (padre, madre, hija, bebé, todos hechos con versiones animadas y sofisticadas de muñecos de trapo) que viven en la campiña inglesa en el siglo XIX en una modesta casa. Una noche, un misterioso arquitecto les regala un lujoso y enorme caserón al que se mudan sin dudarlo. La casa es bella e impactante pero, para dárselas, hay algunos requisitos que deben cumplir (curiosamente parecidos a los de la reciente serie británica THE GIRL BEFORE), exigencias que los padres cumplen pero que la niña (con voz de Mia Goth) no ve con buenos ojos. Una vez en la casa nueva descubrirán que no todo es lo bello y armonioso que parecía.
El segundo corto, dirigido por Niki Lindroth von Bahr, también va por el lado del terror pero un tanto más cómico. Transcurre en lo que parece ser la actualidad y su personaje principal es una rata (con voz de Jarvis Cocker) que ha renovado la casa por completo convirtiéndola en un ultramoderno hogar lleno de muebles carísimos y aplicaciones electrónicas, el sueño de un hipster. Lleno de deudas, el protagonista tiene además complicaciones con cucarachas que lo invaden todo, pero finalmente llega a mostrar la casa a potenciales compradores. Y allí se topa con una pareja de «clientes» que dicen estar muy interesados en la casa pero que tienen objetivos un tanto más extraños.
El tercero, dirigido por Paloma Baeza, es el más emotivo y melancólico de los tres, pero sin dejar el lado el misterio y el costado creepy de la saga. Ahora la casa en cuestión está en medio de un lago, que en realidad es una ciudad que ha quedado bajo el agua. La maneja Rosa (Susan Wokoma), una gata que trabaja constantemente para ponerla en condiciones pese a que el agua crece allí cada día más y pronto la terminará inundando. El corto se centrará en su relación con sus dos excéntricos inquilinos (con voces de Helena Bonham-Carter y Will Sharpe), en sus tensiones con un curioso invitado (Paul Kaye) y en sus dificultades para «soltar» no solo la casa sino la historia que la une a ella.
Son cortos bella y precisamente animados que, pese a sus diferencias, tienen una consistencia temática y visual que dan una idea de unidad al proyecto. Y, más allá de los personajes y sus historias, la verdadera protagonista es la casa en sí, que no tiene nada de embrujada sino que es estoica víctima de los perversos o extraños usos de sus dueños, inquilinos o invitados. La oscuridad de cada uno de sus cuentos (en especial, los primeros dos) traen a la mente cierta literatura fantástica, especialmente la obra de Edgar Allan Poe, utilizando los recursos del horror para trabajar cinematográficamente algunas temáticas actuales.
El dinero es una presencia central en cada uno de los cortos, lo mismo que las pretensiones de ascenso social. En los dos primeros, la casa es una manifestación de los deseos y necesidades económicas de sus protagonistas; en el tercero, de su imposibilidad de darse cuenta que vive en un mundo en el que el dinero no hace la diferencia. Y estos fascinantes cortos (que incluyen un número musical con cucarachas y una hermosa canción de cierre a cargo de Jarvis Cocker) son una perturbadora expresión de muchos de los miedos contemporáneos.