Series: crítica de «Neymar: el caos perfecto», de David Charles Rodrigues (Netflix)

Series: crítica de «Neymar: el caos perfecto», de David Charles Rodrigues (Netflix)

Esta serie de tres episodios presenta la carismática y controvertida figura del futbolista brasileño de una manera que, al menos en apariencia, es más honesta que otros documentales sobre famosos deportistas. Estreno de Netflix.

Hay dos asuntos principales que suelen ser claves a la hora de hacer un documental sobre una figura famosa, particularmente de una estrella deportiva. Uno de ellos tiene que ver con el acceso y la libertad, las posibilidades que los cineastas tienen de ingresar a «la cocina» de sus protagonistas, de ir más allá de lo obvio y de lo que se suele llamar el «house organ» o el panegírico para mostrar algo verdadero y personal. El otro está relacionado al enfoque, con la decisión de cuál será la manera o desde que ángulo se va a encarar lo que se filme. En NEYMAR, EL CAOS PERFECTO, la primera de las dos cosas parece funcionar bastante bien pero la segunda, sin embargo, falla. Es por eso que el resultado es fascinante y frustrante a la vez, más abierto y generoso que muchas de estas series que suelen ser autocelebratorias pero, a la vez, demasiado encerrado en una lógica empresarial en la que el fútbol tiene poco lugar.

Quizás el personaje más importante del documental no sea Neymar Jr., sino su padre, Neymar Santos. Seguramente fue él quien vio que había un negocio que hacer aquí y puso a cámaras a seguir a su hijo a lo largo de buena parte de su carrera (difícil saber a partir de cuándo) y, a la vez, es el que decidió las dos cosas de las que hablaba en el párrafo anterior. Por un lado, dar un acceso mayor al que suele ser habitual en este tipo de casos, permitiendo mostrar contradicciones, conflictos y hasta algunos costados negativos de la figura que retrata y hasta de él mismo como su manager. Pero, por otro, presentando a todo el asunto como un «Producto de la Factoría Neymar», más preocupado en vender la figura del jugador como una super-estrella un tanto conflictiva y descontracturada, que se permite ser natural, que no necesita contentar a todo el mundo y que se alimenta del conflicto. Y así es que esa «libertad» que tiene el documental termina en buena medida anulándose, ya que no es otra cosa que una faceta más del marketing del jugador.

El documental de tres episodios toma como eje, en los dos primeros, el año 2019, uno que fue particularmente conflictivo para Neymar, quien reconoce aquí lo que todos ya sabían, que deseaba irse entonces del Paris Saint Germain para volver al Barcelona. Partiendo de entrevistas realizadas en buena parte en ese momento, el documental va contando bastante rápidamente la historia del jugador, desde sus inicios humildes en las afueras de Santos hasta su éxito en el equipo de la ciudad primero, en la selección brasileña después y, por último, en el Barcelona. El fútbol, como mencioné antes, es meramente anecdótico aquí. Se muestran brevemente clips y rápidos resúmenes de partidos importantes, pero no hay ningún comentario técnico específico, ni tampoco hay análisis y no se habla de nada estrictamente deportivo. El repaso histórico está ligado, básicamente, a cuestiones de imagen: la popularidad, la repercusión, la fama, los conflictos personales, las repercusiones mediáticas a favor y en contra, y así. Podría ser jugador de fútbol, de básquet o cantante. Aquí todo eso es secundario.

El otro gran ángulo pasa por las empresas, fundaciones, por la agencia que se dedica a promocionarlo, venderlo y a cuidar su imagen y que, como muchos saben, maneja su controvertido padre. El hombre, que fue un jugador de fútbol profesional que no logró demasiada fama ni se salvó económicamente con su carrera, vive obsesionado por planificar todo lo ligado a su hijo como si fuera un producto de mercado con acciones que suben o bajan en función de los resultados futbolísticos pero, más que nada, en relación a las actitudes y comportamientos de su un tanto díscolo hijo. El conflicto más interesante de la serie pasa por ver cómo lidia el padre y la empresa con un futbolista quien parece estar bastante harto de ser manejado de esa manera, traído y llevado como si fuera un commodity, una mercancía más, y que muchas veces se comporta en consecuencia, casi boicoteando el cuidado de su propia imagen.

Es así que el documental va a meterse en todas sus controversias mediáticas: con la gente, con los clubes, con medios y periodistas, y hasta lidiará con la acusación de violación que recibió, acusación que el documental hace bien en mostrar aunque se lo termine sacando de encima de una manera un tanto brusca. Pero lo que intentará mostrar, más que nada, es que ese Neymar divertido, al que le gustan las fiestas, la familia, los amigos y la diversión no va en contra del que se toma muy en serio cada partido y campeonato en el que juega. «Mientras cumpla en la cancha lo que yo haga con mi vida es problema mío» es, parafraseando, lo que dice el jugador. Y EL CAOS PERFECTO intenta presentar el caso de que, para él, la vida necesita de cierto grado de improvisación, locura, diversión y «joda». Que, sin eso, Neymar no sería Neymar y su sonrisa desaparecería.

En el tercer episodio, tras sus dos experiencias mundialistas fallidas, la de 2014 que se jugó en Brasil –en la que lo lesionaron seriamente en el partido con Colombia anterior al 1-7 frente a Alemania– y la de cuatro años después, en Rusia 2018 –derrota en cuartos de final con Bélgica, pero más que nada marcado por las burlas y memes por su ampulosa manera de tirarse al piso ante cada mínima falta– y su complicada salida del Barcelona (la serie jamás habla de las controversias con dinero y con impuestos que rodearon a todas sus transferencias), EL CAOS PERFECTO se depositará en París y pondrá el eje en su primero complicada y luego, en apariencia, más satisfactoria estadía en el PSG, con la llegada a la final de la Champions League en el año atravesado por la primera ola de la pandemia y marcada por los estadios vacíos. Es llamativo –habla, de alguna manera, del poco interés por lo estrictamente deportivo que no sean partidos coperos de eliminación directa– que jamás se mencionen los muchos campeonatos de liga que ganó en ninguno de sus equipos.

Parte de esa presentación «honesta» que tiene el documental permitirá que veamos algunas cosas que no suelen ser habituales en el formato, incluyendo discusiones fuertes entre él y su padre, comentarios bastante críticos de su progenitor hacia él (y viceversa) y muchísimas críticas que le hacen periodistas de todas partes del mundo y los hinchas del PSG, fastidiados varias veces por sus actitudes o decisiones. Queda claro que todo eso forma parte de su imagen «fresca», que la empresa quiere que el producto se venda de esa manera humana y contradictoria, ya que sus grandes competidores al trono del rey del fútbol no parecen tener su carisma: Cristiano Ronaldo parece un robot al lado suyo y Messi aparenta tener una vida privada tan rutinaria como la de cualquier espectador, aunque con mucho más dinero. La Marca Neymar funciona así, con cambios de look, con actitudes extravagantes, con manejo de redes sociales y con escándalos apilados tanto adentro como afuera de las canchas. La serie, en ese sentido, se termina pareciendo bastante al personaje que retrata: se presenta como diferente y más libre que las demás pero, en el fondo, es un producto promocional como todos los otros.