Berlinale 2022: crítica de «La Edad Media», de Luciana Acuña y Alejo Moguillansky (Forum)
Esta comedia pandémica transcurre en la casa de una familia con complicaciones para trabajar y estudiar cuya vida se enreda todavía más cuando a la hija se le ocurre un plan un tanto problemático para salir de su aburrimiento. Con Luciana Acuña, Alejo Moguillansky y Cleo Moguillansky.
No deben ser muchos los cineastas que aprovecharon la pandemia para hacer una comedia, por lo que el caso de LA EDAD MEDIA, de Moguillansky –quien aquí suma como codirectora a Acuña, actriz, bailarina, esposa y madre de la hija de ambos– es toda una rareza. Una comedia reflexiva, con su costado dramático, pero más que nada un divertimento en el que padre, madre e hija seguramente pusieron buena parte de su atención, de su tiempo y también de sus preocupaciones –económicas, vitales y hasta filosóficas– durante los encierros y cuarentenas ligados al Covid-19.
LA EDAD MEDIA toma como escenario la casa familiar y prácticamente no sale de allí. Es una casa abierta, con patio interno y mucha luz por lo que raramente se transforma en un lugar de encierro. Sin embargo, la cotidiana convivencia va haciendo mella en la vida de los tres. El padre (Moguillansky haciendo una versión de sí mismo) trata de mantenerse trabajando dirigiendo a distancia a la pianista Margarita Fernández en una versión filmada de la pieza de Samuel Beckett ROCKABY. El da indicaciones por internet tanto a la intérprete como a la que oficia de camarógrafa que, a causa de la cuarentena, no es otra que la empleada doméstica de Fernández.
Acuña, por su parte, bailarina y coreógrafa, se queda sin funciones y da clases por zoom que son bastante difíciles, ya que la danza no se adecúa fácilmente al formato «educación virtual». No solo por las dificultades propias de adaptar el trabajo a cuadraditos en una computadora sino por el caos cacofónico que se genera alrededor suyo. Y la niña, Cleo –cuya voz en off le da a la película su tono casi de comedia «para todas las edades»–, tiene sus propios problemas, ya que le cuesta concentrarse en sus clases escolares online con el intenso ruido y movimiento que parece haber siempre alrededor y que la película transforma en algo que bordea lo infernal. Para Cleo, además, existe un problema extra: se aburre y no sabe qué hacer con su tiempo.
En términos narrativos, LA EDAD MEDIA (que está dedicada a Luis Biasotto, socio de Acuña en el Grupo Krapp, que falleció a causa del Covid) se centrará en la decisión que Cleo toma de comprar online un telescopio. Pero como la niña no tiene dinero para pagarlo empieza a vender objetos de la casa a través de un motoquero (Lisandro Rodríguez, siempre debajo de un casco) que suele entregar paquetes en la puerta de su casa. Primero casualmente y luego como toda una profesional, Cleo arma con Moto –así lo llama– una sociedad de 70/30 y, sin que sus padres se den cuenta, va vaciando el hogar familiar de cosas pequeñas, primero, y luego de otras que no lo son tanto. Es que el problema para la chica está en que, cada vez que cree haber reunido el dinero necesario para su compra, el telescopio ha aumentado ridículamente de precio.
Y es así que entre copias repetidas de «Esperando a Godot» –una de las tantas citas a Beckett que hay aquí–, una perra «galgoide» llamada Juana que amenaza robarse el protagonismo todo el tiempo y tres persona/jes que tratan de mantenerse cuerdos en medio del caos, Moguillansky y Acuña van construyendo una coreografía familiar de corridas, desencuentros y absurdas situaciones que siguen en la línea humorística slapstick de su anterior película, POR EL DINERO. Y la temática tampoco cambia demasiado. Como a lo largo de toda su obra, Moguillansky sigue obsesionado por el trabajo, la plata, los gastos y la condición del artista subvencionado en un mundo regido por lo económico. Si ninguno de los dos puede trabajar y la hija tampoco puede estudiar, ¿qué cuernos se hace con la vida?
En algún momento habrá una crisis que llevará a la familia a plantearse ciertas cuestiones ligadas al sentido que tiene el trabajo que hacen –Acuña se luce en la escena más directamente emotiva del film– y a tratar de repensar qué hacer ante la complicada circunstancia que los atraviesa y que claramente es anterior a la pandemia pero que no hizo más que acrecentarse en estos años. Y así es que la comedia absurda en la que Cleo calcula valores y porcentajes, Alejo lee a Beckett en voz alta (y en inglés) y Luciana salta, baila y golpea su bolsa de boxeo con más bronca que otra cosa se va transformando en una más amarga y dramática en la que una familia se plantea cómo seguir adelante.